ESCULTURAS VOLADORAS, CARTELES ARTÍSTICOS E INSTALACIONES SONORAS TIÑEN DE CULTURA LAS OLIMPIADAS DE RÍO
No solo de deportes vive Río de Janeiro. La ciudad brasileña, que desde el pasado fin de semana acapara la atención del planeta al acoger la trigésima tercera edición de las Olimpiadas modernas, también ofrece una alternativa cultural al visitante. Aprovechando los Juegos, el país latinoamericano ha querido presentar un programa cargado de exposiciones, conciertos, obras teatrales e instalaciones al aire libre con los que “humanizar el espacio urbano”. Para ello, se han seleccionado varios proyectos con los que la ciudad pretende sorprender no solo a la población local, sino también a los turistas que estos días ocupan sus calles, parques y playas. Carla Camurati, directora cultural de Río 2016, destaca: “Cultura es lo que define un país. Es lo que diferencia los lugares que albergan los Juegos”; de ahí su interés por mostrar un país artísticamente rico y moderno.
Camurati ha contado con la ayuda de un equipo de comisarios, artistas y expertos compuesto por Nelson Motta, Vik Muniz, Sérgio Bloch, Antônio Urano, Carlito Azevedo, Luiz Antonio Simas y Breno Silveira, entre otros. Juntos, han elaborado un programa cultural que incluye diversas exposiciones, charlas y coloquios sobre fotografía, e intervenciones artísticas repartidos por los museos y centros culturales de la ciudad; desde la tradicional muestra de carteles olímpicos o las instalaciones sonoras de Floriano Romero, hasta las esculturas hechas con andamios y lonas del francés JR o la obra integrada en la naturaleza de la creadora japonesa Mariko Mori. Se ha creado incluso un pasaporte cultural de Río que permite el acceso a todas estas propuestas, si bien algunas de ellas son gratuitas.
De este modo, los artistas aportan su granito de arena a través de varios trabajos creados expresamente para la ocasión. Igual que los atletas, nadadores y tenistas, ellos también reclaman su sitio en la ciudad de moda este verano. Lo hacen desde las calles o en los museos. Puede que su premio no sea una medalla, pero seguro que también se sentirán vencedores al ver sus creaciones expuestas a los ojos del público. En el caso del artista francés JR, por ejemplo, la satisfacción será doble, pues la figura del atleta de enormes proporciones que ha colocado en lo alto del antiguo Club de Regatas do Flamengo es el alter ego de Mohamed Younes Idriss, un saltador profesional sudanés que no dio la talla para Río. “No se clasificó para los Juegos pero, de alguna manera, también está aquí”, manifestó el propio artista. No es el único deportista de tela que JR lanza al vacío; otro nadador se semejantes proporciones descomunales salta al agua en los muelles del barrio de Barra; se trata de la primera “obra voladora” del autor.
La colección de pósters oficiales de los Juegos Olímpicos, todo un clásico, se exhibe en el Parque Olímpico de Dedodoro. Una docena de autores brasileños, entre ellos Claudio Tozzi, Gustavo Greco o Guto Lacaz firman los carteles, que vienen de mostrarse en el Museo de Mañana. Figuras deportistas de tonos coloridos, logos inventados y composiciones inspiradas en el trazado urbanístico de la ciudad integran la muestra, en la que destacan los trabajos del grafitero Kobra y la artista colombiana Olga de Amaral. Cada uno de ellos interpreta el espíritu olímpico y lo traduce en imágenes, como viene sucediendo desde 1912, cuando Estocolmo acogió los primeros JJOO. Los pósters oficiales son tradicionalmente elegidos por el comité organizador.
El Centro Municipal Parque das Ruínas apuesta por el arte sonoro de Floriano Romano. En la azotea del edificio, ha colocado unos prismáticos que apuntan hacia diferentes escenarios y ponen de relieve la importancia de lugares como el propio parque, el Castillo de Santa Teresa o la vista panorámica de la ciudad. Cada una de estas lentes, actúa como zoom pero también como altavoz, pues activa una narración corta de tres minutos aproximadamente que alude a la memoria de cada uno de los lugares. En la fachada, dos enormes muros sonoros con altavoces incorporados -dan nombre a la exposición Muro de sonido– se sitúan en las ventanas, simulan el sonido del viento a través de la respiración del artista. Por último, ha instalado tres tumbonas que invitan al espectador a sentarse y disfrutar de las impresionantes vistas del Pan de Azúcar, dejándose llevar por el sonido del mar gracias a unas cajas incrustadas bajo las mismas.
En la misma línea, la obra recién inaugurada de Mariko Mori nos habla de la comunión con la Naturaleza. Un enorme anillo de tres metros de diámetro y compuesto por láminas de acrílico corona la cascada Véu de Noiva, situada en Mangaratiba. La obra, titulada Ring: One with Nature, se presentó el pasado 2 de agosto y quedará instalada de forma permanente en la localidad brasileña para recordar a todos, cuando pasen los Juegos, que Río fue olímpica. Sol G. Moreno