Víctor Marco: «En la Guerra Civil las mejores obras no se destruyeron, sino que fueron a parar a colecciones particulares»
El investigador y especialista en pintura antigua de la casa de subastas Ansorena ha publicado Pintura barroca en Valencia. 1600-1737. El volumen, editado por el CEEH, es el resultado de más de 20 años de investigación que concluye con multitud de descubrimientos y la esperanza de iniciar nuevas vías de estudio.
*Es una investigación muy ambiciosa ¿cuánto tiempo lleva trabajando en ella?
*Muchos años, llevo estudiando este tema desde el 2000. El libro tiene como base mi tesis doctoral.
*¿Cubre entonces la misma cronología?
*En ese momento partí de 1630 hasta 1737, ahora he comenzado en 1600.
*Ha añadido 30 años…
*Bueno ya los había estudiado pero aún no estaba publicado. Son tres décadas fundamentales para tener una visión completa del barroco valenciano. Un libro como este solo se puede hacer conociendo a todos los pintores, su historia, dónde están en cada momento y de dónde vienen. Solo así se pueden sacar conclusiones sobre su obra y su trayectoria.
*¿Cuál es la consideración que se tiene de ese periodo?
*Depende del sector. En el mercado del arte, al no estar estudiado en profundidad, si aparece una pintura con claroscuro e imprimación rojiza se atribuye a escuela valenciana enseguida. Eso está cambiando, pero en el pasado cualquier bodegón era Yepes y cualquier pintura religiosa era Ribalta o Espinosa.
*¿Por qué esos nombres en particular?
*Porque son los conocidos. Pérez Sánchez estudió en profundidad a Yepes y a Espinosa. Yo lo he hecho con la producción de los más desconocidos y que son igualmente importantes. Es lo que me atrajo en un principio de este campo, había mucho publicado sobre la pintura madrileña y sevillana del XVII, pero muy poco de la valenciana. Quería descubrir qué se podía hacer.
*¿Le ha hecho sombra el arte del siglo XVI al del XVII en Valencia?
*Sí, y todo está sujeto a modas. Cuando a principios del XX se empieza a estudiar ese contexto se considera a los siglos XV y XVI como la quintaesencia de la pintura valenciana, volcada al mediterráneo. Es un momento de esplendor y es real. Desde el gótico internacional hasta los Hernandos y Juan de Juanes. Pero he tenido la oportunidad de estudiar otros momentos de la misma escuela y hay excelencia en todos ellos.
*¿Por ejemplo?
*El XVII lo cubro con mucho detalle en el libro, pero también en el XVIII están Maella y Vicente López como pintores de corte. A finales del XIX y comienzos del XX está Sorolla. Pero el barroco ha sido el más denostado.
*¿Por qué?
*Por muchos factores, por la crítica anticlerical del XIX, por la Renaixença. Pero esta investigación permite ver que hay mucha pintura barroca de primera calidad en Valencia más allá de Yepes y Espinosa. Juan Conchillos, por ejemplo, que se formó en Madrid y volvió a su ciudad natal con un lenguaje renovador, es una maravilla y sus dibujos son muy valorados en el mercado internacional. O Gaspar de la Huerta, del que Palomino decía que todas las iglesias en Valencia tenían una pintura suya. ¡Yo no conozco ninguna! [ríe] ¿Dónde están?
*Ha mencionado en un par de ocasiones el mercado, ¿cuál es el interés internacional en los pintores de ese momento?
* Durante mucho tiempo los remates más elevados fueron para bodegones de Yepes. Pero desde hace tiempo los resultados de naturalezas muertas son peores. De nuevo, es un tema de modas. Me consta que en el pasado se ha llegado a pagar medio millón de euros por uno de esos bodegones. Ahora ya no se cotiza tanto. Aparte de él, los más codiciados en el extranjero son Ribalta y Espinosa.
*Los más conocidos…
*Sí, ¿pero cómo van a apreciar fuera lo que ni siquiera conocemos aquí? Esta investigación permitirá valorar mejor nuestro patrimonio y la pintura de este periodo en particular, tanto desde el punto de vista de la investigación como del mercado. Ojalá aumentase el interés por artistas como Dionís Vidal, otro gran desconocido. Hace seis años se restauró la iglesia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir, las bóvedas son de Vidal basadas en unos dibujos de Palomino. Toda la vida viéndolas y ahora resulta que tenemos un Miguel Ángel en Valencia. Estuve la semana de las fallas y había cola para entrar.
*Hablando de descubrimientos ¿cuáles destacaría de su investigación?
* Podría pasarte una lista bastante larga [ríe] Por ejemplo, el Nacimiento de Adonis de Pedro Orrente que procede de la colección del marqués de Leganés. En la última parte del libro menciono las obras conocidas y las documentadas de todos los autores. Por un lado ha sido un trabajo de pulir y limpiar de paja. Había que prescindir de muchas atribuciones arbitrarias que desvirtuaban la imagen de los pintores.
*Suena a mucho trabajo de archivo y de campo.
*Mucho. Tienes que conocerlo todo, o prácticamente todo: clausuras, museos, iglesias… También pasé un tiempo en Roma, repasando la producción de los artistas que se fueron allí a finales de siglo. Estudiar la documentación me ha permitido incluir obras que no se conservan o que no sabemos dónde están. Es un catálogo de obras desaparecidas. Todo ha sido gracias a la gran labor del Centro de Estudios Europa Hispánica, a la cuidadosa edición de Félix Andrada y a la dedicación de José Luis Colomer, director del CEEH.
*¿Le ayudó su trabajo en una casa de subastas además de su experiencia de investigación y en museos?
* Me ha venido muy bien pasar por todos los sitios. Estuve tres años en el Museo de Bellas Artes de Valencia estudiando las obras de sus almacenes. Algunas no se han expuesto por falta de espacio desde 1845. Encontré muchas que se creían perdidas. En ese aspecto, también mi trabajo en Ansorena ha sido de gran ayuda, porque me ha permitido llegar al ámbito de las colecciones privadas.
*Uno muy complicado.
*Sí. Solo puedes acceder a ellas si las conoces directamente. Los coleccionistas no tienen por qué colaborar. Pero la investigación resultante es lo más interesante del libro.
*¿En qué aspecto?
*Se habla de mucha pérdida patrimonial en los conflictos bélicos y aunque es cierto que en Valencia fue algo bastante extendido, yo tengo la teoría de que en la Guerra Civil las mejores obras no se destruyeron sino que fueron a parar a colecciones particulares. En el libro han aparecido muchas y tengo la esperanza de que con el tiempo aparezcan más. Este puede ser el punto de partida para muchas vías de investigación. Héctor San José.