El arte gráfico alemán y mexicano como reivindicación
Hoy se ha presentado en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía una exposición singular: De Posada a Isotype, de Kollwitz a Catlett, que reúne más de cuatro centenares de obras para ahondar en la evolución del arte gráfico y su papel como herramienta de reivindicación social y política durante la primera mitad del siglo XX en Alemania y México, porque como indican los comisarios Benjamin H.D. Buchloh y Michelle Harewood, una de las claves fue que “la imagen gráfica se convirtió en un lenguaje universal” en diferentes contextos.
Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofia, destacó en la presentación varios aspectos de la exposición: lo anacrónico tiene un sentido refractario porque en los años 20 se confrontan con episodios como la guerra; la relación entre lo popular y la vanguardia; y finalmente el exilio y la diáspora, con una figura como Hannes Meyer, del que se presentan varias obras diferentes a lo pudiéramos imaginar de la Bauhaus de la fue director.
Los comisarios, Benjamin D.D. Buchloh y Michelle Harewood, agradecieron la oportunidad que les brindó el director del Reina para organizar la exposición en Madrid porque fue un proyecto que no interesó a varios museos alemanes y mencionaron cómo un medio pasado de moda en aquel período podía ser útil para la representación y dar respuesta social y política a los problemas de la vida cotidiana.
En la muestra, que permanecerá abierta hasta finales de agosto, se han reunido un enorme corpus de piezas realizadas con diferentes técnicas (xilografía, punta seca, linóleo, litografía, entre otras), muchas de ellas procedentes de importantes colecciones privadas e instituciones como The Metropolitan Museum of Art y el MoMA, de Nueva York; The Art Institute de Chicago; la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, en Washington; el Centre Pompidou, de Paris, o el Kunstmuseum Den Haag, de la Haya, entre otros.
La exposición se estructura en cuatro grandes áreas que ocupan más de diez salas de la planta tercera del Museo Reina Sofía. La primera parte revisa y confronta a dos grandes figuras del grabado de fines del siglo XIX y principios del XX, José Guadalupe Posada (1852-1913, México) y Käthe Kollwitz (1867-1945, Alemania), quienes ejercieron una enorme influencia en las generaciones posteriores de artistas gráficos políticos de México, Estados Unidos, la Unión Soviética y China. Ambos estaban en las antípodas artísticas. Posada era mordaz en su caricaturas y viñetas de la Revolución mexicana, Kollwitz era más académico y adoptaba una cariz socialista y feminista para denunciar los dramas sociales de la Alemania de su época.
Posada, enmarcado en un ideario progresista, produjo miles de imágenes y en muchas de ellas partía de uno de los iconos más comunes de México, el esqueleto y la calavera, como puede observarse en sus obras expuestas, entre ellas los grabados Calavera las bicicletas (ca. 1900) o La Calavera Oaxaqueña (1903), lo que despertó el interés local e internacional, sobre todo a Ernst Toller y Paul Westheim, y otros como Sergei Eisenstein y André Breton.
Käthe Kollwitz continuó la tradición realista más depurada de las artes gráficas para representar la vida social de las mujeres y la clase trabajadora del Berlín de principios del siglo XX. En la muestra cuelgan algunos autorretratos, sus series de grabados La revuelta de los tejedores (1893-1897) y La guerra de los campesinos (1908), así como su tercera gran obra, Guerra (1918-1923), donde reemplazó la agitación política por la oposición feminista y el duelo, convirtiéndose en una ardiente pacifista y en una gran crítica de las condiciones de vida y las funciones sociales de las madres proletarias.
La segunda parte tiene como eje el expresionismo alemán, con artistas como Max Beckmann (1884-1950), Otto Dix (1891-1969) y George Grosz (1893-1959), tres de los pintores más destacados de Alemania en la primera mitad del siglo pasado. Entre 1919 y 1924 los tres realizaron diferentes grabados donde reflejaron, cada uno con su impronta particular, los traumas de la Primera Guerra Mundial en Alemania y su oposición al resurgimiento militarista y al revanchismo de la derecha.
Se exhibe la carpeta de once litografías tradicionales Die Hölle (Infierno, 1919) de Beckmann, que retrata cáusticamente la decadencia de la vida y el arte del orden burgués, como puede apreciarse también en las litografías Los ideólogos, El hambre o La noche. Por su parte, Grosz en las nueve fotolitografías de impresión barata Gott mit uns (Dios con nosotros) (1920), presenta una leyenda en alemán, inglés y francés, con diversos mensajes que ridiculizan las conexiones entre el capitalismo y militarismo en Alemania y que le costaron ser juzgado por difamación del ejército. Y por último una obra de Otto Dix, La guerra, 1924, una carpeta con 50 impresiones publicadas con motivo del décimo aniversario del inicio de la Gran Guerra, reflejando al estilo de Goya los enormes horrores del conflicto.
