Descripción
LA AVENTURA ITALIANA
Uno de los capítulos pendientes en la historia del arte español es profundizar en las biografías de los pintores que trabajaron en Italia. Son conocidos los dos viajes de Velázquez a la ciudad de los Papas. También tenemos más datos –gracias a las publicaciones de Gianni Papi y Giuseppe Porzio– de la estancia de Ribera en el taller de Caravaggio, antes de instalarse definitivamente en Nápoles. Pero las lagunas que persisten en los grandes maestros se agigantan si nos detenemos en otros artistas menos importantes.
Desde el siglo XV fueron muchos los españoles que se embarcaron –nunca mejor dicho– en una aventura que ellos estimaban necesaria para su formación. Pedro y su hijo Alonso Berruguete fueron, quizá, de los primeros, y están documentados en la corte de Urbino. También sabemos que Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando o Hernando de los Llanos conocieron y trabajaron con Leonardo en Florencia. A ellos les seguirían los Gaspar Becerra, Luis Tristán, Juan Bautista Maíno, Pedro Núñez del Valle, Sebastián Martínez, y tantos otros que trajeron a nuestro país las novedades que habían conocido en Italia.
José Redondo Cuesta aporta a una de esas estancias poco conocidas –la del toledano Luis Tristán– un poco de luz, gracias al descubrimiento de alguna de las obras que pintó allí, y otras que se relacionan muy directamente con aquel periodo. Al mismo tiempo, rastrea la influencia que el autor aportó a la pintura sevillana del siglo XVII. Estos trasvases artísticos también permiten reflexionar, en la entrevista que publicamos en este número a Gabriele Finaldi (director de la National Gallery de Londres) sobre la imposibilidad de que el Brexit afecte a una institución tan europea, por su contenido, como la suya. Y es que aquellos viajes, cambios de vida, intercambio de conocimientos… toda aquella aventura, permitió no solo conformar una cultura más rica y brillante, sino un desarrollo intelectual y humano hasta entonces desconocido. Una lección más de las muchas que nos ha dado, y nos seguirá dando, el arte.
Por Fernando Rayón