Nuevas pistas sobre el caso del de Kooning robado y reencontrado en 2017
Aunque el caso sigue abierto, se han descubierto nuevas pistas y conexiones sobre la insólita historia planteada hace un año del matrimonio de profesores que robaron una obra maestra en un museo y se la quedaron hasta su muerte sin levantar sospecha.
En 1985 se cometió un famoso delito en Tucson. El museo de arte de la Universidad de Arizona sufrió el robo de una de sus obras maestras: Mujer-Ocre de Willem de Kooning.
El lienzo mide 100 x 70 cm y está valorado en más de 100 millones de dólares. Nadie se explica cómo pudo ser robado, pero cuando el guardia de seguridad se dio la vuelta estaba solo el marco, los ladrones no dejaron rastro alguno y el FBI no encontró ni sospechosos. Un ejercicio tan impecable solo lo podrían haber planeado un equipo experto y entrenado en el “oficio”, nunca nos hubiésemos imaginado que los ladrones muy probablemente fueron Jerry y Rita Alder, una encantadora pareja de profesores casados, grandes amantes de los viajes y del arte. Tenían en su casa una buena colección y, por lo visto, el de Kooning en su dormitorio, colgado detrás de la puerta, de manera que solo lo pudiesen ver ellos dentro del cuarto con la puerta cerrada.
Jerry y Rita eran un tanto asociales pero amables con sus vecinos, no tenían amigos pero viajaban constantemente. Murieron sucesivamente con una diferencia de 5 años (2012 y 2017), cuando sus familiares se hicieron cargo del reparto de bienes, encontraron una cifra millonaria en la cuenta bancaria de Rita, dato inexplicable y completamente desconocido. Un sueldo de profesor que soportaba tantos viajes vacacionales no podía llegar a reunir semejante ahorro. Entonces el sobrino contrató a un anticuario para que valorase la colección de la intrigante pareja. El tasador, David Van Auker, les compró a los familiares todas las piezas por a penas 2.000 dólares para revenderlas en su negocio de antigüedades, entre ellas el de Kooning. Le sorprendió cómo los visitantes que acudían al local se maravillaban con la susodicha pintura, muchos identificaban la mano del artista y le hacían ofertas disparatadas. Al principio estos compradores le hacían reír al anticuario con tan impulsiva atribución, pero un buen día, por curiosidad, se puso a investigar en internet, y dio con la noticia del robo. Efectivamente, era su nuevo cuadro el de Kooning desaparecido. Se puso en contacto con el museo de la Universidad de Arizona y este se lo compró el año pasado entre lágrimas de alegría y abrazos.
Han aparecido nuevas evidencias que apuntan a lo que todo el mundo sospecha: que fueron Jerry y Rita quienes robaron el cuadro y no lo compraron al supuesto ladrón de 1985.
La última novedad sobre este caso (que sigue abierto) es el hallazgo de una fotografía tomada el mismo día del robo donde visten prendas de características descritas por los testigos fortuitos del acontecimiento entrevistados por el FBI.
La segunda evidencia es la similitud de esta misma fotografía con el retrato robot de la pareja que se ha expuesto en el marco vacío durante los 31 años de desaparición. Las gafas de Jerry y el pelo de Rita son prácticamente iguales a la foto. Otro descubrimiento tiene que ver con el coche que les dio a la fuga, color rojo según los testimonios, cuando los Alder solamente compraban coches de ese color.
Quizá sea interesante también el estudio que se ha hecho sobre los pliegues y manchas del lienzo, que demuestran una única enmarcación después del robo.
¿Por qué lo hicieron? ¿Fue un mero capricho?, ¿querían reírse del mundo del arte?
No sabemos, pero es curiosa cuanto menos una de las primeras pistas sobre este caso: un relato de Jerry, escrito un año antes de su muerte, en un libro que redactaron juntos titulado “La taza y el labio” donde uno de los capítulos narra el robo de una esmeralda en un museo por dos personas mientras el guardia de seguridad no miraba. En este cuento, que parece una autobiografía, resalta lo espectacular que es robar semejante pieza sin dejar rastro, y que desde ese momento en adelante “solo podrá ser vista por dos pares de ojos” como cita el diario El Confidencial del propio relato. Una historia que encaja bastante con la sucedida décadas atrás. Parece como si el plan de la pareja hubiese sido ser los protagonistas de una novela policiaca, basada en hechos reales, una vez libres de pagar cualquier castigo por el crimen.