La danza macabra de Kentridge en el Picasso Málaga
El museo acoge More Sweetly Play de Dance (Tocad más dulcemente la danza), una instalación de vídeo de grandes dimensiones de William Kentridge, como obra invitada hasta el 27 de abril de 2025.
Memento mori, la muerte nos llega a todos. Esa es una de las lecciones mejor aprendidas por la humanidad desde la Edad Media. Aunque los historiadores enamorados de la Antigüedad Clásica no hiciesen justicia a más de mil años cuando los agruparon con desprecio bajo ese nombre, la contemporaneidad se ve cada vez más reflejada en ellos.
La inestabilidad y la sensación de catástrofe inminente no tienen fecha de caducidad, por eso, William Kentridge se decidió en plena crisis del Ébola en 2015 a crear una obra que alejase los malos augurios a la manera medieval.
Las “danzas macabras” eran la manera en la que la sociedad del momento se reconciliaba con la idea de la pérdida de las posesiones materiales y las comodidades de este mundo (aquellos que tuviesen tanto las unas como las otras, se entiende).
Así, siguiendo el ejemplo marcado hace tantos siglos, fue así como nación More Sweetly Play de Dance (Tocad más dulcemente la danza), una instalación de vídeo que combina performance, animación, dibujo y música en una proyección de 40 metros de largo que acoge el Museo Picasso de Málaga hasta el 27 de abril como obra invitada y que ha prestado la Fundación Sorigué.
Kentridge muestra a políticos populistas montados en carros tirados por agricultores, seguidos por procesiones religiosas, enfermos con goteros, militares insurrectos… todo un panorama de crítica e ironía. En su obra son habituales los comentarios sociales sobre la historia de un país con un pasado convulso y en constante transformación.
Al seco paisaje definido por los trazos de lápiz y carboncillo del artista, se le superpone una procesión en pleno baile –coreografiado por Dada Masilo con música de Immanuel Essemblies Brass Brand– que representa la sociedad africana, en concreto, la sudafricana, país de procedencia de Kentridge.
Pero el mensaje final es de esperanza, uno que exorciza el terror –muy real– a la muerte. Como dijo el artista en el video pregrabado para la presentación de la obra: «En tiempos de Peste se creía que estas danzas podían alejar la enfermedad».
Además de las razones obvias por las que exponer una obra del artista sudafricano, Málaga tiene una más específica, su relación con Picasso. «Kentridge me habló de la inspiración que encontraba en el Guernica, en el blanco y negro. La inspiración para este friso africano casi sin color no es otra que esa», comentó Miguel López-Remiro, director del museo, durante la presentación, a la que también asistieron Ana Vallés, presidente de la Fundación Sorigué y José Vélez, secretario general de Cultura de la Junta de Andalucía.
El responsable de la institución también ha expresado su entusiasmo ante este primer préstamo, que inicia un programa de obra invitada.
A este respecto, Vallés declaró sentirse «feliz por tres motivos: por ser invitados de esta casa, por hacerlo con Kendtridge, del que ahora tenemos una exposición en Lleida, y porque coincide con el premio ARCO al coleccionismo corporativo, del que somos los galardonados este próximo año».
More Sweetly Play de Dance (Tocad más dulcemente la danza, que fue concebida en un momento de pérdida de vidas humanas en África occidental, llega a Málaga, casual y desgraciadamente, poco tiempo después del desastre de la dana en levante.
Pero no podría ser más apropiado, como dijo López-Remiro: «Kendtridge habla de la resiliencia y del poder sanador del arte, de su papel en la recuperación del alma humana».