Ricardo Sanz: “Es una pena que la pintura del XIX esté en los depósitos”

Ricardo Sanz: “Es una pena que la pintura del XIX esté en los depósitos”

El artista donostiarra afincado en Madrid lleva 40 años dedicándose a una pintura realista con un estilo muy personal, y es uno de los pocos herederos del arte figurativo. Su maestría del retrato le convirtió en “pintor de Corte” de los Reyes de España, a quienes ha retratado en más de tres ocasiones. El próximo 2 de agosto expone en Casa de Vacas su primera retrospectiva, donde se arroja luz, no solo a su don en el retrato, sino también a la calidad de sus paisajes urbanos y naturales. Hablamos con él sobre la muestra, su inspiración en la pintura del XIX, y nos confiesa sus opiniones en aspectos generales de la pintura contemporánea y del mercado.


Usted viene de una familia inmersa en el mundo del arte, ¿ha afectado eso en su vocación?

Yo pienso que sí. En mi casa existía una atmósfera de amor por el arte y la pintura. Pero no solamente en mi familia, sino en la sociedad en general, mucho más que ahora.

¿Descubrió esa vocación desde niño?

Más bien desde la adolescencia. Siempre lo sentí dentro de mí pero lo descubrí más mayor.

¿Algún artista le fascinó especialmente a esa edad?

Me gustaban mucho los impresionistas, la pintura del XIX en general, pero también Velázquez me ha gustado desde siempre. Muchos autores.

Si tuviese que elegir uno…

Es muy difícil, porque hay dos momentos muy importantes de la pintura; primero el Barroco con Velázquez, que fue el primer impresionista, y después los pintores del XIX europeos que son muy interesantes.

El Prado acaba de sacar de sus almacenes el cuadro del león de Rosa Bonheur. ¿Opina que deberían recuperarse las pinturas decimonónicas en los museos de arte antiguo?

Claro. Antiguamente el Casón del Buen Retiro estaba dedicado entero a la exposición de obras del XIX. Ahora son oficinas. Las pinturas pasaron a colgarse en las salas del Prado, pero solo unas pocas. Es una pena que la pintura del XIX esté en los depósitos, porque es interesantísima.

Algunos le encasillan a usted en el Hiperrealismo…

Algún despistado [Risas]. Mi pintura nunca ha sido absolutamente realista. Bebe del siglo XIX, una pincelada suelta, colorista, figurativa pero no fotográfica.

Lo que más me recuerda al siglo XIX son sus fondos y sombras color malva.

Yo también lo noto, pero no puedo remediarlo, me lo pide el subconsciente. En el Barroco las sombras eran oscuras, pero en el Impresionismo se empezaron a utilizar colores más vivos para captar la luz. De esta manera se trabaja el contraste entre colores fríos y cálidos. Los impresionistas franceses, o los españoles como Sorolla, utilizaban esta gama de violetas y azules. Yo lo absorbí como una esponja.

¿Quién diría usted que es su maestro?

En la Historia del Arte hay muchos, y en concreto en España hay maestros espléndidos como Velázquez, del cual hemos bebido la mayoría. Van Dyck y Rembrand me fascinan, pero, como te decía, los autores del XIX de toda Europa me marcaron, y no solo los impresionistas. Por otro lado, me entusiasmaron los clasicistas españoles que conocí de joven recién llegado a Madrid, por ejemplo Macarrón como retratista era maravilloso, Torrets Lladó… cuando descubrí esta generación de pintores entendí que su trabajo era muy importante, por lo que les considero maestros.

¿Qué opina de Félix Revello?

Pues que es un pintor extraordinario. No sé si seguirá trabajando, debe de tener noventa y muchos años, sé que existe un museo dedicado a él en Málaga, pero supongo que él no trabajará más. Revello de Toro hizo uno de los últimos retratos de Franco con su mujer. Yo entonces era muy joven y ese pintor me llamó mucho la atención, pensé: “qué curioso, un artista actual figurativo y con esa soltura”. Toda esta generación de pintores, que no son muchos, han continuado la tradición de lo figurativo, y yo he querido seguir el mismo camino.

¿Hay mucha competencia hoy en el oficio del retrato y en este estilo concreto?

La ha habido siempre, aunque no es muy exagerado porque tampoco hay tantos artistas que hagan esto.

Entonces, ¿son más importantes sus obras figurativas que las de paisajes?

Bueno, el ser humano como protagonista de la pintura me parece algo fascinante, pero también hago paisajes, porque uno necesita ir cambiando y alternar temáticas. Además, me gusta tener varios cuadros empezados e ir terminándolos simultáneamente. Pintar paisajes da mucha más libertad que un retrato, y gustan mucho.

Retrato de SSAARR Los Príncipes de Asturias
Ricardo Sanz con Felipe VI
Hijas del Albaicín
Ricardo Sanz pintando a Lola Herrera
Primeros rayos de sol en la Gran Vía
Día de feria
Luz de mañana en la calle Alcalá de Madrid

Su exposición en Casa de Vacas tiene como eje el efecto de la luz, ¿qué diferencias se plantean a la hora de representarla en un retrato o en un paisaje?

Normalmente los retratos tienen una luz interior y más dirigida, como si viniese de una ventana; la del paisaje es muy distinta.

¿Pinta al aire libre para poder captarla bien?

Sí, para cuadros pequeños.

¿Tarda tanto como Antonio López para conseguir la luz perfecta?

Hombre… Antonio López no pintaba como en la película en la que estás pensando. No se puede pintar del natural así de despacio; todo lo contrario, hay que ser rápido porque es muy cambiante. En la película de Antonio López lo representaron así porque quedaba bonito cinematográficamente. Pero para pintar hay que ser rápido, y más si es un retrato. Un vestido, una camisa… hay que hacerlo de una vez, porque el modelo se mueve y cambia todo.

