Imogen Cunningham: en qué se parece un desnudo a una flor
La muestra de la artista estadounidense en el Museo Carmen Thyssen de Málaga, compuesta por obras de la Colección José Luis Soler Vila, pretende mostrar la esencia de su trabajo fotográfico, en el que destacan la botánica y la importancia del cuerpo. Asimismo, reivindica el papel de una de las fotógrafas más importantes del siglo XX.
Seguramente haya pocas metáforas tan repetidas en la historia de la literatura como aquellas que comparan a las mujeres con flores. Desde el “en tanto de rosa y de azucena se muestra la color en vuestro gesto” de Garcilaso De la Vega hasta Lorca, que escribió en su Oración a las rosas: “Esencias de un Edén, de labios danzarines, de senos de mujer.”
En una frase atribuida a Voltaire –al menos en varias páginas web–, se asegura que “el primero que comparó a la mujer con la flor fue un poeta. El segundo, un idiota”. Sin embargo, viendo las fotografías de Imogen Cunningham escogidas para Esencias, su exposición en el Museo Carmen Thyssen de Málaga, es inevitable no caer en el manido motivo de nuevo.
La muestra, compuesta por fotografías de la Colección José Luis Soler Vila, presenta tanto imágenes de plantas y flores como desnudos, los motivos más destacados de la obra de la autora (cuyos primeros trabajos fueron, de hecho, diapositivas botánicas para la Universidad de Washington en Seattle).
En ellas se acumulan las similitudes entre los cuerpos –especialmente femeninos–, y las plantas o flores: la sensualidad en su tratamiento, la mirada de ambos como objetos de deseo, la plasticidad de las texturas, la delicadeza y el lirismo, la búsqueda de simplificar las formas. Con su objetivo, disecciona fragmentos tanto de motivos vegetales como de la figura humana; los acerca al espectador haciendo que este se fije especialmente en los volúmenes y en las líneas.
Cunningham estudió química –se formó así sobre los procesos de revelado– y triunfó primero con sus retratos de corte pictorialista, muy de moda en la época. Con el paso del tiempo, pasó a convertirse en una artista mucho más audaz e innovadora, hasta el punto de ser una de las primeras mujeres en esta disciplina en mostrar el cuerpo masculino desnudo, lo que propició que los críticos tildaran su trabajo de vulgar.
Después de convertirse en madre, la fotografía pasó a un segundo plano para ella, si bien siguió dedicada a capturar el mundo que le rodeaba. Lo cierto es que los dos temas de la exposición malagueña ya habían estado en su punto de mira desde el principio. Ella misma explicó en una ocasión que ambos asuntos confluyeron una tarde de 1906, cuando tenía 23 años. “Mi primer desnudo fue un autorretrato hecho en el campus de la Universidad de Washington. Lo preparé y salté dentro, eso fue todo”.
Es en ese momento cuando funda el grupo f/64, que huye de la intervención fotográfica en el laboratorio en pos de una mayor importancia de la intuición y del ejercicio de contemplación. Por aquella época empieza también a dar mayor importancia a aquello que la rodea: precisamente sus amigos, que protagonizan algunos de sus desnudos, y las flores y plantas del jardín que ahora pueden verse en el Museo Carmen Thyssen.
Abordando estos dos temas centrales en su obra, la muestra pretende subrayar el papel de la artista como una de las creadoras más destacadas en la fotografía del siglo XX. Imogen Cunningham. Esencias, podrá contemplarse en la Sala Noble del museo hasta el próximo 19 de enero. Sofía Guardiola