Descripción
Fue siempre un manitas que iba camino de ser ebanista y todavía no ha perdido la esperanza de llegar a serlo. Una vez quiso dedicarse al toreo, pero la idea se le fue de la cabeza cuando, encerrado en una plaza con dos vaquillas, salió de allí casi sin ropa. Su vida cambió cuando se coló en dos clases de la Escuela de Artes y Oficios de Salamanca; quedó tan sorprendido que decidió dedicarse a la escultura. Hoy cuenta con numerosos premios, una fundación e incluso un museo propio.
Por María Pura Ramos