“SERÍA MÁS SALUDABLE QUE LOS NUEVOS COLECCIONISTAS NO SE PREOCUPASEN TANTO DE GASTAR MUCHO PERO ASUMIESEN MÁS RIESGOS”, MICHAEL FINDLAY

“SERÍA MÁS SALUDABLE QUE LOS NUEVOS COLECCIONISTAS NO SE PREOCUPASEN TANTO DE GASTAR MUCHO PERO ASUMIESEN MÁS RIESGOS”, MICHAEL FINDLAY

Michael Findlay en CaixaFórum Madrid.

“SERÍA MÁS SALUDABLE QUE LOS NUEVOS COLECCIONISTAS NO SE PREOCUPASEN TANTO DE GASTAR MUCHO PERO ASUMIESEN MÁS RIESGOS”, MICHAEL FINDLAY

Michael Findlay, director de Acquavella Galleries Nueva York, ha sido un importante galerista en la Gran Manzana e impulsor y representante de artistas como Lucian Freud, Joseph Beuys, Sean Scully y Ray Parker, entre otros. Gran conocedor del mercado del arte y el coleccionismo, entre las décadas de los 60 y 80 llegó a adquirir algunos de los primeros retratos de Andy Warhol. En 1984 se incorpora a la casa de subastas Christie’s como responsable del departamento de Impresionismo y Arte Moderno; institución  donde, en 1992, fue nombrado Director Internacional de Arte y miembro del Consejo de Dirección. Actualmente continúa su trayectoria dentro de este ámbito y es miembro activo de varias fundaciones y organismos institucionales vinculados al mercado del arte. Le entrevistamos en CaixaForum Madrid, (donde ya participó en el Círculo de Arte y Mecenazgo) tras impartir una conferencia sobre la importancia del apoyo público y privado en el arte como estimulador del crecimiento económico de una región. Hablamos con él sobre estas cuestiones y sobre el papel destacado del coleccionismo privado.

Michael Findlay en CaixaForum Madrid.

Usted ha ocupado puestos de peso en el mundo del arte y ha entrado en contacto con importantes personalidades (coleccionistas, galeristas, etc.). ¿Cómo ha sido su relación con ellos?

* Bueno, me viene a la cabeza un particular cliente que conocí a principios de los 60, que comenzó a coleccionar arte contemporáneo con su pareja, sobretodo arte pop de la generación de Warhol. En aquel momento eran artistas completamente desconocidos, pero a estos coleccionistas les entusiasmaban, aunque nunca sabían dónde ponerlo en su casa. Sus compras no tenían nada que ver con una inversión, y no gastaron mucho dinero en estas obras. Siguieron haciendo esto durante 20 años, hasta crear una gran colección que finalmente se convirtió en un pequeño museo que han abierto al público. Ahora seguimos siendo amigos 50 años después. Tuve la oportunidad de organizar una exposición con sus fondos en Japón. La lección que aprendí de esta pareja fue que las personas que coleccionan por pasión, sin ninguna estrategia inversora, gastan el dinero para disfrutar del arte, al igual que quien gasta el dinero en un menú de restaurante: disfrutan de la comida y ya está. A la larga, estas colecciones son las más valiosas, contienen obras de autores que nadie conoce pero también tienen trabajos de aquellos que 50 años después han hecho historia.

* Acaba de decir en su conferencia que el impulso cultural y artístico conlleva un incremento del turismo y, por tanto, un beneficio para la economía del país. ¿Y qué pasa con esa sección del mercado del arte de las grandes subastas, en las que se mueven enormes cantidades de dinero y se dirigen a una élite de la población? ¿Cómo esa burbuja económica que nunca se ve afectada por las crisis puede beneficiar la economía global?

* [Risas] Es que no lo beneficia, porque estamos hablando de una parte del mercado que representa una fracción minúscula dentro de esos 62.000 millones de dólares que conforman el mercado mundial del arte. Esta parte del mercado al que te refieres alude a las grandes obras de altos precios que pueden llamar la atención, pero la cifra resulta económicamente insignificante comparado con el sano mercado de artistas vivos que se venden en Abu Dhabi, Sydney, París, Nueva York, Madrid… Ese mercado medio es importante, pero lo que resulta esencial es el apoyo que dan los gobiernos. ¿Lo promueven? ¿Les ofrecen ventajas fiscales o algún tipo de beneficio, o más bien lo desalientan incrementando los impuestos?

* En el caso de España, por ejemplo, se ha reducido mucho la financiación del Estado en el ámbito cultural, en comparación con épocas anteriores. Parece que hay más impulso por parte de las empresas privadas o de particulares que hacen sus donaciones.

