Ceguera de Estado: Marco Godoy en Max Estrella
La galería madrileña acoge la exposición Al servicio de la visión en la que el artista Marco Godoy presenta el resultado de su investigación acerca de la simbología y consecuencias de la protesta pública contra la violencia gubernamental. Estará abierta al público hasta el 17 de julio.
Cuando ocurren manifestaciones, cargas policiales o disturbios, en los medios de comunicación se suele hablar de que el espacio público se ha convertido en un campo de batalla, como si esa cualidad fuese algo transitorio. Lo cierto es que las ciudades son siempre un lugar de enfrentamiento, si no físico como en esas contadas ocasiones, sí ideológico. Los nombres de calles y plazas se utilizan como arma arrojadiza. Qué artista firma el monumento o a qué causa está dedicado varía enormemente en función del poder político dominante.
Esta dinámica es tan antigua como las ciudades y si ha habido algún cambio en los últimos 100 años ha sido la creciente conciencia por parte de los ciudadanos de que también son un factor determinante en esa contienda. Y, al igual que los nuevos imperios copian los modos de los antiguos y adoptan para sí los elementos formales y los dotan de nuevos significados, una cierta rama del activismo artístico ha centrado sus reflexiones en esta dirección. En ella se encuentra Marco Godoy.
El artista madrileño ha dedicado diez años de su carrera a la investigación sobre la figura de la protesta pública. En Al servicio de la visión, en la galería Max Estrella, se presentan los resultados de ese trabajo en forma de varias instalaciones, vídeos, fotografías y relieves. El concepto que ata todo el conjunto es el de la reflexión individual y la resistencia pacífica ante la violencia de cualquier clase. Mediante la manipulación de los símbolos del poder –escudos antidisturbios y la caligrafía de los monumentos oficiales– subvierte la relación entre Estado y ciudadanía cuando los intereses de ambos se cruzan.
El evento que se retrata en esta ocasión es el clamor ciudadano que siguió al aumento en 30 pesos del precio del billete de metro en Chile. En octubre de 2019 una gran multitud se congregó en la Plaza Dignidad de Santiago, donde se exigió una nueva Constitución –la que está en vigor fue promulgada por Pinochet en 1980 y entró en vigor plenamente en 1990– y un nuevo contrato social que palíe la desigualdad y el endeudamiento bajo los lemas «Hasta que valga la pena vivir» –el más extendido–, «Utopía es ahora», «Ven, seremos» –Venceremos– o «No eran 30 pesos, eran 30 años».
La represión policial no tardó en seguir a las protestas y los Carabineros de Chile actuaron violentamente contra la población utilizando –entre otros métodos de control de multitudes– armas que disparaban balines de goma. Como consecuencia, más de 400 personas sufrieron heridas oculares, ocasionándoles la pérdida de uno o, incluso, los dos ojos.
Es ese robo de la visión –y el temor de los manifestantes a sufrirlo– el que estructura buena parte de la exposición, donde se juega con el concepto de varias maneras. La más evidente son los escudos antidisturbios intervenidos con espejos que repartió el artista entre la primera línea de la protesta.
Su función es doble, por un lado, subvertir los símbolos de poder para ser utilizados contra el Estado y, por otro, cambiar su uso de uno activo a uno pacífico y pasivo. Son los reflejos del sol los que ciegan a la policía, sin entrar en contacto físico con los manifestantes y, además, les deja expuestos a su propio reflejo, fuente de autoconocimiento y reflexión. A esta interpretación Godoy añade una referencia a la cultura clásica, replicando el método por el cual Perseo venció a Medusa.
En la línea de la lucha cultural, en la que la conmemoración mediante monumentos es la principal arma, el creador ha inmortalizado las consignas más repetidas aquellos meses mediante moldes de letras utilizadas en lugares destacados de la ciudad. Se apropia de esa tipografía, que tiene su origen en el urbanismo de la Roma Imperial, e inmortaliza el clamor ciudadano.
Como colofón, en la galería se puede encontrar una instalación con varias pantallas que proyectan vídeos de las protestas, enlazando las dos realidades, la más cruda y la más etérea. Héctor San José.