Kinpaku: el fulgor de la pintura del oro en Japón llega a Madrid
Naturaleza, poder e imaginación en el arte japonés presenta en el Espacio Cultural Serrería Belga 26 abanicos y biombos de los siglos XVI y XVII, la época dorada de la pintura del país. Con este préstamo de un coleccionista privado, podremos adentrarnos hasta el 6 de septiembre, en los mitos y símbolos de la cultura nipona.
Japón siglo XVI, las batallas y los conflictos sociales asolan el país. En ese contexto el oro, que siempre había sido un signo de poder, se convirtió en el material más usado para las decoraciones en las casas de los señores feudales, pues de esta manera se legitimaban ante los demás como las personas adecuadas para asegurar la prosperidad y la seguridad que el pueblo necesitaba.
Precisamente ese pan de oro o Kinpaku de Japón da nombre a la exposición que ahora puede verse en la Serrería Belga de Madrid, ofreciendo un recorrido que nos permite conocer la simbología japonesa, así como comprender mejor la cultura de ese país durante uno de los periodos más exquisitos de su pintura.
La muestra se ha planteado en torno a tres temas principales: la naturaleza, el poder y la imaginación, conceptos que se repiten como un mantra en la veintena de biombos y abanicos aquí presentes.
La naturaleza fue, sin duda, una de las fuentes de inspiración de los artistas de Japón, que siempre ha sentido mucho respeto por su entorno. Esto hizo que las flores, plantas, árboles y otros elementos naturales se convirtieran en indispensables. Como además estos componentes encuentran su relación con la cultura nipona, los pintores podían expresar diferentes ideas a través de ellos; por ejemplo la belleza fugaz y lo efímero era representado por los cerezos en flor, mientras que el bambú servía como metáfora de la resistencia y la flexibilidad.
Lo cierto es que los artistas no solo utilizaban motivos naturales o animales para decorar estas piezas de lujo, destinadas a vestir las casas feudales de las familias más poderosas. También recurrían a criaturas sobrenaturales, que conectaban los mitos tradicionales de su país con las historias heredadas de otros países del continente (China, entre ellos). Animales fantásticos como por ejemplo el ave fénix.
Los 26 abanicos y biombos de Kinpaku ahora expuestos proceden de una colección particular y deben datarse entre los siglos que comprende el periodo Edo de Japón. Estos elementos fueron mucho más que simples objetos decorativos. El abanico no solo resultó primordial para la vida social del país sino que también adquirió un componente ritual. Por su parte, las puertas correderas eran un elemento arquitectónico básico de los palacios, templos y mansiones –por tanto de estatus– que permitía crear completos programas iconográficos desplegados en varias partes.
Todas estas piezas van acompañadas de textos explicativos que aportan mucha información de las escenas, personajes y materiales empleados. Asimismo, contribuyen a crear el contexto en el que fueron creadas.
De esta manera, los comisarios Hiroyuki Kano –especialista en pintura del periodo Edo– y Daniel Sastre de la Vega –experto en arte japonés por la Universidad Autónoma de Madrid– permiten que cualquier tipo de público pueda acercarse y comprender un poco más de la cultura del país del sol naciente.
Kinpaku. Naturaleza, poder e imaginación en el arte japonés se incluye dentro de la programación gratuita de los Veranos de la Villa, organizada por el Ayuntamiento de Madrid. Pero no es la única exposición de nuestra geografía española que fija su mirada en el país oriental o en sus artistas. A ella se suma otras como la retrospectiva de Yoshitomo Nara en el Guggenheim de Bilbao o la exhibición Material provocativo para pensar. Fotografía japonesa contemporánea. Colección José Luis Soler Vila abierta actualmente en el Museo Carmen Thyssen de Málaga. Roberto Ponce López