Cuidada licitación para los días 10 y 11 de mayo donde destacan por encima del resto los óleos de Sala y Vernet
Es práctica habitual que las subastas de mayo sean especialmente atractivas, las mejores del año, quizá junto a octubre y diciembre. Se preparan con más esmero si cabe, e incluso se reservan piezas para esos días donde la oferta se hace más vistosa, y la venta más fácil.
Ansorena ofrece para esta ocasión un catálogo muy completo, con interesantes obras de pintura tanto en antigua como en XIX y contemporánea, que iremos desgranando. Para su portada ofrece una escultura en madera del valenciano Manolo Valdés (1942), Silla (103 x 86 x 82 cm; lote 185), pieza única. Procedente curiosamente de la galería Soledad Lorenzo de Madrid, y no de la Marlborough, su galería, debió realizarse probablemente a comienzos o mediados de los años noventa, cuando Valdés realiza sus versiones de sus Reinas Marianas –de las mejor valoradas en su producción-, y sus Bodegones con libros, librerías y mesas abarrotadas de ejemplares en madera que hacen que parezcan temblar del peso, con una calidad bastante superior a sus ya repetitivas cabezas en bronce más actuales, por las que se pagan –como todos sabemos- fuertes cantidades de dinero.
En este sentido, los 60.000 euros de su precio inicial son más que razonables; pieza menor si la comparamos con otras maderas, es lógico que esté a cierta distancia de las 125,000 GBP (160.712 euros) pagadas en febrero pasado en Sotheby’s Londres por una mejor Bailarina, 1996 (185,4 x 124,5 x 99,1 cm), pero lejos ya de los 230,500 USD (181.518 euros) de Sotheby’s Nueva York en noviembre de 2008 por una barroca y tardía pero buena Mesa con libros, 2004 (155 x 101,6 x 72,3 cm).
Además, en este siglo XX destacan algunas obras sobre papel. Se ofrece una técnica mixta de hacia 1984 de Miquel Barceló con sus típicos perros o gatos, Sin título (74,5 x 53 cm; 629), por 10.000 euros, procedente de la galería Montenegro, que podría subir algunas pujas. O un buen y colorido gouache de Óscar Domínguez con El rapto de Europa, c. 1953 (20 x 28 cm; 627) por 13.000 euros, con su correspondiente certificado de Ana Vázquez de Parga. O dos interesantes obras de tintas y pastel de 1936 del mexicano Diego Rivera: Niña con caja de juguete (22,5 x 35,5 cm; 181) y Campesino con burro y perro (23 x 35,5 cm; 182); con certificados de Ruth Alvarado Ribera (en vez del habitual del profesor Luis-Martín Lozano), salen por unos sorprendentes 12.000 euros.
Darío de Regoyos fue uno de los iniciadores de la modernidad en este país; de él sale a pujas por 6.000 euros una pequeño y oscuro óleo sobre cartón titulado Casa de Víctor Hugo, París (21 x 14 cm; 65), que Juan de San Nicolás data hacia 1890. De esos años, sin embargo, la pieza que brilla con luz propia es la de Emilio Sala, una agradable sinfonía en verdes de 74 x 99 cm que el alicantino pinta en París en 1895, en la plenitud de su carrera: Juegos de verano (O/L, 509). Obra magnífica en su producción, fue comparada en Sotheby’s Nueva York en octubre de 2000 por 49,625 USD (58.844 euros), y vendida poco después en Durán, en marzo de 2001, nada menos que por 120.130 euros. La salida actual por 40.000 euros –que no garantiza su venta, todo sea dicho-, muestra la crisis en el mercado de este tipo de pintura, absolutamente demodè; es más, desde el inicio de la crisis, su mejor venta fue allá por marzo de 2011, cuando ofrecieron 20.000 euros por Fiesta de disfraces, 1876 (O/L, sin medidas)… Aunque siempre queda la posibilidad de que lo compre una institución o la baronesa Thyssen, como el similar Baldomero Galofre vendido en esta misma sala por 26.000 euros en noviembre pasado (ver).
En el siglo XIX ya propiamente dicho, sobresalen dos obras. La visión costumbrista del sevillano Manuel Barrón se ejemplifica en una amplia Vista de Sevilla desde la Cruz del Campo (O/L, 100 x 143 cm; 467), fechada en Sevilla en 1845, por la que se piden nada menos que 18.000 euros, el mismo precio que por la buena acuarela, ya tardorromántica, de Jenaro Pérez Villaamil, Vista del coro de la iglesia de san Nicolás Tolentino (en la catedral Bourg-en-Bresse) (56,5 x 79 cm; 61).
Casi un siglo antes, en 1755 para ser exactos, el conocido paisajista francés Claude Joseph Vernet firmaba Naufragio en una costa rocosa (O/L, 67 x 99 cm; 585); composición efectista, estudiada y repetida en multitud de ocasiones, no quita para reconocer su calidad y la impresión que produce. Seguidor de Claudio de Lorena, por su mejor obra en el mercado, A View of Avignon, from the Right Bank of the Rhône Near Villeneuve, 1757 (O/L, 99 x 182,7 cm) se pagaron en julio de 2013 nada menos que 5,346,500 GBP (6.231.345 euros). Y aunque sus tempestades y barcos encallados son menos valorados, los 40.000 euros que se piden por este Naufragio deberían subir, fundamentalmente desde el extranjero.
Especialmente interesante para los coleccionistas de barroco español será probablemente la Pareja de retratos de figuras orantes (O/T, 25,5 x 42,4 cm, con dos pequeñas faltas; 586) que el sevillano Francisco Pacheco firmaba en 1612; posiblemente se trate de la predela de un antiguo retablo donde aparecían los comitentes, al modo de los más tardíos (ca. 1630) procedentes del convento del Ángel de Sevilla que posee ahora el Museo de Bellas Artes de la ciudad hispalense (ver).
Algo semejante ocurrirá probablemente con algunas de las pinturas antiguas… Porque se piden 10.000 euros por Virgen con el Niño y san Juanito (O/T, 123 x 99 cm; 126) de Escuela italiana S. XVI, del círculo de Miguel Coxcie según la casa; o 12.000 euros por Llanto ante el cuerpo de Cristo (O/L, 156 x 213 cm; 127) del taller de Jacobo Bassano; o 15.000 euros por la tabla atribuida al Maestro de Astorga, Adoración de los Reyes Magos (125 x 92 cm, con unas cuantas pequeñas faltas; 130). Se quedan muchas obras en el tintero, de Piñole, Pruna, Baroja, Beulas, Rivera… Vean con detalle el catálogo y estudien sus pujas; se notan los aires de mayo. Daniel Díaz @Invertirenarte