La última apuesta del Reina Sofía: Luis Camnitzer

La última apuesta del Reina Sofía: Luis Camnitzer 

La Pinacoteca madrileña del arte contemporáneo arroja luz sobre el arte conceptual latinoamericano de nuevo, esta vez a través del Uruguayo de origen alemán Luis Camnitzer, una de las figuras clave en esta disciplina en el Sur del continente americano. Ha desarrollado una prolífica obra (como ensayista, crítico de arte, comisario de exposiciones, pedagogo, conferenciante y creador de acciones y objetos) centrada en la capacidad transformadora del arte, al que considera en esencia un producto de la reflexión.

La exposición, titulada Hospicio de utopías fallidas, presenta alrededor de 90 obras entre vídeos, fotografías, collages, grabados e instalaciones, y propone una revisión de toda su carrera a través de los trabajos más emblemáticos, atendiendo a los conceptos clave sobre los que ha trabajado en su carrera: la desmitificación del papel del artista en la sociedad del consumo, la capacidad artística del lenguaje, la desmaterialización del objeto artístico, el poder evocador de las imágenes y la implicación activa del espectador.

El creador pretende implicar al espectador en su obra para que reflexione y se involucre en el discurso. De esta manera la obra se completaría. Son tres temas principales sobre los cuales invita a divagar:

El primero sería lo que entendemos como “el conceptualismo de Camnitzer”, que tomando como punto de partida la desmaterialización del objeto artístico y la relación del arte plantea procesos de pensamiento que abordan la realidad política y social. Las primeras obras que anuncian estas ideas se inscriben dentro del Mail-Art y pertenecen a la década de los sesenta: Adhesive Labels [Etiquetas adhesivas] (1966) y Envelope [Sobre] (1967), y más tarde otras como la serie Autorretratos/Selfportraits (1968-1972) o la instalación Living Room [Sala comedor] (1969), en la que los objetos de las paredes y del suelo se representan a través de descripciones lingüísticas, difuminando así, en el reducido espacio de una habitación, las fronteras entre lo visual y lo textual.

El segundo eje de la exposición supone el desenlace natural del anterior, con obras más declarativas en las que los elementos visuales adquieren mayor prominencia. Son las que podríamos llamar “arte político”. Aunque esta tendencia tiene su inicio en los años setenta con Leftovers [Restos] (1970), no será hasta los ochenta, los noventa y el siglo XXI cuando Camnitzer realice las obras políticas de mayor repercusión, como Uruguayan Torture Series [Serie Tortura Uruguaya](1983-1984), Los San Patricios (1992), El Mirador (1996), Documenta Project (2002), o Memorial (2009), ampliando su repertorio para dar paso a una práctica tal vez más compleja y abierta a la participación del espectador.

Por último, el tercer eje presta atención a la labor educativa de Camnitzer y a su defensa de un arte y educación que funcionen como un todo indivisible. Si por un lado podemos afirmar, siguiendo al artista, que lo importante en estas obras es ayudar a extender el conocimiento y explorar órdenes alternativos; por otro, lo que consiguen es afirmar la noción de que el arte y la educación —entendida no como enseñanza, sino como aprendizaje, especulación, cuestionamiento, desafío, descubrimiento y tarea colectiva de facilitación del conocimiento— son casi la misma cosa. Este ideario se encuentra en Insultos (2009) o en la serie Cuaderno de ejercicios (2011/2017), y en instalaciones como Lección de historia del arte, lección n.º 1 (2000), El aula (2005) y El museo es una escuela (2009-2018), todas ella presentes en la muestra.

No obstante hay una pieza fundamental cuyo título da nombre a la exposición, por petición del artista. En consonancia con su redundancia, hace alusión a la historia “oscura” del edificio Sabatini como hospital y lugar para los “dementes o faltos de juicio”. Pero, además, la retrospectiva recoge el transcurso de la utopía en Camnitzer, que define como «un proceso a través del que uno busca la perfección; como un espejismo, constantemente se distancia a la misma velocidad que uno cree que se acerca a ella. Algo similar a la revolución en la revolución».