El Museo del Prado homenajea al Sorolla retratista para celebrar su centenario
El año que viene se cumplen 100 años de la muerte del pintor valenciano y la pinacoteca se adelanta a su celebración con una muestra centrada en sus retratos. En ella pueden encontrarse efigies de varias personalidades reconocidas de la sociedad española del siglo XIX, como por ejemplo Cossío, cuyo lienzo se presenta aquí por vez primera desde su reciente adquisición.
«Sin Manuel Bartolomé Cossío, El Greco probablemente no estaría en el Museo del Prado». Así lo subrayó Miguel Falomir, director de la institución madrileña, en la presentación de la muestra Retratos de Joaquín Sorolla (1863-1923). En ella destaca precisamente la efigie del pedagogo e historiador del arte, cuadro recientemente adquirido por el museo por un precio de 80.000 euros y que, además, ha sido restaurado para la ocasión.
Este lienzo es importante no solo dentro de la trayectoria de Sorolla y de su faceta como retratista, sino que también tiene un significado especial en la historia del propio Prado. Cossío fue miembro de su primer patronato, también el autor de la primera gran monografía de El Greco. Con ella, elevó la figura del pintor y le dio la importancia que actualmente tiene dentro de la Historia del Arte.
Cuando acabe la muestra temporal, el retrato de Sorolla se colocará, a modo de homenaje, junto al Caballero de la mano en el pecho. Este cuadro –que aparece representado al fondo de la composición, tras la figura de Cossío– es un guiño a su trabajo dedicado al pintor griego y a su obra.
Según Javier Barón, jefe de Conservación de Pintura del siglo XIX del Prado, en la tela recientemente incorporada a la colección se aprecia perfectamente cómo confluyen en ella no solo la mano de Sorolla, sino también la maestría de Goya y Velázquez.
A los pintores clásicos se añade una impronta de genio personal que el valenciano comenzó a desarrollar ya en su juventud, cuando trabajó como aprendiz del fotógrafo Antonio García y adquirió ese gusto por el naturalismo que marcaría toda su producción.
Siguiendo con la historia que une en esta exposición temporal al museo, a el Greco y a Sorolla encontramos también un retrato de Aureliano de Beruete hijo, el director del Prado que se encargó de crear la primera sala que tuvo la pinacoteca dedicada a Doménikos Theotokópoulos.
En el recorrido encontramos también el retrato de Giner de los Ríos, uno de los intelectuales y pedagogos más relevantes del siglo XIX, al que el propio Cossío sucedería como director de la Institución Libre de Enseñanza (de hecho, el cuadro está dedicado al efigiado por el propio Sorolla). Esta entidad es la que ha adquirido la obra, prestada temporalmente al Prado para esta exposición.
Tanto la imagen de Cossío como la de Giner de los Ríos salieron de España durante la Guerra Civil y estuvieron dispersos hasta su regreso a nuestro país. En un primer momento se marcharon al exilio con Natalia, hija de Cossío. Permanecieron primero en Oxford y luego en París, en manos de los sucesores del historiador hasta que, al morir la viuda de Manuel Jimenez Cossío, la familia ha decidido venderlos.
Con esta muestra no solo se busca dar a conocer la faceta de retratista del pintor valenciano, sino también exhibir obras que normalmente no se encuentran de cara al público. Asimismo, queda patente la importancia que tenían para el autor y sus clientes los marcos que encuadran cada tela.
Tal y como subraya Javier Barón, esto se aprecia especialmente en el retrato de María de los Ángeles Beruete. Sin embargo, es un aspecto que se ha tenido muy en cuenta, en general, a la hora de organizar todo el recorrido.
Retratos de Joaquín Sorolla podrá contemplarse hasta el 18 de junio. Posteriormente, varias de las obras se seguirán encontrando entre las salas del museo como la galería de retratos del siglo XIX. Sofía Guardiola