La tercera parte y más extensa de la exposición, desplegada en seis salas, se centra en el Taller de Gráfica Popular (TGP) de México, un país que, tras el proceso revolucionario iniciado en 1910, también participó en el debate acerca de las ventajas del medio gráfico como herramienta de comunicación y educación de las clases trabajadoras y rurales.
Al comienzo de esta sección se pueden ver los trabajos de los fundadores del TGP, creado en 1937, con obras de Raúl Anguiano (1913-2006), Luis Arenal (1908-1985), Leopoldo Méndez (1902- 1969), Pablo O´Higgins (1904, EE.UU.-1983, México), Ángel Bracho (1910-2005) y Alfredo Zalce (1908-2003). Entre sus objetivos figuraba el fomento de la producción gráfica “en beneficio de los intereses del pueblo de México” a través de un sistema de trabajo colectivo y democrático. La producción de una gran cantidad de folletos, carteles, panfletos y grabados por parte de este gremio contribuyó al fortalecimiento de formaciones políticas progresistas y en lucha contra el fascismo. Más adelante puede admirarse la fuerza de Leopoldo Méndez, que se caracterizó por un estilo vigoroso, inspirado en Posada, a quien rindió homenaje en Posada en su taller (1953) o en Deportación a la Muerte (1942).
Un aspecto importante de esta sección lo constituye la influencia que tuvieron en el TGP los artistas que huían de Europa y que dejaron una impronta notable en el propio Méndez, en Luis Arenal o Isidoro Ocampo, sin olvidar los carteles de Pablo O’Higgins y Guillermo Monroy versan sobre el papel de los hombres o la juventud en la sociedad fascista.
Conviene resaltar la importancia de una figura como Hannes Meyer (1889-1954), director de la Bauhaus en Dessau entre 1927 y 1930, que llegó a México en 1939, donde permaneció 10 años. Su temprana vinculación con la Liga Pro Cultura Alemana derivó en su nombramiento como director del TGP entre 1940 y 1943, y de nuevo entre 1946 y 1949. Entre los diversos trabajos editoriales que desarrolló, en 1943 se publicó, bajo su dirección artística, El libro negro del terror nazi en Europa, una importante edición – de la que puede verse un ejemplar- que incluye imágenes realizadas por 22 artistas del TGP y documenta los crímenes perpetrados por el nazismo a través de 56 testimonios.
Los vínculos que hubo entre el TGP con el movimiento sindicalista de los Estados Unidos y de México, entre 1945 y 1947, posibilitó que varios artistas estadounidenses, entre ellos Elizabeth Catlett (1915, EE.UU.-2012, México), se sumaron al TGP. Inspirada por la recién publicada carpeta del TGP Estampas de la Revolución Mexicana (1947), Catlett creó su primer porfolio de quince linóleos, I am the Black Woman, una obra que puede verse -en parte- en la quinta sala dedicada al TGP y que está basada en grabados populares y fotografías de heroínas afroamericanas.
Junto a ella, en este mismo espacio, el visitante puede contemplar obras de otros artistas también afroamericanos como Margaret Taylor Burroughs (1915-2010), John Woodrow Wilson (1922–2015) y Charles White (1918- 1979), muy comprometidos política y socialmente y que se refugiaron en México durante la represión política y racial de la caza de brujas de McCarthy.
Esta tercera sección termina con trabajos realizados en la década de los 50 por miembros del colectivo como Mariana Yampolsky, Lorenzo Guerrero, Celia Calderón de la Barca (1921-1969) o Andrea Gómez (1926-2012), por citar algunos, en una época en la que tuvieron lugar numerosas exposiciones del Taller y de sus integrantes en el extranjero gracias a las que el TGP vivió años de singular apogeo.
La cuarta y última sección se dedica a mostrar el proyecto Isotype (International System of Typographic Picture Education) de los austriacos Otto Neurath (1882-1945) y Marie Reidemeister-Neurath (1898-1986) y el alemán Gerd Arntz, una propuesta que mereció un gran reconocimiento internacional como medio de diseño gráfico para formular un lenguaje de signos que pudiera transmitirse globalmente.
Los principios del proyecto Isotype consistían en transmitir información sociológica, económica y política crucial para las clases trabajadoras de los Estados nacionales tradicionales, así como para los Estados poscoloniales emergentes del periodo de entreguerras y de la Segunda Guerra Mundial, con formas de comunicación internacional y principios de diseño gráfico para lograr una legibilidad y funcionalidad de alcance universal.