Francis Bacon. ‘Tres estudios para una Crucifixión’ (‘Three Studies for a Crucifixion’). 1962. Óleo sobre lienzo, tríptico. 198,1 x 144,8 cm, cada uno. Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York, 64.1700. © The Estate of Francis Bacon. Reservados todos los derechos. DACS/VEGAP, Bilbao, 2016.
FRANCIS BACON EN EL GUGGENHEIM. UN ESPEJO CRUDO Y VIOLENTO
El Museo Guggenheim Bilbao presenta Francis Bacon: de Picasso a Velázquez, una selección de 80 obras que incluye algunas de las pinturas más relevantes y menos exhibidas del británico, junto a los maestros que más le influyeron. Transgresor con su vida y con su obra, Bacon cruzó algunas fronteras hasta entonces difíciles de vulnerar, situando al ser humano frente a un espejo crudo y violento. Ávido consumidor de literatura francesa –Racine, Balzac, Baudelaire y Proust– y apasionado del arte de Picasso, Van Gogh, Degas, Manet, Gauguin, Matisse, Poussin, Velázquez, Zurbarán, el Greco o Goya, Bacon visitó recurrentemente París y Madrid en busca de sus propios maestros.
La muestra que ahora se presenta en Bilbao es un recorrido hacia este complejo universos de filias y fobias del artista inglés, que da comienzo con una sala dedicada a Picasso, de quien dijo: «abrió la puerta a todos esos sistemas nuevos. Yo he tratado de poner mi pie en esa puerta abierta, para que no se cerrara. Picasso pertenece a ese linaje de genios del que forman parte Rembrandt, Miguel Ángel, Van Gogh y, sobre todo, Velázquez». El encuentro del joven Bacon con la obra de Pablo Picasso en la galería Paul Rosenberg de París el año 1927, marcó el comienzo de su dedicación al arte y queda patente en algunos de sus primeros trabajos; partiendo de un absoluto desconocimiento de la técnica pictórica, Bacon se adentró en el mundo del arte de la mano del malagueño. A continuación, encontramos un nuevo espacio dedicada a sus ‘jaulas humanas’ en las que el artista crea un universo nuevo de imágenes, concebido a partir de la literatura, el cine, el arte y su propia experiencia, marcada por la Segunda Guerra Mundial. A continuación, Figuras aisladas se centra en su producción a partir de mediados de los años 40 y su aproximación a la imagen del Papa Inocencio X de Velázquez. La predilección de Bacon por este lienzo se reflejó durante más de dos décadas en decenas de obras en las que la imagen del pontífice se ve transformada de diferentes maneras.
Cuerpos expuestos, la siguiente etapa en este recorrido, trata sobre el desnudo. El primero que ha sobrevivido data de 1949 y, cuatro años más tarde, pintó por primera vez una pareja de hombres desnudos (imagen que no podía mostrarse en público en una Inglaterra que aún penalizaba la homosexualidad). En los desnudos de Bacon –basados en las fotografías de Eadweard Muybridge– predominan los personajes aislados en posturas cotidianas que el pintor transforma retorciendo sus cuerpos de una forma casi animal, hasta hacerlos parecer casi inverosímiles, reinventando el retrato. Después, el recorrido nos conduce a un espacio titulado Juntos, pero aislados, en el que se muestran varios trípticos y piezas de los años 60 y 70, y continúa con diversos retratos tan conocidos como los dedicados a Lucian Freud, Michel Leiris, Henrietta Moraes, Jacques Dupin, George Dyer, John Edwards, Reinhard Hassert y Eddy Batache, entre otros muchos.
Las dos últimas secciones se titulan Tauromaquia y Esencia vital. Bacon expresó en numerosas entrevistas su interés por las corridas de toros y su admiración hacia Francisco de Goya. De hecho, llegó a seleccionar su retrato del dorador Andrés del Peral para una exposición que comisarió con fondos de la National Gallery en 1985. Mientras que en Esencia vital se recoge su trabajo, ya septuagenario, cuando reintroduce en su obra motivos como el toro y géneros como el paisaje, que hasta entonces habían sido secundarios en su producción. Francis Bacon: de Picasso a Velázquez podrá verse del 30 de septiembre 2016 al 8 de enero 2017 en el Museo Guggenheim Bilbao. La muestra ha sigo organizada en colaboración con Grimaldi Forum Monaco y está patrocinada por Iberdrola. El responsable de la selección de las obras y, por tanto, de la exposición es Martin Harrison quien, además, es el editor del catálogo razonado del artista, recientemente publicado. En el catálogo de la exposición actual figuran textos del propio Harrison, junto a otros de Manuela B. Mena Marqués y Sarah Whitfield, que arrojan luz sobre algunos aspectos desconocidos de la producción del pintor británico.