HOLANDA BUSCA UNA CAMA

El Dormitorio en Arles. Vicent Van Gogh. Museé d’Orsay.

HOLANDA BUSCA UNA CAMA

Desde que el experto en Van Gogh y periodista de The Art Newspaper, Martin Bailey, publicó el pasado domingo su investigación sobre la cama del pintor (basado en su libro Studio of the South: Van Gogh in Provence), ha cundido el nerviosismo entre los holandeses ya que, según sus estudios, cualquiera de ellos podría estar durmiendo en el lecho del artista sin darse cuenta.

El Dormitorio en Arles. Vicent Van Gogh. Museé d’Orsay.

No se trata de cualquier cama sino la que él pintó en uno de sus cuadros más enigmáticos: El Dormitorio en Arles, del cual hizo además dos copias casi idénticas. Los tres ejemplos se encuentran en el Museo de Amsterdam, en el Art Institute de Chicago y en el Museé d’Orsay. En las cartas a Theo, Vincent explica su propósito de trasmitir tranquilidad a través de la sencillez de su dormitorio, donde además cada color tiene su simbolismo. Lo pintó en 1888 en Arles, mismo año en el que, según Bailey, compró esta cama junto con otra para invitados. Fue una compra cara, cada una le costó 150 francos. Se sabe por los escritos del artista que la inspiración para crear sus cuadros más bonitos la consiguió reflexionando tumbado en su lecho mientras fumaba pipa. También fue en esta cama cuando se lo encontraron ensangrentado con la oreja cortada. Él mismo decía que “pintar muebles que uno conoce…hace recordar tiempos pasados”. Es un objeto con mucha historia. Según el experto, la cama sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, y en 1945 un descendiente donó el mueble a una comunidad cerca de Arnhem (Países Bajos) que había sufrido mucho en la liberación del país.

Bailey cuenta que la cama perteneció a Van Gogh hasta su muerte, la heredó su hermano Theo pero este murió se sífilis seis meses después, por lo que pasa a manos de su viuda, Jo. Ella se mudó a Holanda nada más fallecer Theo y allí se hizo una pequeña casa de invitados a donde se destinó el famoso lecho. Jo murió en 1925 y la cama se la quedó su hijo, también llamado Vincent, que vivía al este de Amsterdam. A partir de entonces a Bailey le ha costado más el seguimiento de los viajes del mueble, pero encontró archivos con referencias de este en el Van Gogh Museum. Uno de ellos habla sobre un plan museológico en el que el conservador contacta con el sobrino y heredero del artista, el cual le dijo literalmente: “si quieres, puedo darte la cama que aparece en sus pinturas”; se trata de una carta escrita de su puño y letra, es una evidencia que en 1937 el lecho seguía existiendo. Pero el proyecto de museo no se llegó a ejecutar.

En 2015 el siguiente paso del reportero/historiador fue contactar con el hijo del sobrino de Van Gogh, Johan van Gogh, cuya edad ya llegaba a los 93 años. Afirmó que se acordaba de aquella cama, la guardaban en el almacén del sótano de su casa cuando era joven, pero en 1945 su padre la donó a las víctimas de la guerra que habitaban en un lugar cerca de Arnhem, al este de Holanda. Después de obtener esta información, Bailey contactó con Teun Koetsier, historiador de la ciudad de Laren y autor de un libro sobre la Segunda Guerra Mundial. Este le proporcionó el dato de que en septiembre del 45 llegaron varios camiones a Laren cargados de muebles para que fuesen donados a Boxmeer, una pequeña ciudad situada a 40 km al sur de Arnhem. Hoy en día existen fotografías de estos camiones llegando a Boxmeer. La cama pasó a manos de alguien allí, por supuesto nadie sabía del valor y la historia de este lecho, además, era ya un objeto con 60 años de antigüedad, por lo que el último propietario seguramente la remplazaría por una nueva una vez llegasen tiempos mejores. Ahora la pregunta es: ¿Dónde está actualmente? ¿Seguirá en Boxmeer? El alcalde de esta ciudad ha animado a los vecinos a buscar en los almacenes y trasteros de sus casas por si aún no ha sido destruida. Holanda se une a seguir la investigación de Bailey con el deseo de encontrar el final de esta inquietante historia. Quien la tenga, será el dueño de una verdadera reliquia postimpresionista. Ana Robledano Soldevilla.