Un retablo albaceteño en Colonia que nadie reclama
La obra, que a principios del siglo XX salió de nuestro país para ser vendida en Alemania y que sobrevivió, milagrosamente, a pesar de encontrarse en la ciudad más bombardeada en la Segunda Guerra Mundial podría ser devuelta, salvo por el hecho de que ninguna de las autoridades competentes ha iniciado los trámites para ello.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Colonia atravesó el episodio conocido como «de los mil bombardeos», en el que se irguió con el dudoso galardón de la ciudad más bombardeada de Alemania por el contingente aliado. Las fotos aéreas de esta época muestran infinidad de edificios sin paredes ni techos, una acumulación de ruinas, miseria y polvo que se arremolinan alrededor de su catedral gótica y oscura, que se mantiene en pie, milagrosamente, entre los esqueletos de la ciudad.
Las iglesias románicas de Colonia, sin embargo, no corrieron la misma suerte que la imponente catedral. De las doce con las que cuenta la ciudad alemana –hoy en día perfectamente reconstruidas–, la mayoría de ellas sufrieron durante los bombardeos.
No obstante, sabemos que muchas de las obras que albergaban en su interior se salvaron, y de hecho se conservan hasta nuestros días. ¿Cómo puede explicarse esto, en una ciudad que quedó completamente devastada tras la guerra? Aunque no haya pruebas de ello, todo apunta a que los habitantes de la ciudad se encargaron de evacuar las obras de sus iglesias y de trasladarlas, cobijándolas en zonas alejadas de los núcleos urbanos y, por tanto, de los principales objetivos de los ataques.
Una de estas obras que se salvó de la contienda fue el retablo de la Virgen del Rosario, una pieza de origen español que llegó a la iglesia de San Cuniberto –la última de las doce iglesias románicas edificadas en Colonia– de forma incierta y a todas luces irregular.
La obra data del gótico tardío, concretamente de principios del siglo XVI, y aunque no se sabe a ciencia cierta quién separó a la pieza de su población natal, el albaceteño pueblo de Caudete, sí se conoce que ocurrió en 1909, pues aparece en un catálogo de la casa de subastas alemana Lempertz de ese año.
Esto, sin embargo, no sorprende. Durante el siglo XX, en España se conjugaron la codicia y la ignorancia sobre el valor del patrimonio, de modo que muchas obras de gran importancia histórica y artística fueron extraídas de los pueblos en los que se encontraban y vendidas en el extranjero sin que nadie se preocupase por ello.
No deja de resultar paradójico, sin embargo, tal y como señala el historiador Luis Guillermo García-Saúco, que gracias a esta salida irregular de nuestras fronteras el retablo sobreviviese, pues de haber seguido en Caudete habría sido altamente probable que se hubiese destruido en la Guerra Civil, tal y como ocurrió con una parte importante de nuestro patrimonio religioso. Sin embargo, en los registros esta pieza sí constaba como quemada durante la contienda, al menos en los papeles de Elías Tormo, arqueólogo y exministro valenciano.
Tras haberse librado de una Guerra Civil y haber sobrevivido a una Mundial, el retablo de la Virgen del Rosario aún tendría que sufrir para llegar hasta nuestros días. En 1999, el restaurador Rubén Meyer-Graft lo encontró en un desván de la casa parroquial de San Cuniberto. Le faltaba el ático –que no se sabe cuándo fue separado del resto y que aún hoy se encuentra en paradero desconocido– y la tabla central, que sí se exponía en la iglesia, y la necesidad de una restauración era evidente.
Meyer-Graft no solo restauró el retablo en ese mismo año, sino que fotografió el proceso, de modo que pueden verse en su archivo los grandes desperfectos que la pintura había sufrido por las condiciones en las que se encontraba.
Aunque esto pueda parecer alarmante y, sobre todo, triste, la situación empeora al comprobar que hoy en día el retablo parece despertar en nuestro país el mismo desinterés que motivó que esta pieza acabara en Colonia, pues aunque el párroco de la iglesia de San Cuniberto ha aclarado que no tendría problema en devolver la obra, y a pesar de esto y de que Alemania haya tendido, en los últimos años, a restablecer las obras cuya obtención es sospechosa a sus lugares de origen, nadie en España ha reclamado esta pieza ni ha movido un dedo por devolverla a nuestro país.
Resulta imposible, además, que las autoridades españolas esgriman el desconocimiento de este retablo como excusa, pues fue el historiador albaceteño –y más concretamente de Caudete– Francisco Marco quien redescubrió esta pieza, de forma casual, gracias al investigador de pintura valenciana Josep Lluís Cebrián i Molina y a una fotografía de una exposición sobre la Virgen del Rosario en la que una cartela en alemán que podía apreciarse en la imagen permitió tirar del hilo, hasta localizar la pieza en San Cuniberto y relacionada con el retablo caudeteño.
En su tierra, ninguno de los habitantes de la localidad parece conocerlo. Esto se explica porque la pieza se encontraba en la ermita de Nuestra Señora del Rosario, lugar inaccesible que pasó a fusionarse con el Palacio de los obispos de Orihuela. Según cree Marco, la pieza se habría colocado allí por motivos de conservación, pues se trataba de la zona más fresca de la diócesis.
Marco ha recogido en el libro El misterio del desaparecido retablo de la Virgen del Rosario de Caudete toda la labor de búsqueda, identificación y redescubrimiento de esta pieza. Su publicación corrió, en parte, a cargo de la diputación albacetense, llegando hasta aquí, al parecer, el interés en la pieza.
No obstante, tanto Marco como otros historiadores, entre los que se encuentra García-Saúco han subrayado no solo la calidad de la obra, sino también la escasez de este tipo de piezas en la provincia.
En parte, este silencio podría deberse a la extraña posición de Caudete, localidad situada «en tierra de nadie», próxima a cuatro provincias de tres comunidades autónomas distintas. Por un lado, el pueblo se encuentra tan próximo a la Comunidad Valenciana que lo atraviesan unas vías de tren que unen Alicante y Valencia, aunque los convoyes no paren en Albacete. Por otro, su territorio se enmarca en Castilla la Mancha, pero la ciudad grande que más próxima se encuentra es, sin embargo, Murcia, a poco más de 100 kilómetros. Fue, de hecho, en 1978 cuando Caudete se consideró por primera vez parte de la provincia de Albacete, pues tradicionalmente había sido alicantino, hasta el punto de que hoy el prefijo telefónico del pueblo se corresponde con el de esta provincia situada al sur de la Comunidad Valenciana.
Pero, además de la extraña situación en la que la localidad se encuentra, parece también que el desinterés o el desconocimiento de la valía del patrimonio que permitió que el retablo saliera irregularmente de nuestras fronteras, no ha cambiado tanto con el paso del tiempo, y que en consecuencia Alemania tendrá que seguir esperando a que alguien reclame el retablo. Sofía Guardiola