Santiago Santos, el fotógrafo que mejoraba las obras de arte
Nuestro colaborador y socio fundador de Imagen M.A.S. ha fallecido la madrugada del martes, a los 58 años. Fue el primer fotógrafo español en publicar en National Geographic y trabajó para FMR antes de pasar a ser uno de los autores habituales de las imágenes firmadas en ARS Magazine.
Ya no volverá a disparar su cámara ni tendrá que esperar a que bajen una pintura del refectorio de una iglesia para fotografiarla. Santiago Santos Vega ha fallecido el pasado martes de un infarto, tras una intensa jornada y con la Hasselblack al hombro (o quizá fuese el trípode). Precisamente esa mañana había hablado con él para reclamarle unas imágenes en alta de un reportaje que estábamos preparando; me contestó como siempre, solícito y amable, que las tendría al día siguiente por la mañana. Y así era normalmente, hasta ayer. No recibí ningún wetransfer suyo, pero sí un mensaje del director de la revista, Fernando Rayón, anunciando la fatídica noticia.
Resulta difícil describir la sensación de tan inesperada pérdida, sobre todo porque se trataba de una de esas personas con las que conectas enseguida. Trabajador, dispuesto y afable –diría que buena persona en el sentido machadiano–, jamás tenía una palabra grosera para nadie; ni siquiera cuando le hacíamos madrugar para visitar un estudio de artista, le enviábamos a una iglesia perdida que llegada la hora no abría sus puertas o le pedíamos que nos llevase en coche hasta la oficina (como si los 350 kilómetros de regreso a su casa –Astorga– no fuesen suficientes).
Siempre recordaré a Santi con su cámara y el carrito lleno de lentes, paraguas, focos y demás material que cargaba él solo, porque prefería eso a tener que molestar a alguien. Fotógrafo de cabecera de la revista de Franco Maria Ricci FMR durante años, tenía una mirada certera, así como una sensibilidad especial para captar las obras de arte, ya fuesen pinturas, esculturas, vidrieras o miniaturas. Es como si mejorasen frente a su cámara, como si adquiriesen mayor relevancia.
Gracias a él descubrimos el color de Juno de Alonso Cano –entonces en colección particular y ahora en el Prado– o de los lienzos de Francisco Gutiérrez conservados en la colegiata de San Luis de Villagarcía de Campos (Valladolid), además de conocer dos retratos inéditos de Bartolomé González. También pudimos disfrutar de la majestuosidad de La Cartuja de Miraflores desde una nueva perspectiva: la suya, que era pura poesía.
Personalmente, visité con él los talleres de David Rodríguez Caballero, Luis Gordillo –quien le regaló un cartel firmado del 175 Aniversario de las Carreras de Caballos de Sanlúcar para su mujer, porque era de allí–, Blanca Muñoz o Mateo Maté.
Santi era firme defensor del Patrimonio. No solo porque lo fotografiaba y lo difundía en diversas publicaciones como los catálogos de Las Edades del Hombre –ha sido el fotógrafo principal desde su primera edición hasta este mismo año–, Hipocausto o nuestra revista, sino porque ya en 1988 fundó la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Astorga y Comarcas con el objetivo de proteger y difundir esa ruta cultural.
Sus imágenes forman parte del imaginario colectivo de la ciudad, ya que participó en numerosos proyectos locales relacionados con la Catedral, el Salón Internacional del Chocolate o el Festival de Cine. Como socio fundador de la empresa fotográfica Imagen MAS, ha digitalizado los fondos más importantes del archivo de la Catedral de León y ha inmortalizado, durante 20 años, el proceso de restauración llevado a cabo en sus vidrieras.
Fue el primer español en publicar en National Geographic, además de en la ya mencionada FMR. También ha sido colaborador del MUSAC de León y el MNAC de Barcelona, porque en cuanto le conocían todos querían trabajar con él. Ahora su cámara se ha quedado huérfana, menos mal que nos queda su legado: un ingente archivo de imágenes que dejan constancia de su amor por el arte, la cultura y el patrimonio. Siempre estarás en nuestros corazones.