Una reflexión sobre los efectos de la arquitectura en la era digital
El Museo Guggenheim Bilbao propone un recorrido por las dos últimas décadas de la era post-digital, a través de una decena de piezas creadas por Didier Faustino, Oliver Laric y Leong Leong, entre otros, que aúnan arte, tecnología y arquitectura.
¿Dónde estaba usted en 1997? Fue el año en que murió Diana de Gales, se clonó a la oveja Dolly –experimento 6LL3– y nació el tamagotchi. Aquel mismo año J. K. Rowlling editó su primer libro de Harry Potter, mientras el cine estrenaba la segunda parte de Terminator y una computadora derrotaba al mismísimo Gasparov (el primer jaque mate en la historia de una máquina contra un humano). Todos estos recuerdos aparecen reflejados en la exposición Architecture Effects, una apuesta tan arriesgada como experimental que hoy inaugura el Guggenheim Bilbao.
«Queremos descomprimir al espectador y llevarlo hasta 1997», explica Manuel Cirauqui, comisario junto a Troy Conrad –del Guggenheim de Nueva York–, en la primera sala de la muestra. Este espacio se ha denominado «Airlock» y simula una cápsula del tiempo que sitúa al espectador en el año de inauguración del museo (el primero donde Frank Gehry se ayudó de la tecnología digital).
Aunque hace 20 años resultase difícil imaginar la construcción de un edificio con formas tan sinuosas y planchas de titanio -33.000-, lo cierto es pronto rebasó los límites de la arquitectura para convertirse en un modelo de éxito, ese que muchos bautizaron como «el efecto Bilbao». Un efecto que, analizado en profundidad, tiene mucho que ver con los software informáticos, la concepción global del espacio -tanto en el ámbito real como en el virtual- y los cambios radicales surgidos durante estas dos últimas décadas.
Teniendo esta premisa como punto de partida, Cirauqui y Conrad proponen una reflexión en torno al arte, la arquitectura y el storytelling, tres conceptos permeables entre sí que tienen mucho que ver con el contexto cultural y tecnológico del siglo XXI. La exposición evalúa así la situación actual de la arquitectura, dos décadas después de que el Guggenheim Bilbao reavivara el interés popular por los efectos de esta.
Combinando obras de arte y documentos, instalaciones e incluso paneles explicativos sonoros, la exposición crea un entorno para la arquitectura contemporánea, que hace justicia a la riqueza y la magia del Museo, así como a su influencia como referente global. El edificio de Gehry sirve como telón de fondo para mostrar esta investigación en torno a la importancia de los «efectos» de la arquitectura, a los que ya aludieron en el pasado tanto Vitruvio como Alberti.
El recorrido de la muestra se divide en tres espacios: el primero, como decíamos, es el «Airlock», esa cápsula del tiempo donde el espectador regresa al pasado. Le sigue el «Jardín», una estancia diáfana en la que se exhiben 9 obras de arte, desde las imágenes animadas de Oliver Laric a las Columnas flotantes de MAIO Architects –interesante reinterpretación del elemento clásico–, vídeos en tiempo real o maquetas a escala 1:1, como Un hogar no es un agujero de Didier Faustino.
La exposición se despliega más allá de los límites físicos a través de la «Burbuja», una app creada expresamente para la muestra, que contiene entrevistas con los artistas, textos explicativos y diverso material para recorrer la muestra, móvil en mano (recordemos que la tecnología manda).
Architecture Effects podrá visitarse en el Guggenheim Bilbao hasta el 28 de abril.