La Fundación Custodia recupera la figura de Léon Bonvin
Pintor de la vida cotidiana y de los paisajes que rodeaban su aldea, este artista fallecido prematuramente ha pasado inadvertido durante décadas. Ahora la institución parisina organiza una gran retrospectiva suya con varias obras inéditas y publica su primer catálogo razonado.
Léon Bonvin (1834 – 1866) fue un pintor solitario y autodidacta que apenas salió de su pueblo: Vaugirard. Su padre había abierto una posada en esa pequeña aldea cercana a París y Léon pasó la mayor parte de su vida allí, sin explorar siquiera la capital. Los interiores costumbristas y escenas campestres fueron su única fuente de inspiración, pues no captó más que su propio entorno. A los 31 años se suicidió, dejando a su viuda un autorretrato dedicado y pintado días antes de quitarse la vida. Era el año 1866, entonces moría el pintor y nacía el mito.
Esta última obra fue adquirida por la Fundación Custodia en 2016 y ha sido el punto de partida de la exposición que ahora le dedica en París (aunque posee muchas otras obras del autor). Reúne por primera vez 150 creaciones del artista, en lo que es la mayor retrospectiva europea organizada hasta la fecha; si bien en 2012 el Walters Art Museum celebró una exposición suya en Baltimore.
Léon Bonvin (1834-1866). Drawn to the Everyday reitera la línea investigadora de la fundación parisina, que es guardiana de uno de los fondos europeos más importantes de dibujo en manos privadas. En los últimos años ha contribuido al redescubrimiento de varios autores del siglo XIX, como por ejemplo Georges Michel. En esta ocasión se ha centrado en el hermano pequeño de los Bonvin (François, nacido en 1817, es mucho más conocido).
Tanto la exposición como el catálogo publicado con ocasión de la muestra arrojan luz sobre la vida y la producción de este artista, del que apenas se conservan fuentes documentales o relatos biográficos. La mayoría de los escritos se fechan después de su temprana muerte y se refieren más a las reacciones que causó su suicidio que a su propia pintura.
La muestra se abre con las creaciones tempranas del pintor, dibujos de trazos precisos hechos íntegramente con tiza negra. Son en su mayoría escenas de interiores realizados hacia mediados del siglo XIX, cargados de sombras y fuertes contraluces, que nos introducen en la intimidad de la posada en Vaugirard, así como a sus protagonistas.
Hacia 1858, su hermanastro François le animó a hacer escenas más coloridas, por eso fue introduciendo gradualmente la tinta y la acuarela, técnica que acabaría adoptando como propia. Obras como Cocinera con delantal rojo demuestran que su pintura evolucionó, aunque los temas siguieron siendo los mismos.
Sus acuarelas hablan de un autor que supo captar la poesía de la belleza cotidiana: las flores silvestres, los bodegones costumbristas de la taberna familiar, las mujeres –su madre incluida– desempeñando tareas domésticas, los manojos de verduras… La vida rural, en definitiva.
El recorrido está trufado de obras inéditas, procedentes de colecciones particulares, principalmente americanas y francesas. Uno de los mayores prestadores ha sido el Walters Art Museum, poseedor de la mayor colección del autor (57 del total de 116 conocidas e identificadas hasta el momento). A todas ellas se suman varios daguerreotipos, documentación y algún utensilio procedente de su taller, así como varias pinturas de su hermano, que sirven para rescatar del olvido a un artista de tan corta trayectoria. La muestra podrá visitarse hasta el 8 de enero de 2023. Como decíamos, su primer catálogo razonado se ha publicado también desde la fundación, ha corrido a cargo de Maud Guichané y Gabriel P. Weisberg. Sol G. Moreno