Precariedad, fracasos y una mirada hacia el futuro en el Palacio de Cristal
El Museo Reina Sofía inauguró ayer Contra la extravagancia del deseo, la mayor muestra realizada por el artista portugués Carlos Bunga en nuestro país hasta la fecha, que se emplaza en el histórico edificio del Retiro, cuya historia el autor ha querido relacionar con las obras expuestas.
La historia del Palacio de Cristal es la historia de un fracaso, al menos en un inicio. El edificio se creó con la voluntad de acoger fauna y flora traída desde Filipinas para que pudiera conocerse en la Península. Se asemejaba al tipo de construcciones que se estaban realizando en otros lugares como Francia e Inglaterra, y como tal era símbolo de la utopía del progreso que vivía Europa durante el siglo XIX.
Sin embargo, este proyecto nunca llegó a realizarse con éxito, puesto que muchos de los especímenes que se intentaban traer morían durante el trayecto (o bien al poco tiempo de su llegada a Madrid, por la incapacidad de adaptarse).
Carlos Bunga investigó esta historia antes de desarrollar los trabajos que ahora acoge el pabellón, y quiso usarla como metáfora para construir su obra, cuyo eje vertebrador es la precariedad. Por ello, la pieza principal de la exposición es una estructura arquitectónica realizada con materiales efímeros y caducos como el cartón.
En cuanto al título de la exposición, el artista portugués afirma que le costó encontrarlo. Acabó escogiendo Contra la extravagancia del deseo, porque cree que tanto esa excentricidad como los impulsos salvajes que rigen nuestra sociedad son los causantes de algunos de los males de nuestro tiempo (como la invasión de Ucrania). Para luchar contra ello, Bunga ha creado una obra que simboliza todo lo contrario, está cargada de simplicidad y de poética.
Además, con esta arquitectura que resulta tan fácil de desmontar, reflexiona sobre la vida nómada con la que se identifica, y asegura que sus piezas pretenden hacer un homenaje a todos aquellos que tuvieron que emigrar, como su madre. Tal y como explica, no solo se vio obligada a abandonar su casa, sino a adaptarse a otros sistemas completamente distintos.
Otro de los aspectos que interesan a Bunga es mostrar aquello que normalmente no se ve –o no se quiere ver–, como la decadencia o la precariedad (no solo económica o material, sino también espiritual).
En relación con esto, junto a la arquitectura de cartón, la muestra se completa con una escultura de cuerpo infantil que tiene una casa por cabeza. Este edificio es una recreación de la vivienda de protección oficial en la que el autor vivió de niño, y se encuentra mirando hacia el exterior, pues la ventana del Palacio de Cristal frente a la que se encuentra permanece abierta.
El artista explica que ese niño puede estar mirando hacia el futuro, hacia algo mejor, pero también al exterior: no solo podría estar dirigiendo sus ojos hacia el propio Retiro, parque que nació como lugar de recreo de la realeza, sino también hacia zonas marginales como la Cañada Real –Bunga hace hincapié en la ironía del nombre del lugar–, que visitó antes de crear su obra.
Para subrayar el aspecto efímero de la pieza principal, durante el verano tendrá lugar una performance en la que el propio artista demolerá parte de la pieza. Elude el término «destruir», porque considera este hecho como un cambio dentro de una pieza que es muy procesual, y que se encuentra siempre abierta, pues nunca llega a estar acabada.
Esta exposición podrá visitarse en el Palacio de Cristal del Parque del Retiro hasta el 4 de septiembre. Sofía Guardiola