TODO EL MUNDO ES UN ESCENARIO

TODO EL MUNDO ES UN ESCENARIO

TODO EL MUNDO ES UN ESCENARIO

La Fundación Santander presenta una sorprendente exposición de 90 obras de artistas contemporáneos de la colección Goetz

«Todo el mundo es un teatro y todos los hombres y mujeres meramente actores; tienen sus entradas y salidas…». Esto fue lo que en 1599 dejó escrito Shakespeare en su comedia Como gustéis y que ahora, febrero de 2015, le ha servido de inspiración a Katsten Löckemann para poner a punto la exposición All the worlds’s a stage. Una muestra con 90 obras de 27 artistas contemporáneos que forman parte de la colección de Ingvild Goetz, considerada como una de las diez más importantes del mundo, con 5.000 obras. Una colección, confiesa, para la que no quiso ni consultores ni asesores a la hora de comprar piezas. Le bastó su criterio. Nunca lo hizo en subastas.

Convencido Löeckemann de que el escenario sigue actuando en la sociedad multimedia de hoy como fuente de inspiración de las artes plásticas ha investigado, a través de esa colección, los vínculos entre ellas y el arte. Y encontró lo que buscaba. La exposición llega a España de la mano de la Fundación Banco de Santander y se ha instalado en la Sala de Arte de su ciudad Financiera de Boadilla del Monte. Un espacio de tres mil metros cuadrados en donde se ha ubicado los sorprendentes trabajos de autores consagrados. Para visitarla, como diría el poeta, hay que ir ligero de equipaje; en este caso con el espíritu abierto y curioso, dispuesto a la sorpresa y el gozo.

Todo empieza con un gran tríptico –calificado de misterioso e impresionante- de Michael Kunze. Se titula Vormittag (La mañana). Mide casi seis metros de largo y tres de ancho y en él hay 24 figuras fantásticas situadas en un escenario arquitectónico clásico. El misterio se extiende a las seis esculturas de bronce que le rodean. Son de Jonathan Meese, el llamado enfant terrible del arte actual alemán. La verdad es que son extrañas. El itinerario te lleva a recorrer, uno tras otro, los distintos apartados enlos que se ha estructurado la exposición.

El primero, La Fotografía, con 42 piezas de los tres grandes representantes de la Escuela Conceptual de Vancouver: Stan Douglas, Jeff Wall y Rodney Graham. Hay que mirarlas despacio. Suponen un gran trabajo, una belleza y contienen mensaje. El video ocupa un lugar preferente en la colección Goetz. Este nuevo arte fascinó a la coleccionista que se hizo con un número importante de obras, 375 de cuales no vaciló en donar al Estado de Baviera junto con el edificio construido por Herzog y De Meuron para albergarlas. En Video arte se muestran las obras de la pintora, grabadora, fotógrafa, cineasta y escenógrafa de óperas y teatro Ulrike Ottinger y de Matthew Barney además de Candide Breitz y sus siete parejas de monitores con escenas de comedias románticas. Janet Cardiff y George Bures Millar son los artistas de Instalaciones.

La curiosidad por saber qué hay detrás de una cortina mueve al visitante a descorrerla y a entrar en un pequeño espacio. Está solo y se sienta en la única silla que hay. Se coloca unos auriculares y mira al escenario que tiene enfrente. Nada es real. Todo es un video -proyección pero la experiencia de lo que ve y escucha merece la pena. Más allá, Elmgreen y Dragset muestran Go Go Go, una tarima de baile redonda con la barra de strip, acompañada por una fregona, un cubo y un cartel de “Cuidado suelo mojado”. Un modo de restar erotismo. Un poco más allá nos encontramos con un camerino vacío con una soga que cuelga del techo, una rosa marchita y una nariz de payaso. Algo para expresar la tristeza del artista olvidado. No se puede abandonar Instalaciones sin una mirada a Ronda, la  pequeña y poética obra de Leutenegger. Es una video-instalación en la que la sombra de la artista se proyecta mientras toca el piano. “La pintura”, el capítulo más breve, se llena con algunos cuadros del japonés Hiroshi Sugito y Matthias Weischer. Si no tiene mucha prisa se aconseja al visitante que de una vuelta más a la exposición. Hay muchas más sorpresas y cosas bellas que se esconden tras las varias cortinas negras que guardan la entrada a distintas habitaciones; hay una puerta verde abierta que no lleva a ninguna parte; la fotografía de un hombre joven que intenta con cuidado abrir o cerrar otra; la monumental transparencia circular Restoration con el paso, por la frontera suiza, de los exhaustos soldados franceses que huyen de los alemanes…

Y como no se puede entender el teatro sin títeres ni muñecos, nada mejor que darse un paseo por una de las últimas salas: marionetas, ventrílocuos, muñecos articulados…

Abierto hasta el 14 de junio de 2015. María Pura Ramos.

Michael Kunze. Vormittag (La mañana), 1992-1995. Cortesía de la Colección Goetz
Markus Schinwald. Marioneta. Cortesía de la colección Goetz.
Jeff Wall. Restauración, 1993. Caja de luz con transparencia cibachrome, 137 x507x 22 cm. Cortesía de la Colección Goetz.
HanS-Peter Feldmann. Sombras, 2005. Instalación con platos giratorios, juguetes y luz. Cortesía de la colección Goetz.