EL UNIVERSO MÁGICO Y GLOBAL DE WILFREDO LAM

Wilfredo Lam ante una de sus obras de la serie Brousses en su taller de Albissola.1963. Archivos SDO Wifredo Lam

EL UNIVERSO MÁGICO Y GLOBAL DE WILFREDO LAM

A comienzos de los años 90 leí un libro de María Zambrano, Algunos lugares de la pintura, donde la filósofa y ensayista malagueña recogía una serie de textos sobre la relación del arte y el pensamiento, a través de una serie de pintores como Velázquez, Zurbarán, Picasso, Ramón Gayá, Juan Soriano, Baruj Espinosa y Wilfredo Lam, entre otros. De este último, Zambrano destacaba su modo mágico y la relación con la naturaleza y escribía que “en la pintura de Lam no hay cosas, ni hombres, sino fuerzas, alma diríamos y en lo que al hombre se refiere, máscaras”. Y añadió en relación a su plástica: “pintura nocturna más que luminosa me pareció siempre la de Lam. Más la pintura no lo olvidemos, nació en la noche de las cavernas; conjunto e invocación a las criaturas: para que dejaran por un instante ver según número y figura”.

Ahora el Museo Reina Sofía- tras la exposición que dedicó a su obra pictórica en 1992- ha organizado en colaboración con el Centro Pompidou de París y la Tate Modern de Londres, una retrospectiva con todas las aristas de Wilfredo Lam ( Sagua La Grande, Cuba, 1902- París,1982). Comisariada por Catherine David y por Manuel Borja-Villel, con el patrocinio de Abertis, la exhibición reúne doscientas cincuenta obras, entre pinturas, dibujos, grabados y cerámicas, así como una serie de documentos y fotografías, que permitirán ahondar en la dimensión innovadora de un artista no fácilmente clasificable en el devenir del arte del siglo XX.

Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía y comisario de la muestra, destacó en la presentación que Lam cuestionó las categorías y estilos contra cierta violencia colonial y subrayó cómo la modernidad siempre asociada a París y Nueva York vió como el artista cubano y otros pudieron encontrarla en la diáspora. Por su parte, Catherine David, comisaria y conservadora del Centro Pompidou, añadió cómo la exposición hace visible su conexión con lo moderno global y las vanguardias tradicionales, ya que su obra fue compleja y su expresión tenía mucho que ver con sus complicidades estéticas.

Lam fue una personalidad nómada. Sus innumerables viajes por varios lugares de Europa y América, así como su relación con numerosos artistas vanguardistas como Picasso, Breton, Leiris o escritores como Aimé Césaire, Fernando Ortiz o Alejo Carpentier, hicieron de él un ejemplo de visión plural de formas e ideas en las vanguardias. Su enorme inquietud le hizo ser un avanzado de la globalidad, siendo capaz de crear un lenguaje singular y único en sus óleos, dibujos y en las cerámicas que realizó en la localidad italiana de Albissola. Supo sintetizar como pocos la representación del mundo occidental del período de vanguardias con la iconografía africana y caribeña, en una apuesta por conseguir diferentes modos de expresión.

En la retrospectiva del Reina Sofía se ha puesto especial énfasis en una serie de obras de los años que Wilfredo Lam pasó en España, que fue su período de aprendizaje entre 1923 y 1938, ya que muchas de ellas no se pudieron ver en París. Además se pueden ver piezas destacadas como Les Noces, (La boda, 1947) procedente de la Neuenationalgalerie de Berlín; La Rumeur de la terre, (El rumor de la tierra, 1950) que llega desde el Guggenheim de Nueva York o Les Abaloches dansent pour Dhambala, dieu de l´unité, (Los abalochas bailan para Dhambala, dios de la unidad, 1970), prestado por una colección particular.

Compromiso y poesía en el imaginario de Lam

Los comisarios han estructurado la muestra en cinco grandes secciones para ofrecer una mirada integradora del sentido del compromiso del artista cubano con el arte moderno y su tiempo, en el que supo transitar por los numerosos intercambios culturales y por el sincretismo que caracterizó gran parte de su obras.

La primera sección España 1923-1938 recoge las piezas de su período más clásico cuando entró en contacto con los maestros del Prado y con la obra de Picasso, Miró, Gris, Gauguin, Matisse y el expresionismo alemán del período de entreguerras, que hicieron que fuera simplificando paulatinamente las formas. Es un período, sobre todo a partir de los años 30, donde Lam representó maternidades y personajes suplicantes, y muchas de ellas sobre soporte papel. Tras su período español, comienza la segunda sección, París.Marsella 1938-1941, un momento clave por la impresión que tuvo la influencia de la estatuaria africana sobre el arte europeo. Ese es un trienio donde supo extraer una violencia expresionista de su drama interior, acrecentado por el fallecimiento de su mujer y su hijo y por el exilio. En esas obras sustituyó los rostros por máscaras. También fue el período de amistad con Bretón cuando la gran época surrealista había pasado, primero en París y luego en Marsella. De esta época se exhiben dibujos a tinta china en cuadernos y que estaban inspirados en su visión de la naturaleza, que ya preludiaban su regreso a su país natal.

En Cuba, Las Américas 1941-1952 hay un momento relevante, su encuentro con el poeta de la negritud Aimé Césaire, al que le unían su rechazo a las relaciones de dominio racial y cultural en esa visión de hombre comprometido con su siglo. En esos once años realizó composiciones llenas de figuras sincréticas en una comunión entre lo vegetal, lo animal y lo humano como una prolongación del mundo espiritual de la cultura caribeña. Y de ahí pasamos al cuarto bloque, París, Caracas, La Habana, Albissola 1952-1957, un lustro muy agitado por sus continuos viajes y donde irá simplificando aún más las formas en sus creaciones, en las que entró en contacto con el grupo CoBrA, a través de Asger Jorn, y que dieron como resultado una progresiva innovación con nuevos materiales como la terracota.

Por último, en París y Albissola 1962-1982 se refleja el magnetismo que ejerció la luz de ese pueblo y donde pasó regularmente las dos últimas décadas de su vida. Fue un período de experimentación constante con la terracota, un material en el que vertió toda la pluralidad de influencias y le permitió una gran espontaneidad en el proceso productivo: color, cocción, mutaciones. En esas cerámicas se puede observar la huella de su mundo pictórico.

Hasta el 15 de agosto. Julián H. Miranda

W. Lam. la fruta bomba.1944. Óleo sobre lienzo. 154,7 x 125 cm. MNCARS.
W.Lam. Autorretrato II. c.1938. Gouache sobre papel encolado sobre lienzo.87 x 60 cm. The Rudman Trust.
W.Lam. Le sombre malembo,dieu du Carrefour, 1943. Óleo sobr elienzo. 153 x 126,4 cm. The Rudman Trust.