¿Qué será de la colección BANAMEX?
Con la retirada de México de Citigroup y la venta de su banco nacional (Banamex), el futuro del patrimonio artístico de la institución queda en el aire. La tradición y la voluntad expresa de los actuales propietarios nos hace esperar que los siguientes titulares continuarán con la labor de fomento cultural de la que ha sido llamada la colección privada más importante de arte mexicano del país centroamericano.
Citigroup continúa con su estrategia de replegarse del escenario internacional para aplicar todos sus esfuerzos en Estados Unidos. Después de retirarse de los mercados de Egipto, Japón, República Checa, Perú y Panamá –entre otros– le ha tocado el turno a México. El grupo financiero, uno de los más importantes a nivel global y el tercero en volumen en Estados Unidos, cesará las operaciones bancarias que desarrolla en el país centroamericano y venderá Banamex (Banco Nacional de México), que ha funcionado como su filial desde hace 20 años.
Junto con el resto de activos de los que va a desprenderse, se encuentra una de las colecciones privadas de arte mexicano más importantes. Esta se compone de más de 2.000 obras entre pinturas, inmuebles históricos y documentos de archivo. Angélica Velázquez Guadarrama, directora del Instituto de Investigaciones Estéticas y asesora de la fundación Fomento Cultura Banamex en la compra de pintura, ha declarado la importancia del conjunto respecto al resto de los de México por su «línea mexicanista, con obras muy importantes tanto de artistas canónicos como Rivera, María Izquierdo, Siqueiros o Frida Kahlo pero también porque cuenta en su acervo con piezas que no se encuentran en museos públicos».
Respecto a su marcada diferencia con las colecciones públicas, Velázquez Guadarrama también ha mencionado la labor de mejora de los fondos, de su difusión y promoción de la investigación. Un ejemplo claro de esos esfuerzos por parte de Fomento Cultura Banamex lo encontramos en Madrid, donde la fundación organiza exposiciones en Casa de México con los fondos de su colección.
Ese compromiso ha sido uno de los argumentos que la historiadora ha esgrimido a la hora de opinar sobre quién debería ser el siguiente propietario del conjunto.
Según ha declarado Alberto Gómez Alcalá, director corporativo de Desarrollo Institucional de Citibanamex –la marca mexicana del grupo Citi–, y ha recogido El País, en la transmisión de activos la adquisición de la colección es una parte indispensable. Así, los actuales propietarios pretenden que el cambio de manos de Banamex lleve asociada también la compra de la colección (y, se entiende, también su cuidado y mejora en línea con las políticas de los últimos 20 años).
Este no es el primer cambio de manos de las casi 2.000 piezas e inmuebles. La colección tuvo un origen privado y, salvo durante la transitoria nacionalización de Banamex en la década de 1980, ha estado alejada de la posibilidad de pasar a ser de titularidad estatal. Sin embargo, con cada una de estas ventas surgen voces de preocupación por su futuro. Ocurrió en 2001 cuando Citi la adquirió, y está ocurriendo ahora. Este debate, el de si debería ser incorporada a los fondos artísticos estatales o si se debería confiar en la buena fe de los siguientes custodios de la esfera privada, tiene fácil resolución según Velázquez Guadarrama.
En opinión de la experta se debería evitar la adquisición por parte del Estado. Esta es una posición que en nuestro país resulta llamativa, especialmente viniendo de una historiadora del arte, pero ella se justifica en la baja inversión –e interés– del gobierno de López Obrador en la cultura, y en la «gran labor que ha llevado a cabo el banco con su responsabilidad social o cultural que debe tener cualquier coleccionista: la preservación, el análisis, la catalogación, la exposición y la difusión. No hemos visto esta política cultural en los museos públicos».
La situación es compleja. Por un lado, tenemos la desidia del sector público, por otro, la incertidumbre del sector privado. Los detractores de la compra del Estado muestran una esperanza en la continuidad de la tradición de los bancos propietarios de BANAMEX que solo está fundamentada en eso, la tradición. Esa es una tradición no vinculante como las que estamos viendo vulneradas en el panorama internacional constantemente en los últimos años, especialmente en el ámbito político. Y en el aspecto cultural, nuestro país ha sido testigo del fin de las cajas de ahorros y con ellas, de muchas de sus fundaciones y colecciones. El pasado no es una prueba concluyente para obtener una proyección de futuro.
No obstante, existen ciertas garantías en la protección que ofrece México a su patrimonio cultural. Esta no es completa, ni blinda por entero la colección BANAMEX, pero algo es algo. Quizá, el mejor de los resultados, desde el punto de vista cultural, sería un término medio en el que el comprador fuese un ente privado con su propia tradición de promoción de las artes (sin ella, parece vano exigir una conciencia cultural a una empresa privada, algo que se puede y se debe hacer con la esfera pública). En este caso, parece que no se puede pedir más. Héctor San José.