Récord para Alemania: un la tour por 4,3 millones de euros
La casa de subastas Lempertz ha hecho historia con la venta de Niña soplando un brasero de George de la Tour por 4,3 millones de euros. Este ha sido el mejor resultado para una obra de arte antiguo en subasta en Alemania.
Menos de 50 obras de George de la Tour conforman el corpus del artista. La mayoría se encuentran en colecciones públicas, solo un pequeño porcentaje continúa en manos privadas. Entre estas, Niña soplando un brasero es, según se cree, la única que sigue la composición de escena nocturna iluminada por una fuente de luz puntual. A esta excepcionalidad se suma el hecho de que está firmada, algo inusual en el artista. Por tanto, no es de extrañar que se haya conseguido un récord –4,3 millones es la cifra más elevada pagada por un la tour– pero sí es más atípico el lugar donde se ha celebrado la venta.
En contra de lo que habría sido habitual –una subasta en Londres o Nueva York– esa joya ha aparecido después de 45 años en la casa Lempertz de Alemania. Las razones por las que el propietario –probablemente un heredero de Hinrich Bischoff, quien la adquirió en 1975 en Christie’s– no ha buscado un foro más público para esta licitación son desconocidas. Podemos especular con problemas en el movimiento de mercancías por la COVID-19, un trato apalabrado con un comprador previo a la subasta o un sentimiento nacionalista que implica una vuelta a entornos más locales; pero lo cierto es que esta anomalía ha convertido también a este lienzo en la pieza de la Edad Moderna más cara vendida en suelo alemán.
Y es que, si tenemos en cuenta que Lempertz aseguraba previamente a la subasta la obtención del permiso de exportación, no hay una razón de peso en un mercado del arte que nunca ha sido tan ubicuo y digital, para tener que recurrir a las sedes tradicionales.
Niña soplando un brasero pudo contemplarse en la exposición monográfica Georges de La Tour. 1593 – 1652 en el Museo del Prado en 2016. En la ficha escrita para el catálogo por Laurent Thurnherr se menciona como tras su descubrimiento en la década de 1940 y su estudio por parte de Marcel Arland y Anna Marsan en 1953, se empezó a especular con que fuese obra autógrafa del maestro francés, por encima en calidad de las otras tres copias del mismo modelo que se conocían. No fue hasta su adquisición por parte de Bischoff, y tras una exhaustiva restauración, cuando se pudo verificar que la firma era auténtica. Los préstamos y cesiones a los que se sometió la pieza han podido situarla firmemente dentro del corpus de La Tour y según dice Thurnherr, «hace mucho que se dejó de cuestionar su atribución». Héctor San José.