LOS SUEÑOS DE FELLINI CON PICASSO
Federico Fellini (Rimini, 1920- Roma, 1993) fue uno de los mejores directores y guionista del cine europeo en la segunda mitad del siglo XX. Durante más de cuatro décadas, desde 1950 a 1990, Fellini dirigió más de 20 largometrajes, ganó cuatro premios Óscar a la mejor película extranjera y creó personajes contradictorios y entrañables en películas como La Strada, Julieta de los espíritus, Amarcord o La Dolce Vita, que hoy forman parte del imaginario colectivo de varios millones de espectadores. Ahora el Museo Picasso Málaga ha organizado la exposición Y Fellini soñó con Picasso, comisariada por Audrey Norcia, que reúne un conjunto de dibujos, películas, fotografías y variados documentos del cineasta y guionista italiano, junto a esculturas, pinturas y dibujos de Pablo Picasso, que ponen de manifiesto la sensibilidad común de dos creadores decisivos del siglo XX. Las piezas seleccionadas proceden de los Museos Picasso de Barcelona y Antibes, de la Cinemateca Francesa, el ayuntamiento de Rimini, la Fundación Cineteca de Bologna y de colecciones privadas. La muestra cuenta con la colaboración de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte, FABA.
En 1962 Fellini se levantó y describió un encuentro con Picasso en El libro de los sueños, un cuaderno de notas y apuntes en el que vertía sus ensoñaciones siguiendo los consejos de un discípulo de Carl Jung, llamado Ernst Bernhardt. Esa disciplina le hizo completar dos volúmenes desde comienzos de la década de los 60 a 1990, en que fue creando arquetipos e imágenes oníricas, porque muchas de ellas terminaron convirtiéndose en escenas de sus películas.
Sus sueños con Picasso, desde el primero de 1962 donde compartió con el pintor y con Giulietta Massina una escena de amistad en la cocina de la casa del creador del Guernica, se repitió en 1967, donde habló con el pintor durante una larga velada nocturna, y nuevamente en 1980, cuando en la vigilia retoman su amistad y Fellini reconoce el magisterio del creador de Las señoritas de Avignon.
En el recorrido de la exposición en el Museo Picasso Málaga, el universo de Fellini y esos diálogos de vigilia entre el cineasta italiano y Picasso muestran preocupaciones de ambos en torno a la sexualidad, la transgresión, la exuberancia, la exaltación de la vida o la metamorfosis. Estos dos genios vivieron en diferentes períodos de su vida en la Via Marguta de Roma y tuvieron momentos de aproximación a la antigüedad clásica y a los mitos. Y eso constituye el comienzo de la muestra, que continúa con la presencia del mundo femenino que, a veces, las representan como diosas, ora terribles, ora sublimes, casi siempre sensuales y con gran temperamento. El mundo del circo tiene un lugar importante en las obras de Picasso y en las películas de Fellini, ya que la cultura popular les sirvió de inspiración en todo lo que tiene de mágico, de falsa apariencia y de poder transformador, visible en los arlequines, acróbatas y pulcinellas.
El cine para Fellini era un aliado de la pintura porque ambos creadores tenían en común el uso de la luz porque como él cineasta afirmaba: «Para mí el cine es imagen y la luz es su factor fundamental. Lo he dicho muchas veces: en el cine la luz es ideología, sentimiento, color, tono, profundidad, atmósfera, narración». Y eso coincide con el taller del pintor y los procesos creativos de los dos artistas. Como otros pintores a lo largo de la historia, Fellini tomaba apuntes del mundo y fijaba a través de dibujos grotescos las aristas de un buen caricaturista e ilustrador, que después llevaría de un modo casi automático al cine, porque como él confesó su anhelo es que su cine fuera en cierto modo una pintura, pleno de secuencias pictóricas. Para Picasso el cine desde que llegó a París fue una expresión artística que influyó en su pintura porque su potencia de imágenes logró transformar el arte y el rumbo de la historia. Un diálogo muy fructífero que todavía continúa y que se podrá admirar hasta el 13 de mayo en Málaga. Julián H. Miranda