‘Fe y tradición’ tras la cámara de Eduardo Pereiras

‘Fe y tradición’ tras la cámara de Eduardo Pereiras

Por segundo año consecutivo, el espacio de exposiciones que alberga Bodegas Tradición rescata parte del archivo del fotógrafo, nacido en Arcos de la Frontera, al exponer un total de 110 imágenes históricas que ilustran algunos de los momentos más señalados de las Hermandades, cofrades y pasos que recorrieron las calles de la ciudad gaditana en el siglo pasado. Pereiras supo inmortalizar el fervor religioso de la Semana Santa en Jerez durante los años 1940 y 1980.

Se acerca Jueves Santo y de nuevo Bodegas Tradición propone una mirada histórica a la Semana Mayor jerezana a través de la fotografía cuidada y escenográfica, casi pictórica, de «uno de los artistas locales más importantes del siglo XX». Sin embargo, la situación se antoja muy distinta a la del año pasado. Si en 2021 Pereiras, Semana Santa  sirvió como alternativa forzada para revivir en diferido la Pasión de Cristo ante la imposibilidad de asistir presencialmente a procesiones, esta vez supone el complemento perfecto para unas celebraciones que, ahora sí, llenarán nuevamente las calles de Jerez.

La bodega exhibe en su patio porticado una segunda selección de imágenes procedentes del Archivo Pereiras, gracias a una muestra centrada en un único artista: Eduardo (el año pasado sus imágenes compartieron protagonismo con las de su padre Manuel). En esta ocasión, se presentan 110 imágenes en blanco y negro realizadas durante los actos religiosos de Semana Santa hacia mediados del siglo pasado.

Se trata de instantáneas de cofrades, nazarenos, capirotes o fieles cuidadosamente iluminados por el autor, que a menudo se hacía acompañar de un ayudante para que portase las placas de cristal, los trípodes y las lamparillas necesarias para sacar el máximo partido de cada escena (no olvidemos que en los años 40-50 del siglo pasado el alumbrado urbano era escaso).

Fe y tradición. Otra mirada de Pereiras permite apreciar cómo Eduardo supo captar el fervor, sentimiento religioso y la devoción de un pueblo, sin renunciar a una visión artística de estas escenas, donde las gotas de lluvia, los cristales o reflejos se cuelan como elementos fundamentales de la composición.

Ejemplos como el Cristo portacruz reflejado sobre el cristal de un escaparate o el brillo del adoquinado por causa de la lluvia recién caída bastan para ilustrar esa mirada certera. También sirven para confirmar la maestría de un fotógrafo adelantado a su tiempo que supo sacar partido de la luz, las sombras y los brillos en un contexto muy vinculado con la escenografía. 

Su forma de retratar los rostros –humanos o de madera– de la Semana Mayor, el procesionar de los costaleros por la calle Larga hasta desembocar en la Catedral o el saludo oficial de las personalidades ante los pasos, convierten a Eduardo Pereiras no solo en un testigo de la realidad religiosa local, sino también de un Jerez histórico y popular.

Esta exposición temporal podrá visitarse hasta el 13 de abril mediante visitas guiadas a cargo de Manuel Marín y Manuel Romero, gracias a la colaboración con Patrimonio y el Ayuntamiento de Jerez. Lo cierto es que apenas muestra una ínfima parte del archivo que Bodegas Tradición posee del autor, cuyo legado adquirió hace siete años a la propia familia Pereiras para su Archivo Histórico Fotográfico.

Una colección que se compone de cerca de 9.000 negativos y un millar de placas de cristal que ilustran cómo era la vida en Jerez desde 1940 hasta 1980, aproximadamente.

Nacido en Arcos de la Frontera, Eduardo Pereiras (1929-2013) se trasladó muy pronto a Jerez con su familia. Allí alternó sus estudios de Dibujo y Pintura con la fotografía, pasión heredada de su padre Manuel, quien inmortalizó con la cámara al ejército de aviación en la Guerra Civil. De él aprendió el oficio y la técnica, especialmente el revelado, momento que aprovechaba para acentuar las sombras y reflejos.

Eduardo podía tirarse horas y horas esperando la luz, la posición de la figura o el ambiente perfectos, antes de activar el disparador de su cámara, con la que siempre buscó reflejar una realidad pictórica e idealizada.

Con ella inmortalizó a decenas de costaleros, pero también a vendimiadores, bodegueros, parejas de casados, soldados y familias, cuyos descendientes pueden reconocerlos entre las decenas de instantáneas que la sala proyecta de manera permanente sobre varias pantallas (al margen de las que ahora pueden verse en la exposición de Fe y tradición). Sol G. Moreno