‘La Virgen de la Humildad’ regresa al Thyssen restaurada y con montaje propio
La tabla de Fra Angelico, depositada habitualmente en el MNAC de Cataluña, ha permanecido los últimos 12 meses en los talleres del museo madrileño para someterse a unas labores de limpieza y rehabilitación. Ahora se exhibe temporalmente en la sala 11 de la segunda planta del Thyssen-Bornemisza, libre de repintes y barnices oxidados, plena de texturas y con el reverso a la vista.
La Virgen de la Humildad regresa a su hogar –el Museo Thyssen-Bornemisza– por tiempo limitado. Lo hace recién restaurada, con sala propia y una iluminación que no hace sino potenciar toda su riqueza cromática.
Es la cuarta vez que la tabla puede verse en el museo, tras sus visitas esporádicas de 2006, 2009 y 2021. Llegó hace prácticamente un año con destino a los talleres del centro nacional y ahora, por fin, vuelve a reencontrarse con su público madrileño.
Desde hoy y hasta el 12 de diciembre de 2023 permanecerá en la sala 11 de la segunda planta, hasta que regrese a Barcelona, donde está depositada desde hace justo tres décadas (primero en el Monasterio de Pedralbes, ahora en el MNAC).
La sola presencia de la tabla de Fra Angelico justifica una visita a la institución. Sobre todo por el modo en que se muestra –con la parte trasera visible–, y porque no está sola; la acompañan dos instrumentos que evocan el laúd y el órgano de mano que tocan dos angelitos.
Todo ello demuestra que la presentación de obras restauradas en los museos cobra cada vez más importancia. A menudo se exhiben en espacios exclusivos junto a vídeos explicativos, radiografías o reproducciones que ilustran el proceso de rehabilitación. Contribuyen así un mejor entendimiento de cuáles han sido los trabajos llevados a cabo.
En el caso de La Virgen de la Humildad, las labores se han desarrollado gracias al apoyo del Bank of America. Los especialistas encargados de devolverle su aspecto original han sido Susana Pérez y María Jofré, junto a todo el equipo de restauración liderado por Ubaldo Sedano. El objetivo fundamental era recuperar la atmósfera de la tabla, restablecer la sutileza de las carnaciones de cada figura y hacer de nuevo presentes esas texturas creadas por el maestro.
“Fra Angelico era metódico y minucioso. Seleccionaba cuidadosamente todos los materiales, desde la tabla del soporte, al que puso listones para evitar que se alabeara, hasta la tela, escogida expresamente para que todas las capas tuvieran la consistencia necesaria.
Exquisito en el modelado de los rostros y los pliegues, incluso las pestañas de los ángeles, era capaz de hacer tonos más oscuros o más claros en función de cómo moliese el pigmento. Dominaba la técnica del temple y era capaz de usar el dorado al agua en los paños y nimbos», explica Pérez.
Igual que ocurrió con La Anunciación del Prado, estas labores de estudio y análisis realizadas a la tabla del Thyssen han permitido conocer mejor el modo de trabajar del pintor quattrocentista. Las imágenes técnicas corroboran que el maestro dibujaba primero a pincel y después realizaba incisiones que le servían como referencia a la hora de aplicar la pintura.
Hubo pocos cambios en la composición, salvo ligeras modificaciones en los ojos de la Virgen y las alas de los ángeles. Su técnica del temple es compleja, pues recurre a rayas muy finas en tonos blancos o amarillos para modular la luz, como se aprecia en las mejillas de María.
De igual forma, cabe destacar su uso del pan de oro, de considerable grosor, que es aplicado sobre una capa de arcilla roja llamada “bol”.
Precisamente esa manera de trabajar el temple y de conseguir veladuras o sombras hacen de él un maestro de la técnica. Por eso es uno de los grandes nombres florentinos del Quattrocento, bisagra ente el Gótico y el Renacimiento.
La Virgen de la Humildad pertenece al inicio del periodo de madurez del artista y procede de la colección real de Leopoldo I de Bélgica. En 1909 pasó a formar parte de los tesoros de la Pierpont Morgan Library de Nueva York y, de ahí, a manos del padre del barón Thyssen.
Por herencia, la pintura le correspondió a la condesa Margit Batthyáni hasta que, en 1986, su hermano Hans Heinrich se la compró. Así es como se incorporó a los fondos del museo y se convirtió en una de las joyas de la colección.
Como hemos dicho anteriormente, la tabla regresará al MNAC a finales del año que viene. Pero de momento podrá disfrutarse en la segunda planta del Thyssen-Bornemisza en un espacio propio, con un montaje creado expresamente para la ocasión y con un marco de estructura arquitectónica que también se ha restaurado. Sol G. Moreno