¿Cuál es el objetivo de su pintura?

El mismo que el del arte en general: el goce del espíritu, el hacer vibrar algo por dentro. Que al visitante le llene. El arte sirve para esto, no para la protesta, para denunciar se pueden emplear otros medios. Y no hablo solo de artes plásticas, sino de todas las artes. Yo de adolescente sentí esa vibración, y entendí que esa debe de ser la finalidad, tocar las teclas de lo más profundo del ser humano. ¿Con qué motivo se construyeron las grandes catedrales medievales? Para apelar al alma.

¿Cree que ese fin se busca mucho en el arte contemporáneo?

No. Pero ¡ojo! mi arte también es contemporáneo, y sí busca ese fin. Pero ya sé a qué te refieres con el arte contemporáneo mal llamado. Al arte conceptual y a lo que se expone en ARCO no creo que le interese ese valor, a mí nunca me hubiese llamado la atención el oficio de la pintura por visitar ARCO, porque no me mueve nada, ni por dentro ni por fuera, ¿comprendes? [Risas]. A mí no me merece la pena pegarme la paliza de ir para ver cosas que no me llenan, entiendo que detrás hay un negocio muy activo, especulación etc., pero eso no me interesa, únicamente el arte.

¿Opina que lo que se expone en ARCO no cuenta como arte?

No diría que el 100%, pero en una gran parte no lo considero arte. Los amantes de esas tendencias lo defienden diciendo que no gusta a quien no lo entiende, pero yo he estudiado en profundidad la Historia del Arte, he viajado mucho y no nací ayer. El problema está en que hay una gran mentira, todo el mundo sabe que es mentira pero se acepta socialmente. Además si algo es muy caro directamente se acepta como bueno.

Todos los artistas deberían tener una formación en Historia del Arte.

No solo eso, sino que también necesitan tener una mirada educada por haber visto buena pintura, buena escultura etc. Hay que saber diferenciar lo que es bueno de lo que es malo.

¿Cómo ha sido su evolución?

En esta exposición retrospectiva en Casa de Vacas se puede apreciar bien. Sobre todo he evolucionado en cuanto al color. Mi modo de trabajar y mi personalidad han ido cambiando hasta llegar a lo que hago ahora. La figuración y la pincelada suelta es lo que se ha mantenido siempre, y a lo que me he encaminado es a la perfección de la síntesis, es decir, con muy poco conseguir mucho, como hacía Velázquez.

En algunos retratos parece como si tendiese a la abstracción.

Me gusta hacer fondos abstractos, pero nunca haría pura abstracción, me aburre. Igual me pasa con los bodegones, me aburre pintar objetos. Sin embargo, retratar personas posando es mucho más dinámico, da pie a hacer una introspección psicológica, a captar la mirada del retratado. La mirada es el espejo del alma. Pintar unas naranjas no me gusta, pero al lado de una figura humana sí, igual me pasa con la abstracción. Esa mezcla me parece moderna, interesante, curiosa.

¿Qué quiere aportar a la Historia del Arte español?

Sentimiento. No pretendo romper ni revolucionar, de eso ya se encargan muchos. Lo que quiero es que el espectador vea mis cuadros y se enamore. Crear el goce artístico en personas con sensibilidad. Nada más. La Historia del Arte que diga lo que quiera [Risas]. Vivimos en un mundo cada vez más agitado por la rapidez de internet. Nadie se para a ver un cuadro y sentir algo. Ahora todo el mundo mira a través de las pantallas y es muy importante que se sigan visitando exposiciones físicamente.

En cuanto a la técnica, ¿cuáles son sus mayores preocupaciones?

La luz es fundamental. Los cineastas se inspiran en pintores del pasado para la iluminación. El mismo objeto o paisaje no dice nada y dice todo según se aplique bien la luz.

¿Cuál es la mejor luz?

La del atardecer es dorada y más colorista, a medio día es demasiado blanca. Pero en los paisajes urbanos la luz de primera hora de la mañana es muy bonita, las sombras son alargadas, se ilumina solo la parte de arriba de los edificios…

¿Quién es el que mejor representa la luz?

Pues Rembrandt con sus golpes de luz, Sorolla… ¡muchos! Y Velázquez en Las Meninas consigue con maestría una iluminación muy difícil: esa luz tenue del interior de un palacio. No es una luz dirigida, sino ambiental, atmosférica y débil en su punto.

¿Cómo añade creatividad en un género tan rígido como el retrato?

Es complicado. Yo procuro que haya movimiento, no quiero que sea fotográfico. Me preocupa mucho aportar elegancia. Tengo una intuición que me dice cómo debe ser retratada la persona. Cada caso es distinto y las miradas son la clave.

¿Cómo fue convertirse en retratista del Rey?

Un gran honor.

¿Cuántas veces ha retratado a Felipe VI?

Tres veces.

¿Son amigos?

No podría hablar de amistad. Charlamos, pero es una relación cordial.

¿Cómo vende?

A través de exposiciones en galerías importantes, y normalmente encargos de empresarios, banqueros…

¿Cuánto cuesta un retrato suyo?

No es bonito hablar de dinero en una conversación sobre arte.

¿Y sus precios en galería?

Cualquiera puede informarse. Tengo unas listas de precios que voy actualizando. Se vende pero de una manera discreta y privada.

¿Le falsifican?

No falsifican mi firma pero varios artistas me han copiado mis retratos cambiando la cabeza según sus clientes. ¡Hubo uno que descubrí en Rusia!