RUBENS. RETRATOS PRINCIPESCOS
Durante la Edad Moderna, el género del retrato jugó un papel fundamental como transmisor de la imagen del poder. Reyes, príncipes de la iglesia o nobles se sirvieron de él para mostrar ante sus súbditos y a lo largo de sus territorios, su imagen. Además, los retratos fueron una pieza de canje de gran peso dentro la política de alianzas entre las monarquías y casas principescas del momento; no como regalos de índole diplomática, sino también como piezas dentro de las galerías publicas de los palacios, puesto que a través de ellos se mostraban las alianzas públicas y familiares de los grandes personajes. Por ello, para su realización se acudió a los pinceles de grandes artistas, como Holbein, Tiziano, Velázquez, Pourbus y, como no, Rubens. La exposición que acaba de inaugurar el Museo Luxemburgo, el palacio parisino construido en 1625 por la reina María de Médicis, pone el foco en la vital importancia de Rubens como retratista.
No cabe duda de que Pedro Pablo Rubens (1577-1640) es uno de los grandes artistas de todos los tiempos. Abarcó prácticamente todos los géneros pictóricos, en los que alcanzó altísimas cotas de calidad e inventiva. Muchas de estas facetas han sido abordadas a lo largo del tiempo en las más variadas publicaciones y exposiciones. Paradójicamente, su faceta como retratista, fundamental para entender el desarrollo del género, no había sido todavía objeto de una exposición monográfica. Rubens. Retratos principescos, ahonda por fin en el tema. A lo largo de ocho secciones, el visitante tendrá la posibilidad de viajar por la trayectoria vital del artista.
La muestra arranca en Italia, donde el artista permaneció entre 1600 y 1608. Además de formarse y aprender de los grandes maestros de la centuria anterior, cabe resaltar un hecho importante: la entrada al servicio de los Gonzaga en Mantua; no en balde, sería a través de ellos cuando se produjo su primer viaje a España en 1603 para llevar regalos diplomáticos a la corte de Felipe III. A partir de 1608 Rubens desarrollaría su carrera, ya en Bruselas, al servicio de los archiduques Fernando e Isabel Clara Eugenia, ligando así sus pinceles a la todopoderosa casa de Austria, hecho que le vincularía poco después a la monarquía hispánica y especialmente a Felipe IV. Otro hito fundamental en su carrera, siempre en paralelo a lo que acabamos de contar, fue su viaje a París en 1621 para trabajar para la reina viuda, María de Médicis. Es precisamente este importantísimo personaje el eje en torno al que bascula toda la exposición. Nieta, hija, esposa y madre de reyes y reinas, su figura se proyectó por toda Europa al mismo tiempo que su descendencia: la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV; la reina Enriqueta María, casada con Carlos I de Inglaterra; y cómo no, Luis XIII de Francia. Para ella Rubens pintaría además una de sus series icónicas, los veinticuatro enormes lienzos sobre la vida de la soberana dispuestos precisamente en el Palacio Luxemburgo, que se inauguró en 1625 y que hoy se encuentran en el ala Richelieu del Museo del Louvre.
Además de los retratos de Rubens de los principales personajes de la corte de Mantua, la casa de Austria y la monarquía francesa, el visitante tendrá la oportunidad de contemplar, a lo largo de las 89 piezas que conforman la exposición, pinturas, grabados y tapices que enmarcan el guión expositivo. Es el caso de algunas pinturas historicistas francesas del siglo XIX; de otros retratos contemporáneos como los de Pierre Pourbus, Philippe de Champaigne, Anton van Dyck o Juan Bautista Martínez del Mazo; o de las estampas abiertas entre 1704 y 1710 por Jean-Marc Nattier sobre la serie de la vida de María de Médicis.
Para la ocasión, se ha preparado un interesante catálogo razonado en el que tanto el comisario de la muestra, Dominique Jacquot, conservador jefe del Museo de Bellas Artes de Estrasburgo, como otros especialistas en la materia, ahondan en cada uno de los ámbitos en los que se desarrolla la exposición. Rubens. Retratos principescos ha sido organizada por la Réunion des Musées nationaux y el Grand Palais, permanecerá abierta hasta el 14 de enero de 2018.