Las buenas ventas de las piezas de Joaquín Sorolla, Pablo Serrano, Tamara de Lepicka y del gouache de Carlo Bossoli hablan del alto atractivo de esta licitación.
Por la calidad y excepcionalidad de sus lotes, la oferta de Alcalá Subastas es siempre especialmente esperada. Y aunque haya lotes importantes que finalmente no encuentren comprador, el sólo hecho de poder disfrutar de ellos es ya una verdadera oportunidad. Grosso modo, la subasta de los días 27 y 28 ronda los 650.000 euros en facturación en lo que a pintura y escultura se refiere; cifra importante, aunque se preveía una venta imporante (leer artículo) veámoslo con detalle.
Las ventas comenzaron en la colección de magníficas miniaturas, donde el Estado se hizo con tres de ellas. De José Alonso del Rivero, el Retrato de doña Mercedes de Rojas y Téllez, Marquesa de Villanueva de Duero, Condesa de Villariezo, h. 1819 (sobre marfil, óvalo, 6 x 5,5 cm; 157) pasó de 700 a los 2.00 euros; del quizá mejor miniaturista español del siglo XIX, el almeriense Antonio Tomasich, se ofrecía por 500 euros un fantástico Retrato de caballero, 1870 (oval, 3,7 x 3,2 cm; 168), que terminó terminó en 1.900 euros; y de Guillermo Ducker, el Retrato de doña Joaquina Téllez-Girón, Marquesa de Santa Cruz (7,8 x 6,5 cm; 173), fechado en 1813, que se adjudicó por los 3.000 euros de la salida. Era un buen presagio, aunque la desesperación de los compradores fuese evidente.
Una de las sorpresas de la velada llegó sin previo aviso. Todos esperábamos una buena venta para el exquisito gouache sobre papel pegado a cartón de Carlo Bossoli titulado Vista de la Plaza de Vittorio Veneto con la iglesia de la Gran Madre de Dios al fondo, en Turín (19,5 x 32 cm; 179) que se ofrecía por unos asombrosos 2.000 euros; entre los teléfonos comenzó la batalla, ascendiendo lentamente en distintos idiomas, hasta adjudicarse por una cifra nada habitual, 65.000 euros que le hace escalar a su tercera mejor venta desde que comenzó la crisis.
Continuó el resto de la pintura antigua, sin grandes sobresaltos. De la Escuela de Bérgamo o Brescia, h. 1550, el Ecce Homo sobre cobre (29 x 23,5 cm; 220) subió de 6.000 a 12.000 euros; y el Calvario (O/cobre, 39,5 x 30,5 cm; 216) de Louis de Caullery se adjudicó por la salida, 7.000 euros. Y llegaron las ventas superiores: 12.000 euros se dieron por la pareja con los retratos de Felipe IV a los 4 años, de cuerpo entero, con espada y bastón de mando, y el Retrato de Ana de Austria a los 7 años, de cuerpo entero, con un pañuelo en su mano izquierda (pareja de O/L, 106 x 67,3 cm c/u; 219), de Escuela española S. XVII, ofrecidos por 11.000 euros; y la puja en la mesa por la salida de 50.000 euros por el Retrato de María Teresa de Austria, de cuerpo entero, vestida de cazadora, en un paisaje arbolado (O/L, 200 x 111 cm; 714) del círculo de Velázquez. Y, por último, los dos paisajes de Ignacio de Iriarte con escenas de la vida de Jacob (O/L, 71,5 x 96,5 cm; 715), que se vendieron también por la salida, 10.000 euros, esta vez a un teléfono.
Tres lotes importantes, en cambio, se quedaron sin comprador; me refiero sobre todo al boceto para el techo del Salón de Consejillos del Palacio de El Pardo, pintado en 1769 por Francisco Bayeu con el título de Apolo remunerando las Artes (O/L, 31,7 x 68,8 cm; lote 729), que salía a pujas por 120.000 euros; a las cuatro litografías de Francisco de Goya, Los Toros de Burdeos (231) por 90.000 euros y, en menor medida, al otro boceto para un techo, atribuido a José del Castillo, Apolo y Minerva (O/L, 70 x 61 cm; 230) por 18.000 euros. Una pena.
