LA MODERNIDAD ANTIGUA DE TORRES-GARCÍA

LA MODERNIDAD ANTIGUA DE TORRES-GARCÍA

Joaquín Torres-García: un moderno en la arcadia. Espacio Fundación Telefónica. Vista de la sala.

LA MODERNIDAD ANTIGUA DE TORRES-GARCÍA

El Espacio Fundación Telefónica una retrospectiva del artista uruguayo Joaquín Torres-García. Una exposición organizada por el MoMA de Nueva York junto con el apoyo del Museo Picasso de Málaga. Comprende más de 170 piezas entre  pintura, escultura, fresco, dibujo y collage, que abarcan toda la obra del artista uruguayo de la primera mitad del siglo XX.

La novedad de esta exhibición es la presentación de 11 obras que no fueron expuestas antes en Nueva York, como  La Terra, Enees i Pan (1914) un fresco monumental que representa su propia casa. Además, “Joaquín Torres-García: Un moderno en la Arcadia” cuenta con obras de hasta 70 coleccionistas públicos y privados, una cifra inédita que representa una oportunidad para apreciar piezas de diferentes períodos de manera simultánea.

El título de la muestra responde a un estilo en el que se respira una modernidad antigua o antigüedad moderna. Se habla de estilo, pero no dentro de la idea de un determinado movimiento artístico, ya que Torres fue siempre un artista que huía de las clasificaciones. Su trabajo se basa en trasformaciones formales del arte moderno. Torres es una figura referente para estudiar la historia del arte del siglo XX desde una mirada diferente.

Algo fundamental en su vida y obra, es su inquietud viajera que marcó tanto su carrera. La migración se ve reflejada en sus piezas, donde se perciben los intercambios culturales trasatlánticos y una migración de las formas hasta llegar a unas dimensiones angustiosas. A medida que asimilaba y transformaba las invenciones formales del arte moderno, Torres-García se mantuvo fiel a una visión del tiempo como una colisión de distintos períodos, en vez de una progresión lineal –una distinción que es particularmente relevante al arte contemporáneo. Otro aspecto destacable de la obra de Torres es su obsesión con la infancia, lo cual lo traslada a sus pinturas y esculturas con un trato infantil de las formas. A esto se debe ese esquematismo y esa rusticidad tan constante en sus creaciones.

Joaquín Torres-García: un moderno en la arcadia. Espacio Fundación Telefónica. Vista de la sala.
Joaquín Torres-García: un moderno en la arcadia. Espacio Fundación Telefónica. Vista de la sala.

La exposición comienza con sus obras tempranas en Barcelona, incluyendo bocetos, una serie de frescos monumentales para el Saló de San Jordi en el Palau de la Generalitat de Barcelona.

En Barcelona, la confrontación con la realidad y el caos de la ciudad moderna condujo a Torres-García a una nueva forma de representación, a la yuxtaposición de planos y figuras, condensando profundidad como densidad, y aplanando sus planos, como se puede ver en obras como Figura con paisaje de ciudad (1917) y Composición vibracionista (1918). Repitiendo motivos como relojes para indicar el tiempo moderno, Torres-García comenzó a experimentar en cuadros en los que la pintura se encuentra con el collage, el lenguaje choca con figuras, y una multiplicidad de elementos se distribuyen verticalmente en la superficie –cualidades ejemplificadas en Ritmo de ciudad (1918).

A continuación se contemplan las piezas datadas desde 1920, año en el que se muda a Nueva York y queda fascinado por el mundo moderno americano. En esta etapa representaba la caótica ciudad a través de sus collages, especialmente en New York Street Scene (1920).

Más adelante, a partir de 1926 dejó fluir la inspiración de las vanguardias parisinas, lo que le llevó a una nueva forma de figuración donde lo primitivo y lo clásico quedaba unido sin dejar de responder a la temática de la civilización moderna y tomando por guía la libertad experimental radical. Esta etapa se caracteriza por sus trabajos en madera.

A partir de 1934 si estilo sigue el camino de la abstracción sintética y concreta. Sus cuadros tienen un especial carácter arquitectónico donde juega con el cromatismo y con las luces y sombras. De esta etapa se destacaría Composición abstracta tubular (1937), Forma abstracta en espiral modelada en blanco y negro (1938), y Construcción en blanco y negro (1938). La década final de la obra de Torres-García está caracterizada por un eclecticismo, a medida que fue revisando el repertorio entero de sus estilos característicos, abstracto y concreto, desde la figuración esquemática hasta el Universalismo Constructivo. Un notable regreso al color –especialmente colores primarios– se manifiesta durante este período, a medida que renovó su interés en obras públicas monumentales.

Joaquín Torres-García: un moderno en la arcadia. Espacio Fundación Telefónica. Vista de la sala.
Joaquín Torres-García: un moderno en la arcadia. Espacio Fundación Telefónica. Vista de la sala.

La muestra define los dos grandes rasgos de la manera de Torres: su condición de emigrante y su noción de la infancia. Ambos aspectos manifestados o materializados en piezas puramente modernistas en lo que lo figurativo y lo abstracto no se entiende como fenómenos contrapuestos, sino que se fusionan en el mismo soporte desarrollando la construcción del estilo particular de Torres. Ana Robledano Soldevilla@ARobledano