Henri Rousseau. «Selvas»
“LA MIRADA INOCENTE DE NIÑO” DE HENRI ROUSSEAU, EN EL MUSEO D’ORSAY
El Museo d’Orsay de París ha organizado una exposición titulada La inocencia arcaica dedicada a Henri Rousseau, a quien se le conoce en el mundo del arte como el Aduanero ya que, al parecer, este fue en principio su profesión. La forman una serie de obras suyas a las que se han añadido varias de artistas muy conocidos, otras anónimas o de desconocidos, todo ello para evocar la riqueza de sus conexiones. Entre estos figuran Paul Gauguin, Pablo Picasso, Carlo Carrà, Diego Rivera, Max Ernst.
No se trata de presentar sencillamente sus trabajos sino de demostrar de qué modo forman parte de una tendencia del arte occidental que, de América a Europa y a partir del siglo XVI hasta las dos primeras décadas del siglo XX, adoptó un modelo estilístico de tipo arcaico. Pues opuso, consciente o inconscientemente, una pintura “anteclásica” a la oficial de las diferentes épocas. Su pintura se confronta con algunas de sus fuentes de inspiración, que incluyen tanto el academicismo como la nueva pintura, y con obras de artistas de vanguardia que le han entronizado como padre de la modernidad. No obstante, forma parte de la que vivió: el paso al silo XX. En 1910 el pintor, escritor e intelectual Ardengo Soffici describió los cuadros de Rousseau como de “mirada inocente de niño”.
La verdad es que el Aduanero Rousseau es un pintor eminentemente singular, un caso único en la historia del arte europeo. No hay que olvidar el papel que desempeñó en la afirmación de la vanguardia parisina e internacional. Picasso, Delaunay, los artistas de la vanguardia alemana y en primer lugar Kandinsky no solo se sirvieron de sus cuadros como de fuente de inspiración para sus trabajos, sino que incluso los coleccionaron.
Las obras expuestas se han colgado por asuntos siempre presentes: paisajes inmóviles poblados por figuras anónimas y, como recuerdo a la nueva modernidad, aviones y globos dirigibles, sin olvidar los bodegones ni los retratos de niños solitarios y a veces inquietantes. Un último recuerdo para sus imágenes oníricas del mundo al estado salvaje.
Abierta hasta el 17 de julio de 2016. MPR