Gervasio Sánchez, un reportero de vida frente a la guerra

Gervasio Sánchez, un reportero de vida frente a la guerra

Gervasio Sánchez, un reportero de vida frente a la guerra


La sala de exposiciones de la Diputación de Huesca presenta 70 imágenes, la mayoría inéditas, del Premio Nacional de fotografía cordobés. Ilustran la parte más amable y optimista de los conflictos bélicos ocurridos en Ruanda, Sudán o Serbia.  


“La guerra forma parte intrínseca de la naturaleza humana”. Sorprende la naturalidad con la que Gervasio Sánchez habla sobre la guerra, que ha visto de cerca y en primera persona tanto en Angola como Irak o Ruanda, por mencionar solo tres ejemplos. Quizá por eso, porque ha tenido que mirarla frente a frente, sus palabras cobran mayor importancia. Si como decía el historiador Will Durant durante la Historia de la Humanidad ha habido únicamente 29 años sin conflictos armados, solo nos queda aceptar esta lacra y denunciar sus abusos, como hace el fotógrafo de El Heraldo de Aragón y La Vanguardia.

Sus trabajos a menudo demuestran lo obvio: que la guerra destruye, mata y arrasa con todo cuanto encuentra a su paso. Sánchez ha dejado constancia de decenas de conflictos bélicos ocurridos durante los últimos 35 años, desde las guerras civiles latinoamericanas de Guatemala, El Salvador o Nicaragua hasta el genocidio de Ruanda. También asistió a los enfrentamientos entre Bosnia y Herzegovina, tras la disolución de la antigua Yugoslavia. “En aquel matadero aprendí que la guerra no se puede contar”, explica.

Una niña circula entre las ruinas de Djakova (Kosovo). 1999.

Sin embargo, el reportero cordobés ha querido ver mucho más allá de las muertes y la miseria. Ha intuido la vida tras los despojos y también eso lo ha inmortalizado con su cámara. Unos niños que juegan sobre los coches destrozados de Sarajevo, otro que camina con su mascota –probablemente su única familia ahora– en medio de una calle ruinosa de Kuito, una madre mutilada que descansa junto a su bebé… Las razones para mantener el optimismo existen, al fin y al cabo.

Un hombre víctima de una mina antipersona en Kuito (Angola). 1997.

Esta faceta más amable es precisamente la que presenta Vida. Gervasio Sánchez, la muestra que acoge estos días la sala de exposiciones de la Diputación de Huesca. Una selección de 70 fotografías, la mayor parte inéditas, ilustran cómo la población se sobrepone en medio de las ruinas de diferentes países y en diversos momentos a la guerra. Todo un canto a la vida que se niega a ser aniquilada.

El recorrido propuesto por el comisario, Gerardo Mosquera, huye de divisiones temáticas o cronológicas. Simplemente pretende mostrar “el triunfo de la vida sobre la violencia destructora”, a través de las instantáneas más amables captadas por Gervasio en Sudán, Afganistán, Mozambique o Bosnia, entre otros muchos países. Se trata de una apuesta innovadora que resulta al mismo tiempo conmovedora, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de cronistas de guerra suelen representar la muerte.

Antonio Muñoz Molina considera que “en el disparo de su cámara siempre hay denuncia y siempre hay poesía”. Poco más se puede explicar de unas imágenes que, como reconoce el propio Gervasio Sánchez, “no necesitan traducción simultánea”. Basta con mirarlas para comprender el mensaje. Descúbranlas hasta el 20 de mayo de 2018 en Huesca. Sol G. Moreno

Un niño pasea a su mono entre las ruinas de su ciudad, Kuito (Angola). 1997.
Varios niños juegan entre coches y camionetas destrozadas en Sarajevo (Bosnia-Herzegovina). 1993.
Sofía Elface Fumo, víctima de una mina antipersona, duerme junto a su hija Alia en Massaca (Mozambique). 2007.
Un niño juega con un paraguas en la avenida principal destruida por los combates en Monrovia (Liberia). 1996.