FASCINANTE PAUL GAUGUIN EN SUIZA
La Fundación Beyeler consigue reunir más de 50 de sus obras maestras en una exposición considerada uno de los acontecimientos del año
Seis años han tardado en poner a punto esta exposición, que sus organizadores califican de “deslumbradora” y con grandes obras de este “fascinante” artista francés que fue Paul Gauguin. Han pasado 60 años desde la última muestra celebrada en Suiza y unos 10 en los países vecinos, por eso no dudan en considerarla como uno de los acontecimientos memorables de 2015. Y no les falta razón. Las piezas que se han reunido son de verdad obras maestras, como ¿De dónde venimos?, ¿Quiénes somos? y La visión después del sermón. Se exhiben muchos de sus autorretratos, así como varias de sus conocidas “pinturas visionarias y espirituales” creadas en Bretaña.
Sin embargo, el núcleo de la muestra se compone de aquellas obras que desarrolló en Tahití, donde Gauguin “plasmó su ideal de un mundo exótico y virgen, en armoniosa combinación con la naturaleza y la cultura; el misticismo y el erotismo, los sueños y la realidad”. Se han añadido varias esculturas inspiradas en los Mares del Sur. No falta de nada: desde las obras más populares a las menos conocidas. Ahí están su Autorretrato con la paleta (1893), Los recolectores de frutas (1899) o Arearea (1892).
En total se reúnen más de 50 obras. Llegan de museos internacionales y de colecciones públicas y privadas, como el Museo d’Orsay de París, el Art Institute de Chicago, los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, la Galería Nacional de Escocia en Edimburgo, el Thyssen-Bornemisza de Madrid; el Hermitage de San Petersburgo o el Pushkin de Moscú.
La vida de Gauguin fue toda una aventura. No ha habido otro pintor que viajara tanto y tan lejos en busca de sí mismo y de un nuevo arte. Se embarcó de joven en un mercante rumbo a Perú en busca de sus raíces; como corredor de Bolsa estuvo en Bohemia y más tarde en París. Fue amigo de los pintores impresionistas, miembro de la comunidad de Pont-Aven y vivió con Van Gogh en Arlés. Su insaciable anhelo por encontrar una isla de buenaventura le llevó a descubrir Tahití, donde llevó una existencia de auténtico ermitaño. Se convirtió pues en el primer nómada moderno y el primero, también, en huir de la crítica. Estaba dotado de una sensibilidad especial por el exotismo y la libertad.
Fue un personaje fascinante, tanto como artista como ser humano. Sus creaciones reflejan su constante búsqueda del paraíso perdido en la tierra. Según los entendidos, su vida se puede definir como la dramática historia de un autor que se movió entre diferentes culturas llevado siempre por una marcada pasión y la aventura.
Paul Gauguin estará abierta hasta el 28 de junio. MPR