Sean Scully y Liliane Tomasko.
SCULLY Y TOMASKO LOS INTÉRPRETES DE LA REALIDAD, EN LA FUNDACIÓN BANCAJA
El nuevo curso expositivo de la Fundación Bancaja en Valencia arranca con la muestra Sean Scully + Liliane Tomasko. Consiste en el acercamiento a estos dos artistas que, además de compartir su vida en matrimonio, también comparten su estudio en Nueva York y fu forma de crear que, aunque no tengan nada que ver la una con la otra, ambas se basan en la interpretación de la realidad vivida.
Scully es posiblemente el pintor abstracto vivo más cotizado del mercado del arte neoyorquino, Javier Molins, el comisario de la exposición, apuntó que un cuadro de este autor rondaría por el millón y medio de dólares. La recopilación de obras que veremos en la sala responden a cinco décadas de su carrera, desde los años 70 hasta obras pintadas el año pasado. Sean tuvo una infancia dura, vivió en lugares marginales en los suburbios de Irlanda y fue pandillero juvenil en las calles. Decidió estudiar en la escuela nocturna y eso le facilitó el acceso a la escuela de arte, hasta que llegó a ser profesor de universidad. En su primera etapa como artista se dejó influenciar por el academicismo del momento: el minimalismo, por lo que las primeras pinturas fueron siempre carentes de título y monocromas. Esto duró hasta finales de los 70 y principios de los 80 cuando cultivó una enemistad con el minimalismo y rompió con esta tendencia. Durante los 80 y 90 da comienzo la madurez en su estilo, cuando empezó a inspirarse en la realidad vivida, especialmente en sus viajes a África. Marruecos fue una de las regiones que más le marcó, y eso le sirvió para pintar cuadros que le recordasen a lo visto y vivido allí.
Ya iniciado el siglo XXI, en el año 2000, introduce una novedad en su estilo que es la utilización de planchas metálicas de aluminio o bronce como soporte de la pintura en lugar del lienzo. Además añade los “inserts” que son como ventanas dentro del cuadro. En esta etapa se aprecian composiciones de horizontes y muros de piedra entre otros motivos.
Curiosamente el estilo de su mujer, Liliane Tomasko, no se toca con el de su marido. Como ya se ha indicado, ambos procesos creativos se inspiran en la realidad y son abstractos, pero no coinciden ni se influencian el uno con el otro. Tomasko tiene un motivo muy constante que es el de los colchones, camas deshechas, telas apiladas… objetos muy hogareños y de textura blanda. Se la llama “pintora de las ausencias” porque representa lugares donde se sabe que ha habido alguien pero ya no está. Esta primera etapa de la artista no se consideraría abstracción pura, ya que es pintura figurativa. Además lo interesante de este primer estilo es su proceso creativo, en e cual primero hacía una escultura, después lo fotografiaba con una cámara Polaroid, y por último la pasaba al lienzo. Su evolución empieza a ser notoria cuando sus escenas son más desenfocadas, y comienza a representar lugares como esquinas, o ventanas con cortinas… espacios que como ella decía “nunca nos llaman la atención”. Poco a poco fue encaminándose a la pura abstracción hasta abandonar su anterior estilo.
Hasta el 15 de enero. Ana Robledano Soldevilla. @ARobledano