‘La bella Rafaela’ calienta el verano en Londres
Sotheby’s ha decidido subir la temperatura en junio con una pintura de Tamara de Lempicka, descrita en sus biografías como “el mayor logro” de su carrera. La bella Rafaela, pintada en 1927 es el lote estrella de la subasta nocturna de Arte Moderno y Contemporáneo que ofrece la casa inglesa el 24 de junio. La estimación, entre seis y nueve millones de libras, no es ningún espejismo.
La bella Rafaela es una de las obras maestras de Tamara de Lempicka. Se trata de uno de los desnudos más voluptuosos del siglo XX. Una representación sensual de la mujer que fue a la vez su musa y su amante. Rafaela era una joven libertina, cuya intensa relación con la artista ha inspirado incluso a otros autores y dramaturgos.
Subastada por última vez en 1985 en Sotheby’s de Nueva York, esta pintura fue adquirida por su actual propietario en 1997. Su extenso historial de exposiciones abarca desde su primera muestra en el Salón de Otoño de París, año en que fue pintada, hasta su inclusión en la reciente –y primera– retrospectiva de la artista en Estados Unidos.
Ahora vuelve a salir al mercado, en un momento en que el interés por la vida y el arte de Lempicka está en su punto más álgido: además de su primera gran retrospectiva en Norteamérica, el año pasado también se estrenó en Broadway Lempicka: The Musical. Todo ello ha provocado que el precio de sus obras se haya multiplicado durante los últimos cinco años.
“De repente –son palabras de la propia Tamara de Lempicka– me di cuenta de que una mujer caminaba a cierta distancia delante de mí. Mientras lo hacía, todos los que venían en dirección contraria se detenían y la miraban. Giraban la cabeza al verla pasar. Sentí curiosidad. ¿Qué tenía de extraordinario que hicieran esto? Caminé muy rápido hasta que la pasé, luego me di la vuelta y regresé por el sendero en dirección contraria. Entonces comprendí por qué todos se detenían. Era la mujer más hermosa que había visto en mi vida: enormes ojos negros, una boca hermosa y sensual, un cuerpo precioso. La detuve y le dije: ‘Señorita, soy pintora y me gustaría que posara para mí. ¿Lo haría?’. Ella respondió: ‘Sí. ¿Por qué no?”.
Así arranca la historia de este lienzo, cuya fama no ha hecho más que crecer. Tamara y Rafaela se convirtieron en amantes, por eso aparecerá en varios cuadros de desnudos pintados a finales de la década de 1920. Casi un siglo después, la modelo se convertiría en la inspiración y figura emblemática del musical de Broadway. También inspiraría la novela de Ellis Avery, El último desnudo (publicada en 2012), que describe su romance con Lempicka.
En la obra se nota la fascinación de la artista por la obra del neoclásico francés Jean-Auguste-Dominique Ingres. Al mismo tiempo, el impactante juego de luces y sombras evoca el uso del claroscuro en artistas como Caravaggio y, con un efecto impactante en La Bella Rafaela, el contraste caravaggesco del rojo contra el negro. Un viaje a Italia con su abuela, donde conoció por primera vez la obra de los Antiguos Maestros, fue un encuentro formativo que finalmente inspiraría su arte.
Nacida como Tamara Rosalia Gurwik-Gorska en 1898 en Varsovia, Polonia (entonces un estado soberano de Rusia), Lempicka ha llegado a ser reconocida tanto por su epíteto, Baronesa del Pincel, como por ser un ícono de los Felices Años Veinte. Tras el divorcio de sus padres, fue enviada a vivir con su tía a San Petersburgo, donde desarrolló un gusto por el lujo. A los 18 años se casó con Tadeusz Lempicki, pero al cabo de un año la Revolución Rusa obligó a los recién casados a mudarse a París. En un intento por reinventarse, adoptó el nombre de Tamara de Lempicka, que percibía con un cierto aire aristocrático. Pronto se consolidó como la retratista más destacada tanto de los nuevos ricos como de la élite aristocrática. Pronto ella y Lempicki se divorciaron, y poco después el barón Raoul Kuffner le encargó un retrato de su amante. Durante la elaboración del retrato, Lempicka se enamoró del barón y se casaron en 1934.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial provocó que el barón y Lempicka se mudaran a Hollywood. Allí retrató a los ricos y famosos; sin embargo, coincidiendo con el auge del expresionismo abstracto, su obra comenzó a perder popularidad. Tras la repentina muerte del barón en un transatlántico en 1961, se mudó a Texas, antes de establecerse finalmente en Cuernavaca, México, donde residió hasta su fallecimiento en 1980.