Gratas sorpresas en la pintura del XVII y gran venta del Hernández Pijoán en la cita de los días 25 y 26 de mayo
Con su pequeño pero casi continuo goteo de buenas ventas, va calando poco a poco en el ánimo de los coleccionistas que Alcalá es una de las mejores salas para vender obras de Joaquín Sorolla. No es un seguro a todo riesgo, eso está claro, pero suelen tener compradores nacionales y extranjeros que pujan y suben las piezas, especialmente las de asunto marino, las más buscadas.
Y como era previsible (leer previos), así sucedió en la pasada licitación el 25 de mayo. Playa de Zarauz, un pequeño cartón de apenas 16 x 22 cm (lote 395) del valenciano Sorolla, pintado hacia 1910 se ofrecía por unos, dadas las dimensiones, aceptables 30.000 euros iniciales. Herencia de María Sorolla y expuesto en la Kutxa en 1992, las matizadas pinceladas y la sencilla composición atrajeron a varios compradores que pujaron en sala y al teléfono hasta rematarse por 60.000 euros.
La otra pieza de su mano, la gran apuesta de la sala, era el San Francisco Javier (O/L, 80 x 52 cm; 399), realizado en 1891. Obra religiosa, con cuidado estudio de rostro, de gesto y, cómo no, de blancos, en una temprana fecha, con apenas 28 años, muestra a las claras la calidad que atesoraban ya sus pinceles, aunque era evidente que, por la temática, tendría un menor número de admiradores… Y así sucedió: los 125.000 euros que se pedían fueron excesivos, y quedó desierto el lote en la subasta; pero dos días después, pudimos anunciar en nuestro twitter como primicia su venta por 115.000 euros.
En este mismo siglo XIX, destacaron dos remates más: Descanso de la compañía de caballería (O/L, 38,5 x 64,2 cm; 394) de Ulpiano Checa; fechado en 1883 cuando estaba opositando para su beca a Roma, se pagaron los 15.000 euros que se pedían. En cambio, la pequeña tabla El remanso (38 x 26 cm; 398) del cántabro Agustín Riancho, presente en varias exposiciones, subió de 5.000 hasta los 8.000 euros.
Si retrocedemos ligeramente, debemos mencionar la venta por los 7.000 euros de inicio de pujas de la tablita de 19,5 x 24 cm (lote 325) de Jenaro Pérez Villaamil, Capilla de los Benavente de Medina de Rioseco; pincelada breve, goyesca, probablemente se trate de un boceto para las obras de esta temática conservadas en el Thyssen o en el Palacio de la Moncloa. También por la salida, de 4.000 euros por cada uno, se vendieron los dos bodegones del valenciano José Felipe Parra: Bodegón de sandía, pecera, cesto, melocotones y uvas y Bodegón de melón, fresas, naranjas y botellas de champagne (O/L, 64 x 49 cm c/u; 326 y 327). Deseábamos la venta del atractivo y buen retrato de Zacarías González Velázquez, Retrato de Dña. Manuela González Velázquez y Díaz Jiménez, sentada junto a una mesa, sosteniendo una miniatura en su mano derecha (O/L, 87 x 67,5 cm; 950), pero los 27.500 euros pedidos fueron excesivos…
Hasta aquí, todo iba sobre ruedas. Las sorpresas llegaron, como suele suceder, con la pintura antigua, italiana y holandesa en este caso. No se trata de malas catalogaciones, sino de fichas incompletas; se intuye una calidad alta –de ahí los precios de salida de alcance medio-, pero a la postre no se consigue un apellido claro… Y así, el imponente lienzo caravaggista de la Sagrada Familia con santa Ana (113,5 x 160 cm; 936), de Escuela romana del siglo XVII, subió nada menos que de 6.000 a 27.500 euros. Mejor aún fue la apasionante puja entre varios teléfonos extranjeros por el Retrato de dama (O/L, 103,5 x 83,5 cm; 958) de Escuela holandesa, S. XVII; con etiqueta de la Sala Parés que atribuía el retrato a Pourbus, no dejó de sorprender la fantástica subida de 9.000 hasta unos asombrosos 60.000 euros finales. Quizá dentro de unos meses volvamos a ver, ya perfectamente catalogada, a la misteriosa mirada de esta dama ricamente engalanada…
El lienzo del mexicano Juan Patricio Morlete, cumplió en parte las expectativas que vaticinamos al subir su Pesca del atún vista desde el golfo de Bandol (O/L, 100 x 153,5 cm; 955) hasta los 37.500 euros, lejos aún, todo hay que decirlo, de los precios que habían alcanzado piezas similares en subastas internacionales, como comentamos. Lo mismo sucedió con la volumétrica Trinidad en la tierra, 1616 (O/L, 169,5 x 113,5 cm; 374) del madrileño Eugenio Cajés, vendida por la cifra de la salida, 30.000 euros.
Y, para terminar, el siglo XX, donde brilló con luz propia la tela del catalán Joan Hernández Pijuán; los 25.000 euros pretendidos por Xiprés sobre blanc I, c. 1996 (146 x 114 cm; 1089), se quedaron muy escasos frente a los 42.500 euros finalmente ofrecidos, en una demostración de que su lenguaje simplificado sigue interesando, y bastante, a los coleccionistas. Se confirma también el interés por las esculturas del canario Martín Chirino: 7.000 se pagaron por su múltiple 10/10, El viento (104) Laberintia, 2008 (bronce, 19 x 23 x 7 cm; 1073), y 20.000 euros por su atractiva pieza única Cabeza (21). Crónica del siglo XX. La Moratena II, 1998 (hierro, 30 x 27 x 30 cm; 1078), que partió de los 15.000.
Por último, se dieron los 13.000 euros por Sin título (Jazz-Gerswhin-Blues), 2003 (A/L, 100 x 123 cm; 1076) de Eduardo Úrculo, mientras que el Bodegón de frutas (O/L, 65 x 46 cm; 420) de Cristóbal Toral, pasó de 4.500 a 6.500 euros. Daniel Díaz @Invertirenarte