Un museo americano gana medio millón de dólares con ‘guarantees’

Un museo americano gana medio millón de dólares con ‘guarantees’

El Toledo Museum of Art (Ohio) es el primero que actúa como garantizador de obras en subasta. El director de la institución ha presentado los resultados de su apuesta por esta práctica en la conferencia Talking Galleries donde ha recibido los halagos de, entre otros, el director del MoMA Glenn Lowry. Si se demuestra que los guarantees son una vía fiable de financiación, esto podría facilitar a las instituciones privadas una fuente de liquidez de libre disposición.

“Las finanzas del museo me quitan el sueño”. Esas fueron las palabras que Artnet publicó de Glenn Lowry, el que ha sido el director del MoMA durante los últimos 30 años. Las pronunció durante un panel sobre la supervivencia financiera de los museos en la conferencia Talking Galleries en Nueva York.

Esas declaraciones fueron parte de una entusiasta respuesta a la novedosa iniciativa que Adam Levine, el director del Toledo Museum of Art (Ohio), presentó ante el público: que las instituciones culturales se aprovechen de las guarantees en las subastas.

El mecanismo es sencillo y sigue las reglas del juego que contamos en la crónica de mercado ¿Lotes garantizados? Las casas de subastas, para conseguir seducir a los clientes más complicados, aseguran la venta de sus obras.

Para evitar el evidente riesgo financiero que esto supone para los intermediarios en caso de no encontrar un pujador, se desarrolló un sistema en el que es un tercero el que actúa como garantizador.

Es decir, si un lote con guarantee no se vende, este último se queda con él por la cantidad convenida con el antiguo propietario. Si se vende, el riesgo se recompensa con un porcentaje de las ganancias que se hayan obtenido por el lote.

Adan Levine, director del Toledo Museum of Art, Ohio. Fotografía cortesía del Toledo Museum of Art.

Hay numerosas razones por las que este sistema puede interesar a toda clase de agentes en el mercado; desde mantener la cotización de mercado de un artista predilecto y evitar un invendido o a la pura y dura inversión (que en el peor de los casos se salda con la ganancia de una obra). Pero el museo ha planteado una tercera vía.

En el caso de Toledo, Levine lo justifica de manera muy sencilla. La institución necesita dos cosas: adquirir nuevas obras y liquidez. Los museos americanos también sufren, aunque tienen mecanismos que los diferencian de los demás.

Por un lado, la cultura del mecenazgo está mucho más asentada en Estados Unidos, casi todos ellos cuentan con un borad of trustees que aporta financiación y aprueba las compras. Por otro, el mecanismo del deaccessioning, mediante el que se venden obras de la colección, no es nada nuevo, pero tiene la limitación de que el dinero ganado solo puede ir destinado a la adquisición.

Estas dos variables dejan a las instituciones con problemas de liquidez para afrontar las tareas menos glamurosas y no relacionadas directamente con las obras de arte. Las donaciones rara vez vienen sin especificaciones de cómo gastarlas y eso es exactamente lo que ha conseguido Toledo: dinero sin condiciones. Lo ganado este último año, cerca de medio millón de dólares, puede ser destinado a cualquier necesidad que tenga el museo (a por ejemplo, como dijo su director, renovar la fontanería).

Toledo Museum of Art. Fotografía: Jason Zhang.

Según recoge Artnet Adam Levine declaró que participar en las guarantees les “permite utilizar un mecanismo existente para obras de arte en las que tenemos un interés estratégico legítimo. Tenemos una estrategia de coleccionismo clara. Sabemos lo que queremos. Pero la subasta es un entorno en el que a los museos les resulta extremadamente difícil ser competitivos. Tenemos recursos escasos. Si no conseguimos la obra de arte, debemos sentirnos decepcionados. Al menos nos compensan».

Este plan sin fisuras nos deja aun así algún interrogante. El más importante es su sostenibilidad. Esa competencia en subasta de la que habla Levine y que deja más expuestos a los museos puede trasladarse perfectamente al plano de las garantías. ¿Qué ocurrirá cuando se propague esta buena idea y lo deseable no sea ser pujador sino “garantizador”?