Más de cien fotografías de la Colección Ordóñez-Falcón donadas al Bellas Artes de Bilbao
Con las instantáneas que se incorporan a la colección de la pinacoteca se ha organizado la exposición Un mundo nuevo por ver, que recorre la historia de la fotografía, desde sus inicios en el siglo XIX a la actualidad.
En 1826, Nicéphore Niépce captura las vistas que pueden contemplarse desde la ventana de su estudio, en una toma borrosa y monocroma que requiere una exposición larguísima, pero que es conocida como la primera fotografía de la historia. Desde este momento, la disciplina comienza a utilizarse para generar recuerdos y servir de ayuda a diversos profesionales. Incluso llega a adentrarse –aunque no sin dificultades y prejuicios por parte de la sociedad– en el ámbito de las Bellas Artes con movimientos como el pictorialismo, que surgirá alrededor de 1860.
La muestra Un mundo por ver, que podrá contemplarse hasta el próximo 18 de febrero en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, busca contar la historia de la fotografía desde esos inicios hasta nuestros días, abarcando una gran variedad de técnicas y temáticas.
Para ello, cuentan con un centenar de piezas donadas por la Colección Ordóñez-Falcón, algunas de las cuales ya se encontraban depositadas en el museo, pero a las que se añaden nuevas imágenes que aportan valor histórico, amplían la cronología hasta 2010 e incluyen a un total de 63 artistas, entre ellos vascos y latinoamericanos, que hasta ahora no se veían representados en las obras depositadas. Además, junto a las 110 instantáneas, el museo ha recibido la obra Katamalo (2010), un conjunto de 12 dibujos al carboncillo del bilbaíno Alain Urrutia.
La Colección Ordóñez-Falcón, que nació a finales de los 70 ya con voluntad de ser mostrada al público, abarca una inmensa cantidad de temáticas y de técnicas fotográficas. Entre las obras que ha donado al museo pueden encontrarse, por ejemplo, los retratos de Víctor Hugo y George Sand realizados en el Atelier Nadar, también una efigie del autor británico Lewis Carrol, algunas cianotipias anónimas o los paisajes del conde Olympe Aguado (unas de las primeras instantáneas en las que vemos la búsqueda de un estilo propio diferenciado).
A estas se suman otras fotografías que dan cuenta del interés científico y de la fiebre por el progreso que se produjo durante el siglo XIX, como las tomas astronómicas de Paul Pierre, los registros de la electricidad de Étienne Léopold Trouvelot, los estudios del cuerpo humano en movimiento de Eadweard Muybridge que cautivaron a Francis Bacon o las imágenes aplicadas a la medicina neurológica de Adrien Tournachon.
También las transformaciones que sufrieron las grandes ciudades o el nacimiento de los viajes turísticos como los conocemos hoy en día gracias a los medios de transporte colectivos quedaron inmortalizados por los fotógrafos de la época y recogidos posteriormente por la Colección Ordóñez-Falcón. Junto con estas tomas, destacan además otras rarezas como un retrato post mórtem anónimo.
Entre las técnicas empleadas, puede encontrarse papel a la albúmina, gelatinobromuro, daguerrotipo… toda una serie de técnicas que se fueron desarrollando mientras se perseguían mejoras técnicas en la disciplina, especialmente centradas en aumentar la calidad de la imagen resultante y en acortar los tiempos de exposición.
El siglo XX se ve representado en la muestra por autores latinoamericanos como Venancio Díaz y Osvaldo Salas y por la nova vanguardia catalana. Por su parte, la contemporaneidad corre a cargo de fotoperiodistas como Isabel Azkarate o Xabier Alkorta. Sofía Guardiola