TRES PINTURAS DE LE CORBUSIER SE SUBASTARÁN EN CHRISTIE’S
Estas importantes creaciones del famoso arquitecto, procedentes de la colección del Heidi Weber Museum, saldrán a la venta el próximo 23 de febrero, junto a otras cuatro obras en papel del mismo museo.
Los últimos años de la vida de Charles Édouard Jeanneret-Gris, más conocido a partir de la década de 1920 como Le Corbusier (La Chaux-de-Fonds, Suiza, 1987 – Provenza, Francia, 1965), estuvieron ligados por vínculos de amistad y colaboración a Heidi Weber, también suiza, propietaria de una galería de decoración de interiores en Zúrich.
Ambos personajes se conocieron en el verano de 1958 en el sur de Francia. Aquel primer encuentro marcaría el comienzo de una cercana y fructífera relación que resultaría muy productiva. Le Corbusier insistió a lo largo de su carrera en la necesidad de tener sensibilidad plástica para ser buen arquitecto, también decía que la clave de su arquitectura había que buscarla en su pintura.
Weber sentía verdadera admiración no solo por sus edificios, sino también por sus muebles y obra plástica, facetas de Le Corbusier poco conocidas hasta aquel momento. Ella se propuso difundirlas,por eso se embarcó en un considerable número de proyectos conjuntos con el autor. Esta relación de amistad y confianza se materializó en 1959, cuando la galerista consiguió firmar con el artista un acuerdo para producir industrialmente y comercializar una adaptación de sus diseños de muebles metálicos de 1929. Desde entonces Weber se dedicó casi en exclusiva a dar a conocer al público y al mercado la obra no arquitectónica de Le Corbusier, a través de exposiciones de sus pinturas, esculturas, obra gráfica, etc., incluyendo también la propia publicación de éstas últimas; al mismo tiempo que ella incrementaba su propia colección.
Esta relación influyó poderosamente en la producción de los últimos siete años del autor, que veía así cumplida su aspiración, durante largo tiempo frustrada, de que se valorase su aportación artística en estos campos. La culminación de todo ello llegaría en 1960, cuando Weber encarga a Le Corbusier la construcción del que sería su último edificio: un pabellón de exposiciones dedicado en exclusividad a exhibir sus propias pinturas, dibujos y esculturas. El Heidi Weber Museum Centre Le Corbusier en Zúrich se inauguró en 1967, muestra un resumen de sus concepciones arquitectónicas, que hizo de esta obra el último eslabón de la síntesis de las artes. Calificada como “principal embajadora”, “heredera espiritual”, o mentora y mecenas de Le Corbusier, Heidi Weber fue, en palabras del propio artista, “un monstruo de la perseverancia, devoción y entusiasmo”.
Las tres pinturas trazan la carrera de Le Corbusier entre la década de 1920 y 1940 y se subastarán junto a cuatro obras en papel procedentes también de la colección del Museo. Weber llegó a reunir una colección sin parangón de la obra de Le Corbusier, que permite además un visión global de su carrera. Desde las elegantes y rigidamente estructuradas composiciones puristas de finales de los años 1910 y principios de los veinte, hasta las exuberantes composiciones multicolores de sus últimos años, la asombrosa diversidad que caracteriza la obra de Le Corbusier puede apreciarse en la selección de obras que caracterizan las próximas subastas de arte impresionista y obras en papel de Christie’s. Aunque Le Corbusier se consideraba en primer lugar como un artista plástico, rara vez exhibía este faceta de su arte, prefiriendo en cambio mantenerla oculta a los críticos y a un público más amplio. Weber fue una de las primeras en reconocer la importancia de sus pinturas, dibujos y esculturas, dedicándose a lo largo de su vida a la promoción y difusión de este aspecto de su obra; pues, tal como ella misma afirmaba “Solo tengo un único deseo: ayudar a Le Corbusier a conseguir el reconocimiento para sus pinturas y esculturas que merece. Sus pinturas y esculturas deberían ser mundialmente reconocidas”. La selección presentada en Le Corbusier: importantes obras de la colección del museo Heidi Weber demuestra el amplio espectro de la obra plástica de Le Corbusier, y revela a un artista que desafía constantemente la definición estilística.
Pintado en 1926, Acordeón, garrafa y cafetera, que sale a la venta con una estimación de entre 1,5-2,5 millones de libras, muestra la creciente complejidad del vocabulario pictórico de Le Corbusier a medida que alcanzaba el punto álgido de su estilo purista de madurez. El artista pasó gran parte de la mediados de los años 20 enfocado en refinar sus composiciones de bodegones para reflejar mejor las teorías de orden y movimiento que sustentan el movimiento, reduciendo sus formas a la pureza geométrica de las mismas y minimizando el uso de color, restringido a una paleta de tonos austeros.
Producido durante un periodo de intensa experimentación en su pintura, Mujer gris, hombre rojo y huesos delante de una puerta de 1931 (1,2-2 millones de libras) destaca la aparición de varios motivos constantes dentro de la obra del artista. De las curvas voluptuosas del cuerpo femenino desnudo, al carácter simbólico de la mano abierta en el centro, la composición presenta una serie de temas que resultarían esenciales para las actividades pictóricas de Le Corbusier durante el resto de su carrera.
La última obra, pintada a lo largo de varios años que abarcan una década entre 1927-1938, y finalmente completada en 1944, Naturaleza muerta y figura (estimado en 1,5-2.5 millones de libras) es una pieza monumental que incorpora muchos de los temas y motivos que venían dominando el arte de Le Corbuiser. Como una colección caleidoscópica de colores y formas audaces, esta pintura puede considerarse como una síntesis del trabajo del artista en sus facetas de pintor y arquitecto.
Estas obras maestras han estado expuestas en Hong Kong entre el 17-20 de enero, posteriormente viajarán a Shanghai donde podrán verse el 8 de febrero; Pekín entre el 11-13 de febrero; para acabar finalmente en Londres entre el 23-28 de febrero, en que serán subastadas.