El siglo XIX trajo dos grandes ventas que confirman, una vez más, la fuerza del valenciano Joaquín Sorolla: pintada con apenas 17 años, Composición floral. Rosas blancas, 1880 (O/T, 27 x 46,5 cm; 237) entusiasmó a los coleccionistas que dieron hasta 55.000 euros por él, lejos de los 30.000 euros iniciales; algo similar sucedió con la otra composición floral, más sencilla y ligeramente posterior, Clavel y pensamiento, 1883 (O/T, 24 x 27,5 cm; 258), pintada con 20 años y rematada por 47.500 euros, más de tres veces por encima de los 15.000 euros en que se ofrecía. En esta línea, la pequeña pero exquisita tablita de Antonio Muñoz Degraín con Venecia (18 x 27 cm; 258A), se disparó ante propios y extraños de los 5.000 hasta unos sorprendentes 12.000 euros.
Y vamos ya al siglo XX, que nos trajo varias ventas especialmente llamativas.
La más comentada y esperada fue la del Comienzo con magenta, 1984 (O/L, 177 x 132,5 cm; 828) de José Guerrero; una de las mejores piezas de sus serie Comienzo, con etiquetas de Juana Mordó, Theo y Leandro Navarro, se ofrecía por 90.000 euros, un precio atractivo y prudente, dada la situación económica; un teléfono y una coleccionista en sala dominaron las pujas que alcanzaron los 160.000 euros en la sala, y que nos van acercando a los remates de los años precedentes a la crisis (192.272 euros, con comisiones e impuestos ya incluidos).
También se vendió, por los 30.000 euros de la salida, la imponente escultura en bronce patinado y pulido de Pablo Serrano, Unidad-Yunta, 1967 (dos piezas, 80 x 150 x 67 cm unida; 827); era la primera de una serie de siete ejemplares que en 1972 volvería a realizar en gran formato para la mayor versión del Museo de Escultura al aire libre en el Paseo de la Castellana de Madrid. De Antonio Murado, su S. T., 1996 (O/L, 200 x 250 cm; 854) pasó de 7.000 a 7.500 euros; por 6.500 euros se adjudicó el papel de Jaume Plensa, Frozen Memories V, 1992 (Tm y collage, 59 x 53 cm; 857); y se mantuvo un forcejeo mucho más interesante por el papel de Luis Gordillo, Sin título, 1990 (óleo y Tm, 45 x 65 cm; 855) que subió de 2.000 a 3.250 euros, un precio más que digno para un papel de estas características en los tiempos que corren.
Y en las piezas internacionales, sorprendió también la imponente venta del pequeño y delicado lienzo de Tamara de Lepicka titulado Gabriela en chemise rose, c. 1950 (22,5 x 18,5 cm; 783), que entre un teléfono y otra coleccionista en la sala subieron su precio de 27.500 hasta los 47.500 euros, muy lejos de las apenas 10,000 GBP (11.926 euros) en que se compró en Christie’s Londres en febrero de 2012. Algo similar sucedió, aunque en otro nivel, con el lienzo del joven aún Jonathan Meese –tomen nota porque es uno de los autores con un futuro más atractivo: Der niedliche Respekt der Geilheitin, 2005 (Tm, 50,3 x 80,2 x 2 cm; 875), expuesto en la galería Pilar Parra, pasó en pocos segundos de 4.500 a 7.000 euros. No se encontró, en cambio, comprador que pagase los ajustados 40.000 euros por cada una de las dos tintas del norteamericano Keith Haring, Untitled (P.S. 122 New York), 1980 (42,5 x 58 cm; 882 y 883).
Alcalá ha demostrado otra vez su fuerza. ¡Y qué ganas de que llegue ya la licitación de octubre para ver de nuevo su atractiva oferta! Daniel Díaz @Invertirenarte