Rusia, iconos y ortodoxia en Setdart
La casa de subastas presenta, por primera vez en nuestro país, una colección de iconos rusos de los siglos XV al XX. Las más de 70 piezas que se exponen entre sus sedes de Madrid y Barcelona permiten viajar a un lugar y tiempo completamente ajenos. Cismas, tradición, devoción, reyes e invasores están reflejados en estas pinturas. La venta tendrá lugar el jueves 23 de septiembre y se editará un catálogo científico con la colaboración de varios expertos.
El próximo 23 de septiembre, Setdart quiere hacer historia en el mundo de las subastas españolas con una venta dedicada en exclusiva a más de 70 iconos religiosos rusos de entre los siglos XV y XX procedentes de la misma colección particular. Estas escenas, heredadas de la plástica bizantina, se caracterizan por la estilización de las figuras de Jesús, la Virgen y los santos y la repetición de iconografías muy concretas (casi coreografiadas).
Ese concepto de pintura devocional, que privilegia el simbolismo por encima de cualquier consideración naturalista, puede resultar algo muy ajeno para un país con una tradición contrarreformista como el nuestro. Frente a nuestro empeño por humanizar lo divino, los pintores rusos se esforzaron por mantener vivos unos misterios de la fe que a este lado de Europa relacionamos con la Edad Media.
Más de cinco siglos de historia de la ortodoxia rusa se pueden contar con estos lotes: desde la escisión del Patriarcado de Constantinopla en 1448, pasando por el cisma de los Viejos creyentes tras la reforma de Nikon en 1654, a la persecución que sufrió ese colectivo por parte de Pedro I el Grande, o el nuevo interés que suscitaron los iconos la primera década del siglo XX.
Gracias a esta variedad, Setdart ha conseguido la participación de varios expertos en la materia que colaborarán en la edición de un catálogo científico.
La pieza de más valor es obra de la Escuela de Nóvgorød y está datada en el siglo XVI. Se trata de un Santo Gran Mártir Jorge rodeado de 18 escenas de su vida. Se estima su precio entre 25.000 y 30.000 euros. A través de seis registros horizontales y 20 escenas, se narra la vida de San Jorge, patrono de Rusia, y en especial los tormentos y tentaciones a los que se vio sometido. El estilo plástico de las obras producidas en Nóvgorød estaba muy influido por la tradición bizantina pero con algunas variaciones como una paleta mas clara, menos volumen y facciones más suaves.
En el mismo rango de valoraciones se encuentra un Juicio Final probablemente de la misma escuela y datado entre los siglos XV y XVI. La impresionante escena tiene algunos componentes en común con las representaciones de este pasaje bíblico del arte más occidental –Cristo Juez en una mandorla rodeado de los santos y los justos– y algunos elementos particulares (como la representación del diablo en riguroso perfil con un tocado cónico y con la serpiente saliendo de su boca y cruzando el juicio de las almas para acabar a los pies de Adán y Eva en el Paraíso, o la presencia de dos esferas que simbolizan el mundo terrenal y el espiritual).
Entre 20.000 y 25.000 euros está una obra a medio camino entre lo histórico y lo místico: Asedio de Kazán. Bendita sea la hueste del Rey de los Cielos. La escena que describe es la batalla que lideró el zar Iván el Terrible en 1552 contra la Horda de Oro –un estado mongol que nació tras la caída del Imperio Mongol en el siglo XIII– que ocupó parte de Rusia durante 150 años.
Este fue un encargo personal del Zar no solo como conmemoración de su victoria terrenal, sino como un esfuerzo teológico por establecer la creencia de que Moscú era la tercera Roma y relacionarla con la Nueva Jerusalén. Su estilo se enmarca en la Escuela Rusa de Moscú, que representa una evolución respecto al conservadurismo que los Viejos creyentes impondrán en sus creaciones. Las intervenciones celestiales están representadas dentro de cuatro mandorlas en la parte central y superior: en el centro el arcángel San Miguel sobre un caballo alado, encima de este la Trinidad, arriba a la izquierda San Elías en el carro de fuego y a la derecha la Virgen sedente con el Niño.
San Jorge luchando contra el dragón por 18.000 a 20.000 euros nos da la oportunidad de ver una sensibilidad distinta al proceder de la Escuela del Norte de Rusia en el siglo XVIII. Mientras que el Descenso de Cristo a los infiernos, probablemente de la escuela de Nóvgorød de los siglos XV o XVI, por 15.000 a 18.000 euros, nos vuelve a demostrar el peculiar canon para representar a los demonios. En esta escena son dos figuras monocromas postradas en el suelo, de estricto perfil y con un tocado cónico.
Por 15.000 a 18.000 euros volvemos a contemplar en la Ascensión de Elías la característica iconografía de la que se dota a este santo del Antiguo Testamento. Se utiliza el recurso del carro de fuego en lo que podría parecer un guiño al Helios griego. Además, en las escenas que se mezclan y cruzan en la parte inferior, se cuenta la vida del santo.
Por algo menos, de 12.000 a 15.000 euros, tenemos una Déesis inspirada en los modelos de Andréi Rubliov y Dionisio a principios de los siglos XV y XVI, respectivamente. La casa de subastas supone que este tríptico originalmente ocuparía un iconostasio, utilizado para ocultar de la vista de los fieles el momento de la consagración durante la misa.
Más extraño es el icono de San Jorge Gran Mártir, valorado de 12.000 a 15.000 euros. Se trata de una pieza reutilizada ya que tiene incrustados 16 pequeños iconos de bronce que sustituyen las escenas pictóricas que debieron rodear la figura del mártir. En vez de una visión de conjunto de la historia de un santo en particular, nos encontramos con la manifestación física de la devoción personal de su dueño entre los siglos XVII y XVIII (cuando fue modificado). Esto se debe a que las adscripciones de esas piezas metálicas no tienen que ver con San Jorge ni siguen un tema común. Un detalle interesante es que la pieza situada en la esquina inferior izquierda sigue el modelo de otro icono presente en la subasta: La protección de la Madre de Dios o La Virgen de Porkov, de 3.000 a 4.000 euros.
Por último, hablaremos de un buen ejemplo de la plástica desarrollada por los mencionados Viejos creyentes. Este colectivo se opuso a la reforma de Nikon en 1654 y prefirió continuar con su versión más estricta de la ortodoxia. La protección de la Madre de Dios valorada entre 5.000 y 6.000 euros, presenta las características clásicas de las piezas producidas por sus talleres: la orla tallada, las inscripciones que acompañan a los santos, el anagrama «ICXC» en la parte superior –se trata de una abreviatura del nombre griego de Cristo–, las cruces de ocho puntas y las bendiciones con dos dedos extendidos (en vez de los tres utilizados por los reformistas).
Gracias a todas estas piezas nunca ha sido tan fácil acercarse a la cultura rusa de la Edad Moderna y el siglo XIX y principios del XX. Las particularidades de cada obra se complementan con sus similitudes y crean un recorrido del que, además del coleccionista, el visitante también saldrá enriquecido. Héctor San José.