Misticismo y peregrinación de Bill Viola en Cuenca
El videoartista americano propone un viaje iniciático por su obra a través de 16 trabajos repartidos en cuatro sedes de la ciudad castellana: dos iglesias, un convento y el Museo de Arte Abstracto. Kira Perov, mujer y colaboradora del autor, Carmen Olivié, directora de EULEN Art, y Carla Luelmo, también de EULEN Art, comisarían esta exposición que podrá visitarse hasta febrero de 2019.
Es el viaje personal de un peregrino místico. Así es como podría definirse el proyecto expositivo que el Gobierno de Castilla-La Mancha propone para la ciudad de Cuenca. Vía mística ofrece un recorrido por la trayectoria de Bill Viola, uno de los artistas vivos más espirituales, que ha dedicado cerca de cuatro décadas a la búsqueda incansable de la espiritualidad y la filosofía trascendental, tanto de las culturas occidentales como de las orientales. No en vano considera que “el arte es el proceso de despertar el alma”.
Ahora 16 de sus obras pueden verse en tres antiguos centros religiosos actualmente desacralizados –Iglesia de san Andrés, Convento de las Angélicas que es el actual Centro de Arte Cruz Novillo e Iglesia de san Miguel–, a los que se suma el Museo de Arte Abstracto Español. Un camino, pues, temporal y espacial, que invita al espectador a continuar con esa peregrinación del autor, ya sea de manera artística –por las obras en sí– o contemplativa (por el lugar donde se ubican).
Se trata de la segunda ocasión en la que el gobierno de la Comunidad apuesta por unir arte, patrimonio y turismo cultural, ya que en 2016 organizó La poética de la libertad con Ai Weiwei. En esta ocasión, se vuelve a explorar la potencia del binomio tradición/modernidad con una ruta expositiva que favorece el conocimiento del casco histórico y convierte el paisaje local en un segundo protagonista.
Aunque en origen la idea era presentar una colectiva de autores contemporáneos que reflexionasen sobre la Semana Santa –que arropase así la reapertura del museo de igual asunto que existe en Cuenca–, el proyecto terminó por focalizarse en un único autor: el mejor representante del videoarte a nivel internacional y uno de los más espirituales. De modo que el vía crucis se convirtió en Vía mística.
Es el viaje personal de un peregrino místico, que considera el arte como «un proceso que despierta el alma»
“Las imágenes en movimiento hechas de luz y sonido se mueven al compás del ritmo pausado de la propia Cuenca”, mantiene la esposa de Bill Viola. Posiblemente tenga razón. Pues los fotogramas ralentizados de las mujeres que confluyen en El saludo, metáfora moderna de La Visitación de Pontormo, nunca se habían apreciado mejor. Con apenas luz, en silencio y en un entorno que sobrecoge, esta videoinstalación de 10 minutos se puede contemplar en el Centro de Arte Cruz Novillo, antiguo convento de las Angélicas. Aquí también se exhiben otros tres trabajos de su serie de Las Pasiones, como El quinteto de los silenciosos, que nos recuerdan el interés de Viola por la condición humana, la vida y la muerte.
Segunda parada: Iglesia San Andrés. Este antiguo templo, construido en el siglo XVI y declarado Bien de Interés Cultural, presenta El mensajero, una obra que el obispo de la catedral de Durham encargó a Viola en 1996 y donde el mismo personaje sumergido en el agua se proyecta en bucle.
No es casualidad que la sede más grande sea también la que mayor número de obras posee. San Miguel alberga cuatro proyecciones de la serie Los Mártires –que se presentan por vez primera en España, pues no se pudieron ver en la completa retrospectiva del autor en el Guggenheim (2017)–, y que utilizan los cuatro elementos más poderosos: aire, tierra, fuego y agua. También destaca la impactante Mujer fuego, una figura femenina que contempla impertérrita unas llamaradas antes de caer de bruces a una piscina. Fuego y agua, de nuevo dos elementos con fuertes connotaciones religiosas y relacionadas con la purificación.
Aunque sin duda, el gran atractivo de la iglesia es la imponente Ascensión de Tristán (el sonido de una montaña bajo una cascada), que representa «el ascenso del alma en el espacio cuando esta despierta», según el propio artista. El sonido del agua funciona como un mantra y atrapa al visitante. Merece la pena esperar los 10,16 minutos que dura la pieza para contemplar el final.
El Museo de Arte Abstracto Español pone el broche final de este proyecto, promovido por la Junta de Castilla-La Mancha a través de la Fundación Impulsa Castilla-La Mancha. También ha colaborado el Ayuntamiento de Cuenca, la Fundación Juan March, la Junta de Cofradías de Cuenca, el Colectivo Lamosa y el grupo EULEN Art. Sol G. Moreno