Jean Cocteau, el malabarista del arte, en Venecia

Jean Cocteau, el malabarista del arte, en Venecia

La muestra dedicada al artista francés en la Colección Peggy Guggenheim de Venecia cuenta con más de 150 obras, entre las que se incluyen películas, documentos, dibujos o fotografías, entre otros. El conjunto busca destacar el carácter versátil del artista, característica por la que a menudo recibió críticas de sus contemporáneos. 

A menudo, los artistas como Jean Cocteau son calificados con el sobrenombre de «hombres del Renacimiento». El francés fue dramaturgo, novelista, poeta –es así como se definía a sí mismo– y crítico.  También fue amplia la temática de su obra escrita: de la música al relato de viajes pasando por el arte o las memorias.

Pero con su labor de escritor convivía, además, la de artista plástico, en la que se centra la exposición Jean Cocteau: la venganza del malabarista. En ella se abordan sus trabajos de muralismo, diseño de joyas y textiles, dibujo… En total, más de 150 piezas, algunas provenientes de museos como el parisino Centre Pompidou, o de colecciones privadas como la Cartier.

El título de la muestra toma el término de «malabarista» para hacer referencia a su destreza y manejo de numerosas técnicas y medios en los que desarrollar su obra. Esto le convirtió en una de las figuras más prolíficas del siglo XX, pero también le valió numerosas críticas de los artistas de su época.

Entre las obras presentes en la muestra, se encuentran proyecciones de sus películas, documentos, libros, revistas, dibujos –como Hermanos rivales–, cuadros –entre los que destaca Edipo y el cruce de caminos–, piezas de joyería y otros objetos diseñados por él (como Espejo de Orfeo).

En muchas de estas piezas puede verse la gran inspiración que supuso el mundo clásico para el artista. En uno de sus largometrajes más famosos –de hecho, titulado Orfeo– abordó de forma personal y moderna este mito que le serviría, años después, como inspiración para diseñar el espejo que ahora puede verse entre las paredes de la Colección Peggy Guggenheim.

Jean Cocteau.
Jean Cocteau. "Espejo de Eurídice". 1960/1989. Edición Artcurial 1/20. Collection Kontaxopoulos Prokopchuk, Brussels Photo ©yankont@pt.lu © Adagp/Comité Cocteau, Paris, by SIAE 2024.

La figura de Jean Cocteau encarnó perfectamente las contradicciones culturales, sociales y políticas de su tiempo. Era un miembro del establishment francés, aunque demasiado subversivo y problemático para encajar del todo.

Desde pequeño tuvo una vida poco convencional para su posición social acomodada: un padre abogado y rentista que se suicidó cuando era niño, unos hermanos que fueron criados por los abuelos, una madre con la que se quedó solo y que, según se dice, le protegió con demasiado celo.

Jean Cocteau. "Edipo y el cruce de los tres caminos". 1951. Colección privada © Adagp/Comité Cocteau, Paris, by SIAE 2024.

A todo ello le siguieron expulsiones de los colegios de élite en los que su madre le ingresaba, notas mediocres y falta de interés, pero también un precoz talento para la poesía. Publicó su primer libro de poemas a los veinte años, y ese mismo año ingresó en los círculos parisinos del ballet y el teatro, donde forjaría su carrera de dramaturgo y, después, de cineasta.

Por otro lado, al margen de su posición social, se codeaba con artistas como Josephine Baker, Pablo Picasso, Amadeo Modigliani –quien le retrató– o Tristan Tzara, pero sin embargo también tuvo siempre un pie fuera de la vanguardia.

Nunca disimuló su bisexualidad, ni encubrió tampoco su evidente adicción a los opiáceos –que comenzó a raíz de la muerte de uno de sus amantes, el escritor Raymond Radiguet–, lo que causó que no terminase de encontrar un lugar en el que encajar.

A esta situación, ya de por sí tumultuosa, se sumaron acontecimientos más inverosímiles aún si cabe, como su romance con Natalia Paley, hija del gran duque ruso Pablo Romanov, que llegó a quedarse embarazada del artista –aunque perdió al niño– y que sufrió una adicción a los opiáceos, que empezó a consumir influida por él.

Finalmente, falleció en 1963 a los 74 años. La causa fue un infarto sufrido a las pocas horas de enterarse del fallecimiento de una de sus grandes amigas: Edith Piaf. Tras de sí dejó un perfil difícil de encajar, incluso dentro de los movimientos de vanguardia, y una cantidad ingente de obra, desde poemas a tapices pasando por óleos y joyas, con la que poder «vengarse» de todos aquellos que criticaron su naturaleza versátil.

Esta muestra, la monográfica más importante dedicada al artista que se ha celebrado en Italia, podrá visitarse en la ciudad de los canales hasta el próximo 16 de septiembre. Sofía Guardiola