GABRIELE FINALDI: “LA PINTURA ESPAÑOLA Y SUS GRANDES MAESTROS AÚN TIENEN MUCHAS COSAS QUE CONTAR”

GABRIELE FINALDI: “LA PINTURA ESPAÑOLA Y SUS GRANDES MAESTROS AÚN TIENEN MUCHAS COSAS QUE CONTAR”

GABRIELE FINALDI: “LA PINTURA ESPAÑOLA Y SUS GRANDES MAESTROS AÚN TIENEN MUCHAS COSAS QUE CONTAR”

Fernando Rayón entrevista al director de la National Gallery en ARS33, el último número de la revista, en el que también descubrimos la etapa romana de Luis Tristán, una nueva ‘alhaja de escultura’ de Luisa Roldán y el estudio de Ignasi Aballí.  

En mayo del año pasado, tras una estancia de 13 años en el Museo del Prado, Finaldi volvió a la National Gallery, su museo de origen, pero esta vez como director de la institución. Atrás quedaba una de las etapas más brillantes en la pinacoteca madrileña, donde había ejercido de Director Adjunto de Conservación y Restauración, y alter ego del director Miguel Zugaza.

Finaldi en su última noche en el Prado.

La entrevista tiene lugar en el Casón del Buen Retiro, entonces su lugar habitual de trabajo, rodeado de los cuadros de David Teniers sobre la Historia de Reinaldo y Armida. Ha venido a Madrid para presentar dos proyectos que dejó hace meses encarrilados: una exposición sobre Velázquez y Murillo en la Fundación Focus de Sevilla –donde haremos las fotografías- y otra sobre los dibujos de Ribera, uno de sus pintores favoritos, al que ya dedicó su tesis doctoral. Durante la conversación, confiesa que la última noche que pasó en el Prado aprovechó para hacerse autorretratos por las diferentes salas.

– ¿No echa de menos al Prado?

– Por supuesto. Fueron años muy intensos, en los que adquirí una gran experiencia. Trabajamos con el edificio, con las colecciones… y en poco tiempo transformamos el museo. En los últimos meses, también en los últimos días, paseaba por sus salas y, en cada una de ellas, encontraba cartelas distintas, una nueva iluminación, cuadros que se habían incorporado a su colección…

– Un cambio que también se notó desde fuera.

– El museo también estuvo muy atento a las necesidades y demandas del público. Asumió que debía entusiasmar, ganarse a los visitantes. Y lo consiguió.

– ¿Y la llegada a Londres?

– Muy bien. Conocía ya la colección. Es como un paseo por la historia del arte, donde no falta ninguna de las cumbres que lo integran.

– Pero aterrizó en medio de una huelga de funcionarios.

– Sí, estaban cerradas la mitad de las salas. El anterior patronato y la dirección habían decidido privatizar la seguridad, la comunicación y algún otro servicio del museo. Lo primero que tuvimos que hacer fue llegar a una solución con los sindicatos. Pero el 5 de octubre volvimos a abrir todas las salas, coincidiendo con la exposición sobre Goya y sus retratos.

Finaldi posa en el Hospital de los Venerables junto a “San Pedro penitente” de Murillo.

– ¿Qué hizo desde entonces?

– Lo primero fue poner en marcha un programa de exposiciones. Este verano tuvo lugar una sobre las colecciones que poseyeron pintores como Matisse, Degas, Renoir, Van Dyck, Lucian Freud… Algunas obras, como La mujer italiana quiso el propio Corot que acabara en la National Gallery. Una muestra con mucho transfondo.

– ¿Hay muchos otros pintores que hayan donado sus trabajos al museo?  

– Y no solo pintores. Pero las donaciones son muy singulares. Por ejemplo, Denis Mahon hizo su colección de pintura barroca italiana para que en el futuro pudiera exhibirse en la National Gallery. Y otra cosa que llama la atención es que la sociedad civil colabora de manera habitual en las adquisiciones. En julio de 2015 ingresó el panel con Escenas de la vida de la Virgen y otros santos de Giovanni da Rimini (1292-1336) gracias también a la aportación de Ronald S Lauder; y ahora estamos intentando que el Retrato de joven de Pontormo pueda quedarse en el museo gracias a este mismo sistema. Teníamos una obra religiosa del pintor italiano, pero ningún retrato.

– ¿Qué le ha parecido la incorporación al Prado de ‘La Virgen de la granada’ de Fra Angélico?

– Una compra fantástica, sin ninguna duda. Ya no existen obras así en el mercado, con esa calidad y, sobre todo, con su increíble estado de conservación.

 En el Prado están ahora con el proyecto de recuperación del Salón de Reinos para oxigenar tanta avalancha de visitantes.

– Es también otra oportunidad. Cuando el Museo del Ejército dejó el edificio eran momentos difíciles para acometer su reforma. Se trata de un edificio histórico que albergó una parte de la colección que ahora se exhibe en el edificio Villanueva pero el proyecto museográfico no puede quedarse ahí. Debe ofrecer algo más que recuperar unos espacios históricos.

– ¿Y la National Gallery no se amplia?

– Hay un edificio detrás del Sainsbury Wing que podría permitir crecer en superficie expositiva. Es uno de los retos planteados para el bicentenario del museo que celebramos en 2024.

– ¿Qué tiene el Prado que no tenga la National Gallery?

– Yo echo de menos la concentración de obras de los grandes artistas: Rubens, El Greco, Goya… y también los retratos ecuestres del Prado. De Londres me gusta la colección de Velázquez, las mitologías de Tiziano y obras individuales de Crivelli, Leonardo, Miguel Ángel o el XIX internacional.

*El resto de la entrevista puede leerse en el número 33 de ARS Magazine, cuyos contenidos son: Clara Peeters, una vida en detalle por Alicia Suárez; Ni héroes ni villanos: historias del expresionismo abstracto, por Manuel Ramos Martínez; ‘Extasis de María Magdalena’, de Luisa Roldán, por Alfonso Pleguezuelo; Romsdal Folk Museum: un refugio natural, por Roberto Gargiani; Números primos de Fernando Martín Godoy, por Alejandro Martínez; Ignasi Aballí, trapero de lo invisible, por Francesco Giaveri; Tristán en Italia por José Redondo Cuesta; y Equilibrios y dualidades en la colección de Jaime Ruiz Orfila, por Sol G. Moreno.