Los secretos del Océano en el Reina Sofía
La nueva muestra de Grada Kilomba, comisariada por Manuel Borja-Villel, en el museo madrileño explora algunos de los temas principales del trabajo de la portuguesa, como el colonialismo, la inmigración o la violencia y sus consecuencias. En el acto de presentación también estuvo presente Manuel Segade, director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Un 70% de la superficie de la Tierra está cubierta de agua. Esto quiere decir que desconocemos gran parte de nuestro planeta, puesto que se encuentra oculto en las profundidades acuáticas. En muchos casos, ni siquiera la tecnología actual nos permite acceder a las fosas océanicas, a las que ni siquiera alcanza la luz solar.
Esto, unido a nuestra imposibilidad para subsistir en el medio acuático, al que no pertenecemos, y los peligros que pueden surgir durante un viaje por mar –rotura de la embarcación, tiempo adverso, transmisión de enfermedades, falta de alimento…– imprimen al océano un velo de secretismo, de misterio e incluso de cierto temor.
Sin embargo, al mismo tiempo, la humanidad se ha instalado en las zonas costeras desde la Antigüedad, obteniendo de ello ventajas como la pesca, el comercio, el acceso y posterior conquista de nuevos territorios… Por tanto, tanto para lo bueno como para lo malo, la historia del ser humano y el mar se encuentran íntimamente ligados.
Aprovechando esta conexión, la artista portuguesa Grada Kilomba ha desarrollado Opera to a Black Venus, una exposición ideada durante los últimos dos años y concebida como una colaboración entre el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Staatliche Kunsthalle Baden-Baden, en Alemania. El planteamiento de esta muestra –que funciona también como subtítulo de la misma– parte de la pregunta “¿Qué nos diría mañana el fondo del océano si hoy se quedase sin agua?”.
La respuesta de Kilomba es que dejaría al descubierto algunas de las mayores vergüenzas de nuestra historia: rastros de colonialismo, embarcaciones hundidas a causa de guerras, los estragos del cambio climático, los vestigios del comercio de esclavos, migraciones forzosas… O, lo que es lo mismo, los cadáveres de aquellos que han sufrido estas calamidades a lo largo de la historia.
Sin embargo, la artista aborda la cuestión no desde un prisma negativo, sino a través de la la resiliencia y la importancia de la memoria. Para ello, en la videoinstalación que da nombre a la muestra, presenta mediante una ópera a una Venus negra que habitaría en el fondo del mar, desconocida por nosotros hasta el momento, y que se convertiría en oráculo de este tipo de historias sumergidas.
Como es habitual en su obra, los intérpretes de la pieza provienen de la periferia lisboeta en la que Grada Kilomba se crió, desde los tenores a los bailarines, pasando por percusionistas, contraltos y sopranos. Además, ella y su hija interpretan al piano una improvisación a cuatro manos que forma parte de la obra, una especie de réquiem por las almas de todos aquellos que perecieron en el océano.
Acompañando a esta pieza se presentan también otras obras de la autora como Sounds of Water –un poema escrito con luces de neón– o Labyrinth, una instalación textil de dimensión monumental que alude a la dificultad de encontrar un camino hacia la liberación.
Completan la exposición una serie de trabajos anteriores de la artista en los que puede verse cómo en su obra se difumina la barrera entre disciplinas, donde priman la voluntad de contar historias sobre la forma que estas adoptan. De este modo, la muestra se convierte en la más completa sobre la obra de Kilomba en nuestro país. Está comisariada por el exdirector del museo Manuel Borja-Villel y se podrá visitar hasta el próximo 31 de marzo. Sofía Guardiola