El sarcófago de una sacerdotisa ve la luz después de un siglo
El ataúd egipcio, de 3000 años de antigüedad, perteneció a una sacerdotisa y música de Amón. Ahora vuelve a las salas del Museo Arqueológico Nacional tras una restauración exhaustiva, y después de 120 años sin haberse expuesto al público.
En 1891 se encontraron, en el escondrijo de Bab el-Gasus –conocido como Escondrijo Sacerdotal o el Escondrijo Segundo–, las momias de múltiples sacerdotes y sacerdotisas del templo de Amón en Luxor, así como numerosos objetos que pertenecían a sus ajuares funerarios. Las excavaciones se realizaron bajo la dirección de Mohamed Ahmed Abd al-Rassul, quien diez años antes había localizado el Escondrijo Real, donde se hallaron más de cincuenta momias de faraones, familiares y otros miembros de la alta nobleza, también junto a los objetos con los que fueron enterrados. Entre las piezas descubiertas en ese Segundo Escondrijo se encontraba el sarcófago de una sacerdotisa y cantora de Amón que vivió durante la Dinastía XXI, y que el gobierno egipcio donó al estado español en 1893. Dos años después la pieza ingresó en el Museo Arqueológico Nacional, donde pudo contemplarse hasta el 1905, cuando se retiró de las salas y pasó a custodiarse en los almacenes del museo.
Ahora, más de 120 años después, el ataúd no solo vuelve a mostrarse al público, sino que lo hace tras una exhaustiva restauración de siete meses realizada gracias a la Asociación de Amigos del MAN y a la Fundación Iberdrola España. Los trabajos han consistido en retirar los depósitos de suciedad, repintes, barnices posteriores y restos de antiguas intervenciones con el fin de preservar al máximo los pigmentos originales y de conseguir una apariencia lo más cercana posible a la que luciría la pieza en el momento de su elaboración.
Estos trabajos permiten que pueda apreciarse con mucha más claridad la decoración pictórica que cubre todo el sarcófago, en la que aparece la representación de la fallecida realizando ofrendas de incienso a los cuatro hijos de Horus, con una línea de inscripciones en la que pueden leerse sus nombres. En el interior se aprecia una representación de la diosa Neftis –destinada a proteger a las momias, y muy representada en relación a los ritos funerarios junto a su hermana Isis–, que acompaña a la sacerdotisa en su tránsito hacia el Más Allá.
Además, las tareas de restauración han permitido que se vea con mayor claridad no solo la decoración pictórica, sino también una inscripción en la que puede leerse «amada en la boca de Amón».
Tradicionalmente se había llamado «Ruru» a la sacerdotisa a la que pertenecía este sarcófago, debido a una de las inscripciones de este en la que se leía, una vez traducida, dos veces la letra «R».
Sin embargo, el departamento del museo madrileño dedicado al Antiguo Egipto ha continuado investigando, tras la restauración, sobre la identidad de la cantora, llegando a la conclusión de que el nombre de Ruru se obtuvo de una interpretación incorrecta, y que por tanto su identidad sigue siendo desconocida. A pesar de esto, a partir de ahora podrá ser recordada por los visitantes del museo madrileño, sino por su nombre propio, sí por su rostro pintado en el ataúd y por la profusa decoración con la que se revistió el sarcófago en el que la sacerdotisa emprendería el camino, tan importante para los egipcios, hacia el mundo de los muertos. Sofía Guardiola