Una 60º Bienal de Venecia más combativa, racial y diversa
La semana que viene se inaugura La Biennale, una de las citas imprescindibles del arte contemporáneo europeo que reúne a 330 artistas y las apuestas nacionales de 88 países venidos de todo el mundo. En esta edición, comisariada por Adriano Pedrosa y titulada Extranjeros en todas partes, se apuesta por la inmigración, el antirracismo y la descolonización, especialmente en el pabellón español liderado por Sandra Gamarra.
Se acabaron los sueños oníricos y relatos infantiles de 2022. Esta vez la Bienal de Venecia viene más combativa que nunca y con ganas de concienciar de temas tan candentes como la ecología, el racismo o la identidad de género, asuntos que el comisario brasileño Adriano Pedrosa ha querido abordar en la 60º edición de esta cita internacional. Han pasado ya dos años de aquella propuesta de La leche de los sueños, cuando Cecilia Alemani nos invitaba a adentrarnos de manera poética y sutil en un mundo en constante transformación, y tanto la situación mundial como el enfoque de la cita veneciana han cambiado.
También han transcurrido dos años desde el inicio de la guerra de Ucrania, a la que se ha sumado la de Gaza y nuevos focos de conflicto: social, económico y geográfico. No queda, por tanto, espacio para la amabilidad ni la paciencia, sino para la confrontación y el activismo. Quizá por eso, los artistas de la presente bienal llegan tan combativos, con ganas de reclamar a los gobiernos más conciencia social y ecológica; porque este es su momento.
No nos engañemos, un evento cultural de estas características no solo sirve para mostrar las tendencias más actuales del panorama mundial, también tiene mucho que ver con intereses geoestratégicos de los países participantes. Ahí está Arabia Saudí apostando en su pabellón por Manal AlDowayan, probablemente una de las pocas mujeres artistas que tienen el privilegio de serlo en este país ultraconservador.
Quedan pocos días para que dé comienzo esta cita bianual y ya se conocen prácticamente todas las propuestas que podrán verse del 20 de abril al 24 de noviembre en el Arsenale y los Giardini. Entre ellas, muchas firmadas por autores inmigrantes, indígenas, afrodescendientes, queers y todos esos creadores «extraños» considerados outsiders del arte, bien por cuestiones de geografía, bien de género.
Esta decidida puesta por la descolonización, la inmigración y la mirada hacia los márgenes no es casual. El encargado de ejercer de maestro de ceremonias ha sido el director artístico del Museo de Arte de São Paulo, quien ha querido reflexionar sobre la idea de Stranieri Ovunque [extranjeros en todas partes].
El título deriva de una serie de piezas de neón iniciadas en 2004 por el colectivo Claire Fontaine, que luchó en Turín contra el racismo y la xenofobia. Las palabras que ahora integran el lema de la muestra veneciana se han traducido a un número cada vez mayor de idiomas, demostrando que una idea sencilla pueda contener un mensaje universal: todos somos extranjeros en algún momento.
“Stranieri ovunque tiene varios significados”, explica Pedrosa. “En primer lugar, dondequiera que estés te vas a encontrar con extranjeros: ellos/nosotros estamos en todas partes. En segundo lugar, no importa dónde te encuentras, siempre serás en el fondo un extranjero”.
Con esa idea en la cabeza, el visitante podrá acercarse a la producción de más de tres centenares de artistas; algunos ya fallecidos, como Alfredo Volpi, Diego Rivera, Wifredo Lam, Joaquín Torres-García o Carmen Herrera, y otros en activo, como Yinka Shonibare, Ramses Younan o los autores indígenas brasileños Joseca Mokashi Yanomami o André Tanuki Yanomami.
De los 330 creadores que este año participan en la Bienal de Venecia, Inuuteq Storch es, probablemente, uno de los más jóvenes. Nacido en 1989, este artista de Groenlandia formado entre Nueva York y Copenhague expondrá en el pabellón danés sus fotografías, donde ahonda en lo que supone ser originario de una isla prácticamente cubierta de hielo.
Junto a Dinamarca, se suman otros 87 países con espacio propio, lo cual supone un incremento notable de participantes con respecto a 2022, cuando se organizó una edición a destiempo –hubiese tocado en 2021– y con solo 58 naciones en el programa. Este año se estrenan cuatro gobiernos en Venecia: Benín, Etiopía, Tanzania y Timor Oriental. Además, tanto Panamá como Senegal participan por vez primera con pabellón propio.
España tendrá, como ya anunciamos en su momento, a Sandra Gamarra como su mejor embajadora. En ese sentido, ha sabido adaptarse perfectamente al concepto de la edición actual y ha dado un paso hacia adelante al elegir a la primera artista no nacida en España como su representante (Gamarra es peruana afincada en Madrid desde hace años). Su pinacoteca migrante seguro que agita conciencias.
Pero no será la única. Sobre cuestiones anticolonialistas y de diversidad racial reflexionan también Kapwani Kiwanga –representante de Canadá-, la francesa Julien Creuzet o John Akomfrah (británico de origen ghanés que ocupa el espacio de Reino Unido).
En Italia es Massimo Bartolini quien representa al país sede de la cita. Y Ciudad del Vaticano apuesta este año por el polémico Maurizio Cattelan, además de Simone Fattal y Sonia Gomes; que se alojan en la prisión de mujeres de la isla Giudecca.
Argentina, por ejemplo, acude con un interesante proyecto de Luciana Lamothe titulado Ojalá se derrumben las puertas, y el Congo presenta obras de diversos artistas entre los que destacan André lufwa Mauridi, Alfred Liyolo o Freddy Tsimba. Sorprende la presencia de Israel, encarnado en la obra de Ruth Patir; y se agradece el esfuerzo de Ucrania por estar presente, una vez más, a través de seis creadores (Katya Buchatska, entre ellos). Sol G. Moreno