TONI CATANY Naturaleza Muerta nº. 186_ 1991
TONI CATANY: UNA EXPOSICIÓN PARA IR Y VOLVER
Cuando ir era volver es el título que lleva la nueva exposición de fotografía que se inauguró el pasado martes en Canal de Isabel II gracias a la Comunidad de Madrid. Se trata de un conjunto de instantáneas que resumen el trabajo de Toni Catany, un viajero autodidacta que se ha convertido en uno de los fotógrafos referentes de nuestro país.
El autor mallorquín falleció inesperadamente en 2013 y, en 2014, se creó la Fundación Toni Catany para difundir más su arte. Este proyecto es la primera retrospectiva que se presenta sobre el fotógrafo. Para ello se exponen todos los ámbitos de su obra, a la vez que se ofrece una visión trasversal de toda su trayectoria. “No nos interesaba hacer un recorrido cronológico, sino un recorrido a través de sus distintas obsesiones”, explicó el comisario, Antoni Garau. “Catany llegó a superar lo que es el fotoperiodismo y se encaminó a la búsqueda de la belleza en sus obsesiones íntimas y sentimientos”, añadió. La muestra hace especial hincapié en los viajes del artista, que para él fueron más bien un viaje a su interior. De esa idea, quizá, proceda el título de la exposición.
Su fotografía a menudo se etiqueta como “clásica”, “tradicional”, “neopictoricista”, incluso “nostálgica”, pero es mucho más que eso. El resultado de sus imágenes encierran cierto misterio; sus calotipos se asemejan al grabado antiguo y sus instantáneas en la calle parecen pinturas impresionistas. Fue un artista de muchas técnicas y ninguna influencia, él mismo decía: “Me interesa la Historia del Arte, pero no recuerdo ninguna inspiración”.
Su estilo resume su pequeño universo, un lugar donde los protagonistas son los objetos y personas que se encuentra por la calle. Tenía una costumbre que podría asemejarse a la que practicaban los dadaístas: la de recopilar objetos, ya fuesen valiosos o no, traídos de todas partes. Todos ellos evocan sus idas y venidas entre Llucmajor y Barcelona, entre el Mediterráneo y el resto del mundo, entre el interior y el exterior, entre los proyectos y los recuerdos, entre los procesos fotográficos del pasado y las tecnologías actuales. El mundo exterior formaba parte de su estudio.
La muestra se abre con la mítica fotografía del Niño de Ibiza y continúa con sus famosos bodegones, en su mayoría de flores y frutas. Catany tenía un especial interés en este motivo, lo que le hace acercarse más al estilo pictoricista. Sin embargo, cada una de las naturalezas muertas hablan de él y de su vida. Por ejemplo, su Serie de macetas revela una dedicatoria a su madre. También se aprecia un toque personal sobre su vida en la serie de Altares Profanos, ya que en casi todos introduce un mantel manchado de césped y tierra; esto es un recuerdo nostálgico de sus tareas en el campo cuando era niño: recolectar almendras con estas telas.
Por otro lado son muy características las imágenes reunidas en el apartado Miradas Fortuitas, que son retratos de gentes de la India y América del sur. Todas tienen la misma composición: el personaje mira de frente y el fondo suele ser de un color liso, algo que también aporta un carácter pictoricista al fotógrafo.
Esta exposición ha podido verse en la Fundación Catalunya – La Pedrera de marzo a julio de 2016 y ahora permanecerá abierta en la sala de arte del Canal de Isabel II hasta el 15 de enero de 2017. Ana Robledano Soldevilla.