El problema del traslado de los murales de Picasso en Oslo
La decisión del Gobierno Noruego de derribar el Bloque Y, antigua sede del Ministerio de Educación, ha conllevado el traslado de dos murales diseñados por Picasso y realizados en colaboración con el escultor Carl Nesjar. El desmantelamiento del conjunto ha sido acogido de forma muy crítica por el sector cultural. Desde asociaciones nacionales hasta museos internacionales, como el MoMA, se ha pedido la detención del derribo de una parte fundamental de la historia del arte y la arquitectura noruegos.
Siete años de protestas y prórrogas no han podido detener el paso del progreso –tal y como lo ve el actual ejecutivo noruego– y el derribo del Bloque Y, sede del Ministerio de Educación del país nórdico, ya ha comenzado. El edificio, construido en 1969, fue diseñado por Erling Viksjø y sigue los preceptos del brutalismo tanto en el uso de materiales como en su filosofía (tan relacionada con el clima político propiciado por el fin de la II Guerra Mundial). El proyecto contó desde el comienzo con la participación de Picasso y Carl Nesjar, quienes diseñaron de manera conjunta dos relieves, Los pescadores y La gaviota. Esta fue la primera de muchas colaboraciones entre ambos, que encontraron en su amor por los fundamentos del brutalismo un nexo común.
El principio del fin para esta singular construcción tiene una fecha concreta, el 22 de julio de 2011. Ese día, el terrorista de extrema derecha Anders Behring Breivik hizo detonar un coche bomba en las inmediaciones del conjunto y más tarde se desplazó hasta la isla de Utøya, donde masacró a 77 asistentes –muchos de ellos adolescentes– al campamento organizado por la Liga de Jóvenes Trabajadores, una organización juvenil asociada al Partido Laborista noruego.
Durante el ataque, el Bloque Y sufrió daños que el actual gobierno califica de estructurales, mientras que los opositores al derribo definen como meramente superficiales. El edificio lleva sin estar ocupado desde 2011 y si no se han acometido labores de rehabilitación es a causa del peligro que entraña la existencia de una carretera subterránea bajo el Ministerio. El nuevo plan para la zona contempla la reubicación de los dos murales en el interior de un nuevo conjunto de acero y cristal rodeado de zonas verdes, más en consonancia con la estética de los edificios europeos gubernamentales de la última década.
En este punto comienzan a llover las críticas. Numerosos representantes del mundo cultural, desde asociaciones en defensa del patrimonio cultural noruego a conservadores del MoMA, hicieron llegar su indignación y ruegos hasta los responsables de esta acción dentro del gobierno. Su principal motivo es que la construcción y los murales son una obra conjunta, planificados a la vez y con una misma idea de fondo. Aunque se conservasen las obras de Picasso, su descontextualización sería igualmente indeseable. A esto se suma la posibilidad de causar un daño irreparable a las obras murales durante el proceso de arrancarlas.
Pero también existen críticas desde el punto de vista ideológico. El día 6 de agosto la web de Frieze publicaba un artículo de opinión firmado por la periodista Juliet Jacques donde denunciaba que este proyecto se inscribía dentro de un proceso de transformación desde la socialdemocracia de posguerra hacia el actual neoliberalismo. Los supuestos teóricos del brutalismo, preocupado por la creciente explosión demográfica y por el ennoblecimiento de materiales como el hormigón, serían conquistados por el aspecto aséptico del minimalismo contemporáneo.
De la misma manera, enlazaba la destrucción del Bloque Y con la remodelación de la estación de Tottenham Court Road y la amenaza a los mosaicos de Eduardo Paolozzi en 2014 o con el nuevo plan urbanístico de Skopje. Esta reflexión encuentra su lugar en un momento en el que se están poniendo en tela de juicio multitud de espacios públicos y su contenido artístico.
En cualquier caso, lo que parece subyacer es un problema bastante común en el arte y la arquitectura, la falta de perspectiva a la hora de juzgar las creaciones más recientes. En el caso de las artes plásticas el proceso de aceptación y puesta en valor es más acelerado, en consonancia con su ritmo de producción, pero para la arquitectura es sensiblemente superior (no en vano van a salvarse los murales pero no el resto de la estructura). Héctor San José.