* En Estados Unidos, si un particular o empresa privada financian o donan a un museo, reciben un beneficio fiscal: se les reduce los impuestos. De esta forma apoya el mercado del arte. De hecho, no solo ofrece estas ventajas sino que también paga a los artistas a través de un sistema de reducciones fiscales; esos impuestos sacrificados que no reciben, se ven compensados con creces por las ventajas derivadas de, por ejemplo, la creación de nuevos museos, porque se genera negocio.

Subasta Christie’s. Puja.

* ¿Se ha convertido el arte en un producto de consumo?

* [Risas]. Es curioso que en la actualidad hay mucha más gente que visita los museos… ¡Están llenos de gente! Pero, ¿qué hacen los visitantes? ¡Toman fotos! ¡No miran las obras! Creo que tenemos que animar a la gente, especialmente los niños, a que aprendan a mirar una pintura o una escultura; como cuando aprenden a leer literatura o a escuchar una pieza musical. Hay que sensibilizar al público. Y eso no significa que tengan que gastarse el dinero en obras de Picasso o Warhol, simplemente basta con que vayan a un museo y encuentren algo con lo que sean capaces de conectar.

* ¿Y cómo podemos hacer para enseñar esto a los niños, la sociedad del futuro? 

* Llevándolos a los museos, pero sin tabletas, teléfonos ni audioguías. Es necesario buscar estrategias que ayuden al niño o el adolescente a conectar con las obras; que respondan honestamente si les gusta o no, que no piensen si algo es bueno o malo porque está establecido, sino que se abran a ellas. Si se produce esta conexión a nivel emocional, entonces les va a interesar saber más sobre esta obra; de lo contrario, recibirán únicamente la información que les den y pensarán: “No se quién ha hecho esto” o “¿de qué época es?”. La información es importante, por supuesto, pero debería ocupar un segundo lugar. Lo primero, lo primordial, es que se establezca una conexión con la obra.

Selfie de Cecilia azcárate. Arte popular.

* En el mundo del coleccionismo supongo que será el mismo proceso. ¿Cree que están surgiendo nuevas generaciones de jóvenes coleccionistas que han tomado el relevo de las anteriores?

* Bueno… [Resopla] no tengo una visión global sobre esto. Desafortunadamente, lo que ha ocurre es que mucha gente joven que piensa en coleccionismo lo considera una parte diferente de su cartera inversora, por así decirlo. Porque se ha hecho mucho énfasis en que el arte es una inversión. Este concepto desanima a la hora de asumir riesgos, de forma que compran lo mismo que compran sus amigos. Por eso se producen esas burbujas que engloban a un número muy reducido de artistas muy famosos. Sería más saludable que los nuevos coleccionistas no se preocupasen tanto de gastar mucho dinero, pero asumiesen riesgos, sin importarles lo que piensen los demás.

* Actualmente los centros culturales se están desplazando geográficamente: de Europa a América, y ahora más hacia Asia. ¿Cuál ha sido la evolución de este cambio?

* Creo que tenemos que distinguir entre dónde están los  artistas, dónde se compran las obras y donde se contemplan, porque quizá estamos hablando de tres lugares diferentes. No considero que tenga que haber una localización física de autores en una ciudad y en un tiempo concreto, porque hoy en día los artistas se mueven mucho más que antes. Barceló, por ejemplo, vive entre Mallorca, Mali y París. Los sistemas de comunicación se han ido haciendo más sofisticados, de modo que ya no va a haber un único centro. Sin embargo, sí hay lugares que la gente sigue queriendo visitar, lugares que dicta la economía, es decir, donde la economía es más sólida. En Suiza ha sido muy fuerte, por eso hay ferias y museos; en Hong Kong, por ejemplo, no hay museos pero sí muchas galerías. También en Londres y Nueva York existe la masa crítica de casas de subastas, que en el futuro serán centros de arte. Otras ciudades pueden formar parte de este mundo, siempre y cuando las autoridades pongan sus energías en fomentar el negocio del sector artístico.

* Con respecto a las ferias, ¿cuál diría que es ahora la más influyente?

* Para mí hay que distinguir entre dos tipos: la feria que existe de forma orgánica, que ha crecido en un sitio, y aquella que ha nacido de nuevas. En cualquier caso, una feria de arte es buena para la economía de una región, por eso todo el mundo quiere tener una en su ciudad. A nosotros, como galería, nos invitan todas las semanas a alguna: Moscú, Chicago… y tienes que decidir a cuál de ellas acudir o dónde va a haber más coleccionistas diferentes de los que ya tenemos en Estados Unidos [la sede de su galería se encuentra en Florida]. Nosotros acudimos a Art Basel, Art Basel Miami y Art Basel Hong Kong, también a Frieze Art Masters y Frieze New York. Aunque interesan más las ferias en el extranjero, porque nos aportan nuevos coleccionistas. Ana Robledano Soldevilla@ARobledano

Michael Findlay en CaixaForum Madrid.